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DE GOLPISTA A PRESIDENTE

Un militar rebelde lidera las encuestas en Venezuela. Mauricio Sáenz, enviado especial de SEMANA, analiza el fenómeno político de Hugo Chávez.

27 de abril de 1998

Hace seis meses muy pocas personas daban un centavo por las posibilidades presidenciales de Hugo Chávez Frías en Venezuela. La competencia por el favor de los votantes potenciales presentaba en un lejano primer lugar de las encuestas a la ex Miss Universo Irene Sáez, la alcaldesa del Chacao que se había vuelto noticia mun-dial por su exitosa gestión en uno de los municipios que integran la ciudad de Caracas. En el segundo lugar estaba el candidato 'serio', Claudio Fermín, recién retirado de su partido Acción Democrática _AD_. Un tercer lugar casi invisible correspondía a Chávez, a quien casi todo el mundo descalificaba por sus antecedentes de militar golpista, su actitud campechana y pintoresca y su discurso político que parecía demasiado patriotero y populista.
Pero desde hace unos tres meses el desempeño de Chávez en las encuestas comenzó a subir de una manera que tiene alarmado al establecimiento político venezolano. En ese corto período la preferencia por el comandante creció en un 300 por ciento, hasta llegar a igualar e incluso a superar en algunos casos a la de Irene. En este momento la pregunta ya no es si el combustible le alcanzará a la ex reina de belleza para llegar a la presidencia en las elecciones de diciembre sino si el ex militar golpista será o no la verdadera opción para un país que, como Venezuela, se encuentra en una encrucijada electoral sin antecedentes en su historia democrática.

El golpista
Hugo Chávez Frías entró a la escena pública venezolana el 4 de febrero de 1991. En esa fecha el comandante de paracaidistas lideró un movimiento militar destinado a sacar del poder al presidente Carlos Andrés Pérez, quien había aplastado la rebelión popular conocida como el 'caracazo' el 27 de febrero de 1989, y llevaba dos años de su segunda oportunidad al frente de los destinos de Venezuela. La rebelión militar alcanzó un éxito relativo en la mayor parte del territorio nacional pero fracasó en Caracas, que era precisamente la plaza que debía ser dominada por Chávez. Según éste dijo a SEMANA, la causa fue la traición de un capitán que reveló los planes en la capital, pero otros sostienen que al comandante le faltó decisión en el combate. Sea como fuere, los alzados no lograron capturar al presidente, sus fuerzas no consiguieron agruparse en forma debida y al filo del mediodía, después de sangrientos combates, era claro que el gobierno controlaba la situación. Chávez pidió que se le permitiera dirigirse a sus camaradas de rebeldía en el resto del país y, en forma insólita, fue autorizado para hablarles por la televisión. Fueron 50 segundos en los que Chávez, vestido con su uniforme de campaña y su boina roja, dijo con voz firme ser el responsable de lo ocurrido, anunció sus ideales bolivarianos para justificar el alzamiento y reconoció haber fracasado en su intención de ponerlos en práctica para salvar a Venezuela, "por ahora". No parecía un militar derrotado sino alguien capaz de seguir dando la batalla. Esa noche, en medio de la debacle militar, nacía Hugo Chávez como personaje nacional.
El comandante estuvo preso hasta 1994, cuando fue indultado por el nuevo presidente Rafael Caldera, quien ya octogenario había logrado resucitar su carrera política por haber sido el único político tradicional que defendió los motivos de los golpistas. Casi desde entonces Chávez se dedicó a promover su 'Movimiento Bolivariano', basado según él en los ideales del Libertador. Viajó en ese plan a algunos países latinoamericanos, entre ellos Colombia. La candidatura presidencial era un resultado previsible.
Reina contra golpista
En ese lapso la política venezolana entró en un cataclismo que tiene a los ciudadanos escogiendo entre una reina de belleza y un golpista. La causa remota, como dice Lucy Gómez, jefe de la sección política del diario El Nacional, proviene del desencanto con la segunda presidencia de Pérez, quien había prometido regresar a los tiempos de su primer período, cuando la bonanza petrolera pagaba todas las necesidades, pero se había encontrado con el imperativo de afectar el menguado bolsillo de los ciudadanos para ajustar la economía a una realidad muy distinta. "Carlos Andrés Pérez fue tal vez el último político al que los venezolanos le creyeron, y la desilusión fue catastrófica", dice Gómez. En un proceso acelerado se sumó el desastre del sistema financiero y los partidos políticos fueron identificados con la corrupción y los males del país. Hasta el punto que en esta oportunidad es la primera vez que se tenga memoria en que, a menos de un año de las elecciones, ninguna de las grandes fuerzas políticas, ni el socialcristiano Copei ni el socialdemócrata AD tienen candidato. El propio Rafael Caldera debió retirarse de su partido histórico para llegar a su segunda presidencia. Pero aunque aseguró la gobernabilidad, las causas de la situación siguieron incólumes.
Como afirma la analista Estrella Gutiérrez, todo este caos fue consecuencia de que el boom petrolero de los años 60 y 70 convirtió en complaciente a toda una generación de venezolanos, incluidos los políticos, cuya corrupción era tolerada porque no afectaba la economía de nadie. Privados de un Estado todopoderoso que llenaba todas sus necesidades y divorciados de unos partidos cerrados sobre sí mismos, que perdieron su función de instrumento de comunicación de la sociedad civil con el Estado, los ciudadanos se encontraron huérfanos. Eso explica que cuando apareció la figura angelical de Irene Sáez los venezolanos la acogieron como una especie de madre colectiva, dotada de una pureza contrastante con el entorno.
Por eso, dice el profesor universitario Pablo Antillano, el fenómeno de Hugo Chávez es explicable en los mismo términos que el de Irene. A cambio de una madre virginal Chávez ofrece la fuerza de un padre enérgico y decidido. Sólo que Irene ya llegó a su cúspide. "Irene ya no da más, no puede ser más bonita, ni más inteligente, y su discurso político es muy limitado", dijo a SEMANA un empresario caraqueño. En cambio Chávez tiene mucho espacio para perfeccionarse y, como dice Antillano, "tiene una gran convicción en lo que dice. Los venezolanos creen que los políticos dicen una cosa y hacen otra. A Chávez lo perciben como un iluminado sin fisuras entre lo que dice y lo que es. Y como su propuesta es lo que quieren oír, esto es, Asamblea Constituyente, acabar con los partidos, reforma económica, lucha contra la corrupción, su ventaja es muy clara".

