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Ovidio Guzmán, hijodel jefe del Cártel de Sinaloa. Foto: Twitter.

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Culiacán: una ciudad aterrorizada en la que los narcos fueron más fuertes que el ejército mexicano

Culiacán, México, fue escenario de enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y el Cártel de Sinaloa, por la detención de uno de los hijos del Chapo Guzmán. Después de varios ataques, los militares tuvieron que liberar a Ovidio Guzmán: ¿una muestra de debilidad, un Estado cooptado por el narcotráfico?

18 de octubre de 2019

Antes de ser presidente, Andrés Manuel López Obrador aseguró que acabaría con el narcotráfico y, además, prometió que retiraría a las Fuerzas Armadas de las calles para que volviera la paz en un país agobiado por los capos y la violencia. 

Pero la detención de Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, demostró que las cosas todavía están fuera de control y que en muchas zonas del país, los narcos siguen siendo la ley. 

A los pocos minutos de su captura, la ciudad de Culiacán se convirtió en una zona de guerra, de la que el gobierno perdió todo poder. En un hecho sin precedentes en México y en la mayoría de democracias del mundo, se vio obligado a liberar al detenido por temor: los narcos rodearon a los soldados con metralletas, pistolas y demás armamentos dignos de una guerra en Medio Oriente, los sicarios demostraron quién tiene el sartén por el mango en esta guerra. 

“Rodearon con una fuerza mayor a la de nuestra patrulla”, admitió avergonzado el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo. Quien además ha sido duramente criticado por dejar al Estado en una posición de tal debilidad ante la ilegalidad y por demostrar que no hay una política de gobierno para atacar este mal que desde hace años ya cobra la vida de tantos mexicanos. 

Una vez más la realidad le salió al paso al presidente: en varios lugares del país el narco es el gobierno. 

Por su lado, el Chapo Guzmán está recluido en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. Allí carga con una condena de cadena perpetua y está casi aislado de los demás presos. Para muchos especialistas en seguridad, el capo del narcotráfico tal vez ni esté enterado de lo que está pasando con su familia ni con la ciudad en donde creó uno de los imperios más grandes de la droga.

Pese a que muchos creían que con su sentencia el Cártel de Sinaloa desaparecería, nada de eso pasó. Por el contrario, las escenas del jueves demostraron que el Cártel sigue vivo y coleando, y que si bien puede que ya no responda a su creador, sí tiene  descendientes y nuevos cabecillas que se están disputando el mando. 

Con armas de alto poder, los sicarios se tomaron varios puntos estratégicos y de alto flujo de la ciudad, hasta dejarla paralizada. Niños de los colegios cercanos quedaron en medio de las balaceras y tirados en el piso gritaban entre las ráfagas. Solo tres horas después de que iniciaron los disparos, el silencio volvió. Pero este silencio, al contrario de traer buenas noticias, solo  indicó que los hombres de Sinaloa habían ganado el pulso y que, por su voluntad y la incapacidad del gobierno, por un momento la guerra se había detenido. 

Más tarde los disparos al aire, las rancheras y corridos indicaban la celebración de los sicarios en algún lugar no muy lejano de la ciudad y a la vista de todos. 

Sin El Chapo, el Cártel de Sinaloa sigue operando a pesar de las querellas internas. Pues Iván Archivaldo Guzmán, Ovidio Guzmán y Jesús Alfredo Guzmán, se niegan a soltar el legado de su padre y están empeñados en superar “al maestro” de la droga. La única piedra en el zapato es Ismael “El Mayo” Zamabada, un veterano del negocio, similar fisicamente al Chapo, que se está armando contra los hijos de Guzmán para dirigir el negocio en solitario y sin herederos ajenos. 

De hecho, hay que recordar que Anabel Hernández, autora de la exitosa serie “Los Señores del Narco”, aseguró después del juicio contra Guzmán que nadie podía cantar eso como una victoria contra el narcotráfico. “El Chapo era solo una figura que encarnaba el resultado de complicidad entre el crimen organizado y el Estado durante décadas. Él es simplemente el hombre que gozaba del mando, vendrán más”, le dijo a los medios internacionales en ese momento. 

Por lo pronto, mientras la ciudad sigue conmocionada y el mundo pudo ver el verdadero poder, por tantos años soterrado, de los hombres del narco, el presidente aseguró que respalda totalmente la decisión de los policías y militares de dejar en libertad al hijo de El Chapo porque “estaban en riesgo muchos seres humanos”. Al mismo tiempo, les pidió a los periodistas esta mañana y a los ciudadanos en general sopesar las cosas: “No se trata de masacres. No puede valer más la captura de un delincuente que la vida de las personas”, dijo. 

Sin embargo, sus críticos no han dudado en lanzarle duras frases. Las redes sociales incluso están impulsando el hashtag “#AMLORenuncia” Y “#EstadoFallido”. Pero, otros también coincidieron en que la estrategia que han utilizado los gobiernos anteriores del enfrentamiento cuerpo a cuerpo solo ha traído violencia. “No se puede apagar el fuego con el fuego. No queremos muertos, no queremos guerra. La estrategia anterior convirtió al país en un cementerio”, añadió el presidente al final de su discurso.