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Corona de lágrimas

Mucho llanto se vio al final del novelón de Pinochet en Londres. Pero todavía falta mucha tela por cortar.

3 de abril de 2000

Un un final digno de la telenovela que fue, el ‘Caso los 16 meses en Londres’ terminó con todo el mundo derramando más de una lágrima. Unos, sus correligionarios, por la felicidad ante la liberación del anciano ex dictador Augusto Pinochet. Otros, por la decepción de no haber podido ver que se hiciera justicia por la muerte de miles de desaparecidos por su régimen.

La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz, con los ojos llorosos dijo: “No debemos tener tristeza ni pena”. Luego agradeció a la justicia española y, en especial al juez Baltasar Garzón, por haber tenido a Pinochet detenido 503 días en Londres. “Pinochet va a volver y nosotros estaremos aquí, con la cabeza en alto, orgullosas de nuestros seres queridos, porque ellos no cometieron ningún crimen, en cambio Pinochet vuelve como inculpado por toda la humanidad”.

El golpe fue contundente pero las organizaciones humanitarias se repusieron. La respuesta fue la petición del desafuero parlamentario contra Pinochet. El desafuero, acción que quita la inmunidad como senador, es el requisito para que responda por las 60 denuncias interpuestas en Chile. Pero hay dudas. El juez, Juan Guzmán, ha dicho que ha recibido presiones y todos saben que son de las fuerzas militares.

El desafuero es también una carrera contra el tiempo porque el presidente saliente, Eduardo Frei, presentó un proyecto de reforma constitucional para crear la Dignidad de ex presidentes que les da inmunidad absoluta. El texto será aprobado en el Congreso el 25 de marzo. Consultado por SEMANA, Nelson Caucoto, abogado experto en derechos humanos, dijo: “Quiero creer que la corte de apelaciones puede procesar el desafuero. Pero tengo dudas sobre que la Corte Suprema lo confirme. Si no se consigue antes del 25 de marzo, en Chile se consagrará la impunidad”.

El más afectado, porque tendrá que dar explicaciones a los chilenos y a la comunidad internacional si Pinochet no es juzgado, es Ricardo Lagos, quien el 11 de marzo asumirá la presidencia y se comprometió a hacer justicia. Para Rafael Otano, sociólogo y analista, la situación es compleja. “Lagos, dijo a SEMANA, si bien comenzará su mandato siendo ‘el malo’ para la derecha, tiene un mejor escenario y debe aprovecharlo porque la derecha quiere dejar de lado a Pinochet y no sabe cómo. Si él no cede a las presiones puede dejar que la justicia proceda y nada va a pasar. Pero nadie cree que eso sea posible, el fantasma de los militares es muy grande. Esa pérdida de confianza de la sociedad chilena es la que conduce a que todo sea negociable”.

Pero en esta historia sin fin hay ganadores y perdedores. El ganador es el presidente saliente, Eduardo Frei, quien se comprometió con la derecha a traer de vuelta a Pinochet antes que terminara su mandato, y lo logró. Los perdedores son la justicia y Ricardo Lagos, que verá opacada su fiesta de civilidad con la llegada del ex dictador. Los más pesimistas no descartan ver al anciano ex dictador instalado en el Congreso en su curul de senador vitalicio como mancha indeleble de la posesión del nuevo presidente.