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DE EUROPA CON AMOR

Cancilleres de 21 países respaldan en San José una estrategia de paz para la región.

5 de noviembre de 1984

Por la carretera que va de San José a Nicaragua, a 15 minutos de esa capital, hay un moderno ,hotel, el Cariari, que tiene forma de corazón. Allí, en su principal auditorio -una calurosa sala forrada en maderas y cristal- el Presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, instaló el 28 de septiembre el primer encuentro de cancilleres de Centroamérica y del Grupo de Contadora con sus pares de la Comunidad Económica Europea (CEE), más los de España y Portugal. Fueron 21 ministros de Relaciones Exteriores (12 de la CEE, 5 del itsmo y 4 de Contadora) los que en medio de compléjas medidas de seguridad, deliberaron durante dos días a puerta cerrada, tras una instalación abierta para la prensa internacional y las autoridades ticas. Aunque lo que dominó ese primer día fueron las invocaciones generales de los oradores sobre paz, cooperación y desarrollo regional, el evento, visto en su conjunto, constituyó finalmente uno de los mayores logros diplomáticos del gobierno de Monge -quien atraviesa por momentos difíciles ante las presiones internas y externas para que Costa Rica abandone su tradicional neutralidad ante los conflictos del área- y uno de los más resonantes éxitos de Contadora, por el apoyo unánime que recibió su última Acta, a pesar de que sus cancilleres asistieron al encuentro en calidad de observadores.
En el terreno económico los resultados del evento fueron concretos. Edgard Pisani, Comisionado General de la CEE, aseguró que ésta suministrará a los países centroamericanos, en los próximos cinco años, ayuda por valor de 268 millones de dólares, o sea 300 millones de UCE (Unidad de Cuenta Europea), lo que implica un aumento de un 50% en la asistencia financiera para Centro América. En la actualidad, esa ayuda es de 35.6 millones de dólares anuales (40 millones de UCE), pero a partir del próximo año, los países de la región, incluida Nicaragua, recibirán 53.5 millones de dólares (60 millones de UCE) cada año. Tales dineros deberán destinarse exclusivamente a proyectos de desarrollo económico, industrial y agrícola en particular así como a proyectos de integración regional y de fomento al comercio. Ello quiere decir que no podrán ser utilizadas esas sumas "en créditos, ni para financiar el déficit comercial centroamericano" según expresión de un diplomático europeo a SEMANA, La canalización de esta ayuda multilateral -que no implicará un cese de la ayuda bilateral de los Estados miembros de la CEE con los países de la región- será efectuada a través de Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). La contraprestación que la región ofrece a la CEE por esta ayuda será la adopción de un sistema generalizado de referencias arancelarias como medida para estimular y diversificar el comercio exterior entre la Comunidad y Centroamérica y "promover y proteger" las inversiones europeas e Centroamérica.
Por otra parte los directivos de la CEE, en especial Pisani y Luigi Boselli, representantes de la CEE en América Latina, recomendaron reanudar los esfuerzos de integración centroamericana, a pesar del colapso del Mercado Común Centroamericano en 1969, tras el conflicto militar entre El Salvador y Honduras. Esto halló especial eco entre los cancilleres Edgardo Paz Barnica, de Honduras, y Carlos José Gutiérrez, su homologo costarricense, quienes aludieron al convenio de cooperación petrolera suscrito por México y Venezuela con los países centroamericanos, a comienzos de los 80, y que permite a los países consumidores del itsmo retener una parte de la deuda petrolera como créditos blandos y a largo plazo.
Pero el tema económico no fue el principal de la Conferencia. La política dominó, en cambio, desde el inicio del evento y permeó la mayoría de las ruedas de prensa y discursos que realizaron tanto los cancilleres como los directivos de la CEE. En ese terreno se percibió un neto distanciamiento de la Comunidad Europea respecto de la visión que Washington tiene de la crisis en Centroamérica. Para la CEE tal problema no se origina en un conflicto ideológico, ni en las tensiones Este-Oeste, sino en el "enfrentamiento social y económico". Según el comisionado de la Comunidad, si bien Europa "no tiene ninguna intención de ayudar a participar en no sé qué cruzada contra Estados Unidos" se debe admitir que la CEE "conserva su propio juicio" sobre el problema y sobre las soluciones al mismo. Los problemas de la región "no pueden resolver por