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CRECE LA TENSION RADICAL

Festival de cine judío en París es atacado con bomba

El discurso racista no suele quedarse en el papel. Los tristes hechos que han sucedido a la intensa campaña adelantada por la extrema derecha en Francia, plena de argumentos xenófobos, así lo demuestran. El 21 de marzo, un joven marroquí era asesinado por un desempleado francés porque a él "no le gustan los árabes". Una semana después, el 29 de marzo, el sello de marca de la tensión racial que se vive en este momento en el país, lo daba una bomba colocada en una sala de cine, en pleno centro de París, en donde se estaba presentando un festival de cine judío. La película que se pasaba esa tarde era "Eichmann, el hombre del tercer Reich". El atentado dejó 18 personas heridas, entre las cuales una con graves quemaduras en la cara. Según los bomberos, sólo un "milagro" impidió que hubiera habido muertos.
La bomba de la cual se encontraron huellas en la última fila del teatro, abrió un crater de 50 centimetros de profundidad y destrozó buena parte del inmueble. Pedazos de muros y de cielo raso se vinieron abajo, y varias sillas salieron volando. De los culpables no hay ni un indicio.
En un comunicado aparecido al día siguiente, Michel Dreyfus, presidente de "Socialismo y Judaísmo" decía: "En el momento en que Francia conmemora el décimocuarto aniversario de la liberación de los campos, Eichmann no está muerto y el vientre del que surge la bestia inmunda es todavía fecundo". La Liga de los Derechos del Hombre se pronunciara así: "No impunemente ha podido olrse, en el curso de algunas reuniones de la extremá derecha, proclamaciones abiertamente antisemitas. El odioso atentado ocurrido el viernes muestra que el holocausto no ha exorcizado los viejos demonios y que el rácismo se divide y que constituye uno de los mayores peligros de nuestro tiempo ".
No se trata en modo alguno del primer atentado antisemita ocurrido en París durante los últimos años.-
En marzo de 1979, una explosión en-un local israelí ocurrida al día siguiente de la firma del tratado de paz egipcio-israelí, producía 33 heridos. En el 80 una serie de atentados tuvieron lugar, dirigidos contra escuelas y sinagogas.
En octubre de ese año, una bomba disimulada en una moto, explotó frente a la sinagoga de la calle Copérnico.
¿Resultado? Cuatro muertos y una veintena de heridos. En el 82, 5 hombres armados abrieron fuego en el interior del restaurante judio Goldemberg, dejando tras ellos 6 muertos y 22 heridos. 1983 y 84 estuvieron marcados por una serie de atentados aislados, justificados todos por un racismo que encuentra cada vez menos trabas para expresarse. Es el caso de un turista argelino, arrojado en 1983 de un tren porque "su cara no le gustó " a un grupo de jóvenes viajeros, o el de una anciana asesinada en el verano de 1984 por un jardinero "porque ella era judía", o el del marroquí asesinado por ser árabe.
Así, mientras un sector de la opinión enfila armas para combatir el racismo abiertamente y como primera prioridad, otros sienten que se legitimiza el "derecho al odio racial". En una carta recibida y publicada por el diario Le Monde después del atentado del cine, alguien se preguntaba "¿Por qué todos los pueblos han intentado siempre deshacerse de los judíos?" y añadía: "nosotros encontramos a Le Pen (cabeza de la extrema derecha) más bien tímido al respecto.
Estamos hasta la coronilla de no ver más que judíos por todas partes". ¿Cómo no creer entonces, se preguntaba el diario, que en la Francia de los años 80? "los tabues se elevan, las prohibiciones se liberan, y del racismo de las palabras se pasa ahora a los actos?".
Las primeras reivindicaciones del atentado empezaron a recibirse el sábado por la tarde, cuando la noticia había sido ampliamente difundida.
La ignorancia de ciertos detalles que hasta el momento solo conoce la policía hace que la prensa le haya dado poco crédito a todas ellas. Una, le daba la paternidad del hecho a un tal grupo Frankreich Peiper, nombrado en honor de un antiguo SS, Joachim Peiper, "desaparecido" en el incendio de su casa en la Alta Sajonia en julio de 1976. Otras, reivindicaron el atentado en nombre de la Wuns (Unión Mundial de Nacional Socialistas), internacional neonazi fundada en 1966. Pero desde el punto de vista de la opinión pública, más que la de tención de los culpables, cuenta juzgar el estado social que ha permitido el atentado. Y en este campo, lo que reina no es precisamente el acuerdo.
El periódico derechista Le Figaro, editorializó su indignación por lo que él considera una injustificada "orquestación de la prensa a las órdenes del poder (. . .) con el único objetivo de demostrarle al mundo que nuestro país está amenazado al mismo tiempo por el fascismo y por el racismo (...) en una maniobra politiquera destinada a perjudicar a la oposición". Para los progresistas, como Le Monde, la encrucijada parece ser cómo denunciar sin que la protesta se vuelva, irónicamente, propaganda a favor del racismo. "Las palabras no son inocentes", advierte el diario.
"Esa es una de las grandes lecciones de nuestr o siglo". -
María Clara Rueda, corresponsal de SEMANA en París