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Con su cruz..

Acusados de difundir el cristianismo,varios miembros de una ONG serían ejecutados por los talibanes.

10 de septiembre de 2001

Afganistan no es un pais para medias tintas. Allá hay dos posibilidades: o se acata la ley islámica o el infractor se atiene a las consecuencias. Ese principio, que a primera vista parece sencillo, puede resultar complejo y fatal. Es lo que les pasó a ocho extranjeros y 16 afganos que trabajan en la organización no gubernamental Shelter Now International.

El 5 de agosto la temida policía religiosa los arrestó en Kabul acusados de insultar la religión y las tradiciones islámicas al promover el cristianismo. Entre los extranjeros detenidos se encuentran dos norteamericanos, cuatro alemanes y dos australianos. Lo que les espera no será fácil. Según un decreto anunciado en enero por el máximo líder talibán, Mullah Mohammad, cualquier persona acusada de tratar de persuadir de convertirse a otra religión a un musulmán afgano debe ser condenada a muerte, aunque una norma posterior parece haber eximido de ese destino a los extranjeros.

Eso hace que quienes se encuentran en mayor aprieto son los trabajadores afganos de la organización. En el sentir de otras organizaciones humanitarias de Afganistán lo más probable es que los extranjeros sean expulsados del país, y por lo tanto se han mostrado más preocupadas por la suerte de los 16 afganos, quienes se hallan detenidos en un lugar diferente. Pero no por ello la controversia por la actitud de los talibanes ha bajado de tono.

Según las autoridades religiosas existen pruebas sólidas para pensar que los detenidos incurrieron en el grave delito del que se les acusa. Los talibanes aseguran que en las instalaciones de la organización encontraron cientos de videos y casetes con contenido cristiano y una cantidad similar de Biblias traducidas a los lenguajes locales, que se supone usaban para evangelizar.

La organización, con base en Alemania, desmintió esta acusación y explicó que el material encontrado era de uso personal de los trabajadores y no era utilizado con el fin de convertir musulmanes al cristianismo. La organización se describe a sí misma como una ONG que se encarga de distribuir alimentos y agua y de ayudar a los niños de la calle. El vocero de Shelter Now International, Joachim Jaeger, respondió a las acusaciones del gobierno de Afganistán diciendo: “Somos un organismo de ayuda normal, no una organización cristiana. Nuestra meta no es hacer proselitismo”.

Pero ante la posibilidad de que los detenidos sean hallados culpables la reacción internacional no se ha hecho esperar. El 8 de agosto diplomáticos de la Organización de Naciones Unidas pidieron la liberación de los detenidos. Así mismo, oficiales de las embajadas estadounidense, alemana y australiana llegarán el jueves a Kabul para pedir la liberación de los ciudadanos de sus respectivos países.

Sin embargo los antecedentes revelan que la presión internacional no es muy bien recibida en Afganistán pues los talibanes son muy celosos de su autonomía. Además la policía religiosa es una entidad sobre la cual ningún otro sector del gobierno tiene influencia.

Este mismo año, por ejemplo, la indignación del mundo entero no sirvió para que ese movimiento fundamentalista islámico desistiera de derrumbar las estatuas milenarias de los Budas de Bamiyán, así como poco les importaron las protestas internacionales cuando propusieron que la minoría hindú en territorio afgano llevara una insignia para distinguirse de los musulmanes. La actitud de los talibanes desafía todo análisis hecho desde el etnocentrismo de Occidente. Su convencimiento absoluto sobre la validez de sus actos va mucho más allá de lo racional y por eso Afganistán está, para muchos efectos, en un territorio vedado al mundo exterior.