la fuerza de las armas", sino por medio de soluciones políticas "que surjan de los propios centroamericanos" fue la línea que constantemente afloró en las deliberaciones y en algunas declaraciones de ministros, como el de Francia, Claude Cheysson, y de otras personalidades. Tal espíritu fue vertido en la declaración final, en la cual se da un claro respaldo a las soluciones propuestas por el Grupo de Contadora, en especial a las contenidas en el Documento de Objetivos del 9 de septiembre de 1983, y en el proyecto revisado del Acta de Contadora. Los cancilleres europeos aceptaron, incluso, participar en los esfuerzos "de aquellos estados sobre los que recaiga la ejecución de las normas de cualquier acuerdo". Esta es la primera vez que una entidad política-geográfica de tanto peso como Europa Occidental se muestra dispuesta a participar a nivel práctico en los eventuales mecanismos de verificación y control que emergerán en las próximas semanas, tras la presentación oficia del Acta.
Varios rumores falsos que se escucharon en los pasillos y se reflejaron en la prensa local al comienzo del encuentro, se deshicieron poco después. El primero indicaba que la CEE iba a "condicionar" su ayuda a que avanzaran los procesos de desmilitarización y democratización. En realidad este matiz no apareció en el comunicado conjunto ni en las declaraciones finales de Pisani. El mismo canciller Paz Barnica negó que durante los debates cerrados ésta hubiera sido la "línea" de la CEE. El otro "chisme" que también fue desmentido se relacionaba con supuestos "choques verbales" en las sesiones de trabajo entre los cancilleres hondureño y nicaraguense, puesto que el primero había acusado a Nicaragua, al llegar a San José, de ser "la responsable de la crisis regional". Lejos de pelearse, los dos funcionarios dieron muestras de camaradería. Platicaron ampliamente en sus ratos libres, se sentaron juntos en la última rueda de prensa, intercambiaron cigarrillos y de vez en cuando se hablaron al oído.
Lo que si fue confirmado por cancilleres europeos y por el ministro D'Escoto, en un ambiente de virtual escándalo, fue la existencia de una carta secreta del Secretario de Estado norteamericano, George Shultz, enviada días antes a los cancilleres europeos, en la que se les exhorta a abstenerse de aprobar en San José medida alguna que pudiera "conducir a una mayor ayuda económica" o a algún "apoyo político para los sandinistas". Tal misiva, invitaba, de otro lado, a apoyar las iniciativas del gobierno de Napoleón Duarte y formulaba críticas a Contadora por postergar "las negociaciones para la reducción de tropas y armas y para el retiro de asesores militares y de seguridad extranjeros". Según el canciller nicaraguense la misiva de Washington pretendía además aislar a Nicaragua en la conferencia y trazarle una abusiva pauta a los dirigentes europeos en el evento. Empero, la carta secreta no fue siquiera considerada en las discusiones, según reveló el ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Giulio Andreotti, y Nicaragua no tuvo que encarar el más leve intento de ser excluida de la reunión y de la futura ayuda europea. Este resultado constituyó pues, según algunos observadores en la conferencia, un revés político para la administración Reagan y para los sectores costarricenses que encabezados por el ex canciller Fernando Volio, se esforzaron por descalificar el evento y el Acta de Contadora. "Es probable que se amplíe la diferencia de enfoque entre la Comunidad Europea y Washington frente a la crisis centroamericana", dijo a SEMANA Albert Te Pass, portavoz de la CEE, la víspera de la conferencia. Por la suerte que tuvo la instructiva de Shultz en San José, puede afirmarse que esta apreciación de Te Pass tiende a confirmarse.
A pesar de que la firma del Acta de Contadora es aún susceptible de ser sometida a nuevas dilaciones -Washington y sus aliados cuestionan dicho texto luego de que Managua declara estar dispuesta a suscribirlo sin condiciones-, lo aprobado en la capital costarricense cierra más las posibilidades políticas de aquéllos que aspiran a escapar a un compromiso como el erigido por Contadora. Desde otro ángulo, la reunión de los 21 cancilleres también se erige como un nuevo obstáculo moral y diplomático a una solución definitiva de fuerza en la región. Esto es de inmensa actualidad a la luz de las denuncias recientes de las autoridades de Managua en el sentido de que la Casa Blanca "contempla" la posibilidad de una invasión a Nicaragua a partir del 15 de octubre, fecha que -precisamente- será la de la decisión sobre el tratado de paz.