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COSTOSA TRAVESURA

El alemán Mathias Rust pagará, con 4 años de su vida, el haber sido el piloto más intrépido del mundo

5 de octubre de 1987

Con su cara de adolescente serio su peinado de "semi capul" y su corbata oscura, Mathias Rust escuchó impávido cómo un juez soviético le leía la semana pasada su sentencia por el delito de haber sido durante un día de mayo, el aviador más intrépido del mundo. En el edificio gris que aloja a la Corte Suprema de Justicia soviética, ubicado en la zona de Borovsky, en el centro de Moscú, el joven alemán de 19 años recibió sin pestañear la noticia de que había sido condenado a 4 años de prisión en un campo de trabajos, por haber violado el espacio aéreo soviético y haber aterrizado con su avioneta Cessna en la mismisima Plaza Roja, "sitio sagrado de los rusos".
Así terminó un rápido juicio de tres días en el que se decidió la suerte del piloto que, con su travesía de 500 kilómetros en solitario sobre territorio soviético se ganó la atención de Occidente al demostrar que la Cortina de Hierro no está tan herméticamente cerrada como se creía. Comenzando en Helsinki, Rust condujo su monomotor hasta las puertas de la Catedral de San Basilio frente a la mirada incrédula de los turistas que en ese momento pasaban por el lugar más tradicional de Moscú, al lado de las murallas del Kremlin.
En un principio, la acción de Rust fue utilizada por Occidente para mofarse de la "calidad" de las defensas antiaéreas soviéticas. La revista Time presentó a sus lectores un informe sobre el nuevo "Aeropuerto Internacional Plaza Roja" ilustrado con fotos de Rust al lado de su "vehículo".
Sin embargo, una vez pasado el escándalo, los propios rusos demostraron que a ellos el chiste no les parecía nada gracioso. Utilizando el vuelo de Rust como pretexto, el número uno del Kremlin, Mijail Gorbachov, dio de baja al ministro de Defensa, Sergei Sokolov y a 18 generales más, y aprovechó para renovar la cúpula militar.
Este finalmente comenzó el miércoles pasado ante decenas de periodistas que abarrotaron la sala para observar desde el comportamiento del acusado, hasta el sistema de justicia soviético. La espera no resultó en vano. Por un lado, los asistentes al proceso confirmaron que los soviéticos tomaron la cosa en serio. Argumentos del fiscal y declaraciones de los testigos fueron presentados para dejar en claro que --aparte de lo simpático que pudiera resultar--el joven Mathias era sencillamente culpable.
Rust por su parte, fue sorpresivo. Además de reconocer su falta, el aviador germano justificó su acción diciendo que había hecho el vuelo con el fin de promover la paz mundial y conocer "a los líderes soviéticos, especialmente a Corbachov, para contarles lo que pienso". A lo largo de una declaración que se demoró 30 minutos, el joven anotó que había escogido la Plaza Roja para buscar darle el máximo impacto a su "misión de paz". El argumento, sin embargo, no convenció. Aparte de tener toda la apariencia de un "cuento chino" (alemán en este caso), esto no exoneró a Rust--según la fiscalía--de su graves faltas, entre las cuales se destacaban el haber mancillado un lugar como la Plaza Roja y el haber atentado contra la seguridad aérea y la de las personas que lo vieron aterrizar. Acto seguido, el procurador soviético, Vladimir Andreyev, pidió para Rust un castigo de 8 años de régimen estricto en un campo de trabajos.
La respuesta del juez se supo el viernes pasado en las horas de la mañana. Horas antes, Rust se había encargado de hacer su acto de contrición al decirle a la Corte que "lo siento mucho... quisiera apelar ante ustedes y les puedo garantizar que si me dan una pena suave, no traicionaré su confianza". Por lo visto, el llamado sirvió. La sentencia condenó a Rust a la mitad de la pena solicitada por la fiscalía, algo que, para los especialistas, es todo un evento dentro de la justicia soviética.
No obstante, los 4 años parecieron muchos para la gente en Occidente. El líder de la oposición alemana Hans-Jochen Vogel, le dijo a la agencia Reuter que su partido espera que los "líderes soviéticos dejarán a este muchacho de 19 años bajo custodia de sus padres y así él no tendrá que pasar cuatro años en un campo de trabajos soviético".
Esa posibilidad era precisamente la que quedaba a la familia Rust después del veredicto del juez. Teniendo en cuenta el clima de apertura entre las superpotencias se cree que Alemania Federal podría presionar para que Moscú decida la liberación del prisionero, como un acto de buena voluntad.
Entre tanto, en un extraño ejercicio de "glasnost", la red oficial de televisión de la Unión Soviética "Gosteleradio", ofreció en venta a las cadenas occidentales una completa grabación de video de todo el juicio, con escenas como la conducción del joven Rust a la sala de audiencias, sus declaraciones e incluso tomas del interior del avión. Las tres cadenas norteamericanas aprovecharon para acusar a los soviéticos de inmorales por comercializar un juicio que ellos mismos estaban adelantando, pero varios observadores independientes señalaron que lo que realmente les molestó fue el precio, de 250 mil dólares.
Sea como sea, a Mathias Rust sólo le queda esperar. Por ahora, su comportamiento dentro del juicio y su aparente madurez, fueron suficientes para ganarle adeptos. No obstante, todavía le queda conquistar a sus vecinos en el suburbio hamburgués de Wedel. Preguntada sobre el caso, una vecina dejó en claro que la cárcel no era suficiente. "Ese muchacho necesita una buena paliza cuando vuelva a casa".