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Confesiones de un asesino

Revuelo en Chile ante confesión televisada del autor del asesinato del ex canciller de Allende Orlando Letelier.

20 de septiembre de 1993

EL LUNES 16 DE AGOSTO, entrevista televisada puso a los chilenos a recordar que todo tiempo pasado no siempre fue mejor . El canal estatal TVN presentó la charla sostenida en Estados Unidos por un tenebroso personaje llamado Michael Townley, con el periodista Marcelo Araya. Con sangre fría el norteamericano relató la forma como asesinó en Washington a Orlando Letelier, ex canciller del gobierno de Salvador Allende y su secretaria Ronnie Moffit, mediante una bomba colocada en su automóvil.
En la entrevista, titulada "Confesiones de un asesino", el norteamericano hizo graves inculpaciones al general retirado Manuel Contreras y al brigadier Pedro Espinoza, máximos jefes de la DINA, la policía secreta creada por el dictador Augusto Pinochet después del golpe de estado de 1973 y de la cual el norteamericano era agente. Otros inculpados fueron los coroneles Jaime Leppe, Pablo Belmar y Guillermo Salinas, a quienes identificó como los autores del crimen del diplomático español Carmelo Soria en julio de 1976.
Townley se definió en la entrevista como un "soldado" de la "guerra contra el marxismo" que según él tuvo lugar en Chile en aquellos años, y esa actitud coincidió con la de Pinochet, quien a los 77 años y en medio de las celebraciones por sus 20 al frente del ejército chileno, sostuvo que esa arma no tenía por qué arrepentirse de nada de lo hecho para detener "el avance del comunismo".
Una cosa y otra le dieron más fuego al debate sobre la impunidad en que se han sumido los crímenes y el terrorismo de estado que caracterizaron a la dictadura de Pinochet. El propio general Contreras avivó aún más el debate cuando negó las acusaciones y advirtió en tono desafiante que "uno de estos dias voy a desenterrar el hacha de la guerra y a empezar a dar los nombres de los informantes de la DINA que se encuentran en altos puestos en este momento". El espectro de que responsables de actos sangrientos puedan seguir en puestos claves, se convirtió en una sombra para el gobierno de Patricio Aylwin, quien emplazó a Contreras a que pusiera nombre a sus denuncias.
Para los militares, el hecho de que la entrevista fuera difundida por el canal estatal evidencia que se trató de una maniobra del gobierno para atacar a Pinochet, cuya permanencia en la comandancia del ejército le convierte en el general más viejo del mundo.
Pero para los izquierdistas, en boca de la hermana del ex canciller, Fabiola Letelier, la entrevista fue diseñada para difuminar la responsabilidad de la DINA en el crimen, y atribuirsela a la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (ClA), pues Townley se identificó como agente de ésta y no de la DINA.
Lo más curioso es que, a pesar del revuelo nacional, el juez Adolfo Bañados dijo que las declaraciones "no agregan nada" a los datos que tiene recopilados desde 1991, cuando se hizo cargo de ese proceso, en el cual Contreras y Espinoza aparecen como principales sindicados. Eso indicaría que la responsabilidad de los altos oficiales se encuentra suficientemente probada, y que cuando llegue el momento sería inevitable su condena.
Hasta qué punto la línea de comando de esa "Guerra contra el Marxismo" llegaba hasta el bastón de mando de Pinochet, es lo que muchos chilenos prefieren no saber. Porque las heridas siguen abiertas y en el país austral los términos "reconciliación" e "impunidad" han adquirido un preocupante tono de banderas de guerra.