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Los presidentes de los países de América posan para la foto oficial de la VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias. | Foto: EFE/Alejandro Bolívar

CIERRE

Cumbre: de la gran ilusión a la dura realidad

En Cartagena hubo dos cumbres. La mediática, la de las fiestas y los encuentros empresariales. Y la cumbre de verdad, donde los presidentes se reunieron para decidir los grandes temas. Ahí la expectativa fue superior a lo que en realidad pasó.

Nathan Jaccard y Rodrigo Urrego, enviados especiales a Cartagena
15 de abril de 2012

En la foto oficial los presidentes de las Américas salen sonrientes, saludando al continente, iluminados por el sol de Cartagena. Fue tomada el domingo en la mañana, antes de que se empezaran filtrar rumores de que la Cumbre estaba en crisis. Si la hubieran tomado unas horas después, la foto no sólo tendría las conocidas ausencias de los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela) y Daniel Ortega (Nicaragua), sino también de otros grandes protagonistas de la región.

Esta mañana se supo que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, abandonó junto a Evo Morales las discusiones, pues consideraron que era inaceptable que no se incluyera en la declaración de Cartagena ni la presencia de Cuba ni las pretensiones de Argentina sobre las islas Malvinas.

Pero tal vez el abandono más notorio fue el de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. En un escueto comunicado, anunció que suspendía la cita que tenía con Santos después de la Cumbre por "razones de agenda". Nunca se explicó si de agenda personal o agenda política. Algo olía raro, había incertidumbre por si la Cumbre de Cartagena tendría declaración final o no.
 
Al mediodía, todas las especulaciones se despejaron. El presidente Juan Manuel Santos, en compañía de la canciller María Ángela Holguín, declaró delante de la prensa que "la Cumbre de Cartagena no tenía declaración".

Entonces ¿fracasó la Cumbre? Según Santos, "no fue un fracaso". Dijo el presidente colombiano que por primera vez se discutieron temas que antes nunca habrían llegado siquiera a la agenda del hemisferio.

Aunque se habló mucho de que el bloque del ALBA había perdido influencia y protagonismo con las ausencias de Ortega, Correa y Chávez, a último momento quedó claro que tienen un peso decisivo. La agenda del ALBA finalmente primó: Cuba estuvo en boca de todos los participantes y es una de las principales razones que explican por qué los participantes no llegaron a un consenso para un declaración final.

¿Qué dejó la Cumbre?

Antes de la Cumbre muchos dijeron que este tipo de encuentros no servía para nada. Santos y su canciller, en varias entrevistas previas a la reunión, dijeron varias veces que "no había ningún tema vedado".
 
Esas afirmaciones generaron enormes expectativas. Pero al final, la Cumbre terminó como muchos la imaginaban: discusiones y discursos bien intencionados, pero pocos resultados concretos. Como dijo el presidente de Uruguay, José Mujica, eso "era previsible" y la Cumbre "va a tener coincidencias en puntos bastante obvios" como la desigualdad, la pobreza y el desarrollo.

Sin embargo, según la optimista lectura de Santos, el hecho de que en Cartagena se insistiera en que el Hemisferio debe rodear a Argentina en su diferendo con Gran Bretaña por las islas Malvinas, que se afirmara casi por unanimidad que sería inaceptable una nueva cita continental sin Cuba y que es necesario reevaluar la política contra las drogas, hizo de Cartagena un espacio de diálogo exitoso.

En ese sentido, las declaraciones de la canciller Holguín el martes en Cartagena, cinco días antes de la Cumbre de presidentes, resultaron premonitorias. Esa mañana en la primera conferencia de prensa de la ministra en la ciudad fue sincera. Dijo: "Aquí se hablará de todos los temas. Pero de ahí a que estén en la declaración, va a ser muy difícil. Porque ese pronunciamiento del continente se hace por consenso. Si hay un país que no esté de acuerdo, no se puede suscribir". En Cartagena, ese país fue Estados Unidos.

¿Cómo le fue a Santos?

Santos ganó como presidente de Colombia y como anfitrión, pero no logró graduarse como el líder regional que tanto le obsesiona ser. En uno de los eventos de la Cumbre, Santos confesó que cuando grande, quería ser como Lula (el expresidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva).
 
En Cartagena, el mandatario reiteró que Colombia geográfica y políticamente es un país que puede oficiar como un puente, como un enlace entre la superpotencia del norte y el resto del continente. Quizá para materializar esas buenas intenciones, todavía le falta algo. Mucho o poco, el tiempo lo dirá.

Santos pareció atrapado, como en un sándwich, entre Washington y el resto del continente. No se logró un consenso, que a todas luces se advertía imposible. Y en eso, tal vez, Santos pecó por ambicioso.

Con elecciones presidenciales en noviembre en Estados Unidos, era muy pretencioso que Barack Obama, presidente candidato, admitiera temas que podían afectar sus aspiraciones políticas personales, como es su reelección.

Sin embargo, y aunque no se logró que Estados Unidos se comprometiera con temas incómodos para él, Santos logró dos declaraciones del presidente Obama muy importantes. Por un lado está la promesa del presidente estadounidense de apoyar la candidatura de Angelino Garzón a la OIT y por otro el pacto de impulsar la candidatura de Colombia para entrar en la OCDE, la organización internacional para la cooperación y el desarrollo económico. Sin duda dos acuerdos que sirven en la proyección internacional que busca el manadatario.
 
También el mandatario se puede ir tranquilo por otros dos grandes logros alcanzados. Uno práctico, que les sirven a los miles de Colombianos que se desgastan consiguiendo visas a Estados Unidos. Estas se expedirán ahora con una extensión máxima de diez años, cuando antes era de cinco. El otro, político, pues por fin la instrumentación del Tratado de Libre Comercio va a tener una fecha en el calendario. Una vieja obsesión de Santos. Por eso Santos puede irse de Cartagena como ganador, sobre todo en su relación con Washington.

Y es ganador también porque su cara se convirtió para medios internacionales en el icono de la renovada imagen de Colombia.

¿Qué pasa con Estados Unidos?

Quedó claro que para América Latina, Washington ya no tiene la última palabra. Los latinoamericanos siempre han tenido pretensiones que molestan a Estados Unidos. Pero es evidente que si la Casa Blanca tuviera el peso de antaño en la región, la rebelión e incluso la salida de la Cumbre de varios países habría sido impensable hace unos años
 
Si se añade esta rebeldía a la presencia cada vez más activa de China, la creación de organismos regionales sin Estados Unidos, y los cuestionamientos cada vez más fuertes contra la OEA por la influencia tan fuerte de Estados Unidos, el peso de Washington en la región se ha menguado.

El consenso por hacer una reflexión sobre Cuba, las Malvinas o la guerra contra las drogas fue generalizado entre los países del sur. Pero Estados Unidos, más allá de los reclamos, no se movió un ápice. Eso muestra que la Casa Blanca sigue viendo a América Latina por encima del hombro.

¿Cómo quedó el ALBA?

Aunque se habló mucho de que el bloque del ALBA había perdido influencia y protagonismo con las ausencias de Ortega, Correa y Chávez, a último momento quedó claro que tienen un peso decisivo. La agenda del ALBA finalmente primó: Cuba estuvo en boca de todos los participantes y es una de las principales razones que explican por qué los participantes no llegaron a un consenso para una declaración final.
 
El único representante del bloque que vino fue Evo Morales, y lo hizo como el gran protagonista de la Cumbre hasta la llegada de Obama. Clausuró la Cumbre de los actores sociales y en ella opacó a Hillary Clinton, y hasta se dio un champú mediático jugando fútbol y visitando el mar.

¿Y que pasó con el resto de la región?

Cristina Fernández se salió con la suya. Puso a tartamudear a Santos cuando los periodistas trataron de indagar las molestias de la argentina. Eran, evidentemente, las Malvinas. Así además marcó importantes puntos con la opinión pública de su país.

Los países de Centroamérica, considerados muchas veces convidados de piedra en este tipo de escenarios, también triunfaron. El hecho de que Guatemala haya impuesto la necesaria reflexión sobre un giro en la política en la guerra contra las drogas, otro de los temas que impidieron que Cartagena tuviera declaración, es un logro para ellos.

A diferencia, Sebastián Piñera, el multimillonario presidente de Chile, pasó inadvertido. Su primera vez en Cartagena sólo será recordada porque buceó en las islas del Rosario, visitó la Sierra Nevada de Santa Marta y por haber sido el primer presidente que llegó al evento.

Uno de las cosas que dejó la Cumbre es que los presidentes del hemisferio volverán a reunirse en tres años en Panamá. Las preguntas que quedan son: ¿Se van a reunir? ¿Las Cumbres se pueden materializar en hechos concretos? ¿La agenda de Estados Unidos seguirá vetando los consensos de todo un continente? O, si las cosas siguen así, ¿podría Cartagena pasar a la historia como la última Cumbre de las Américas?