¿Será que gana?
De hecho, el Chávez de hoy es muy diferente al de hace algunos meses. Sus asesores de campaña, los periodistas Juan Barrero y Maria Pili Hernández, le han limado sus asperezas, le quitaron la boina y el liqui-liqui y le pusieron traje y corbata, suprimieron algunos adjetivos de su vocabulario y añadieron conceptos más digeribles y modernos, expresados en más de 30 programas de televisión y múltiples portadas de publicaciones que se agotan. Atrás quedó, al menos en parte, el "patrioterismo trompetero". Lo cierto es que, como asegura el propio Chávez, su crecimiento en las encuestas corresponde más a la clase media que a los sectores más pobres.
Hay quienes dicen, sin embargo, que los grandes medios de comunicación le están dando más espacio precisamente para exponer sus debilidades y contradicciones conceptuales y para extremar la urgencia de encontrar un nuevo candidato que sea capaz de hacerle contrapeso. Y entre tanto Chávez es víctima de un fenómeno que él mismo desató, que es la conciencia de que puede haber un golpe militar en Venezuela, algo impensable hasta el 4 de febrero de 1992. El ex presidente Carlos Andrés Pérez sostuvo a SEMANA que los militares no aceptarían a Chávez como presidente y mucha gente piensa lo mismo en Caracas. Otros dicen que Estados Unidos, que tiene en Venezuela a un proveedor estratégico de petróleo, haría cualquier cosa con tal de evitar su llegada al poder. Lo cierto es que Chávez no tiene visa de entrada al país del norte.
Por lo pronto, la expectativa está en las decisiones que los mayores partidos tomen acerca de sus nominados. Oswaldo Alvarez Paz, ex candidato de Copei, aseguró a SEMANA que si se consolida una alianza entre Irene y su partido que no comprometa su independencia, su victoria es inevitable.
Chávez, entre tanto, tiene una convicción absoluta de que la victoria será suya. Eso causa gran angustia entre muchos sectores, los cuales piensan que ello sería el regreso de Venezuela a las épocas violentas de las guerras civiles que Chávez tanto gusta de recordar.
Aún falta mucho camino por recorrer, la ventaja de Chávez en las encuestas es, por ahora, exigua y el camino es contra la corriente. Chávez representa la rabia popular pero sus ideas están lejos de ser claras. Pero, como dijo Alvarez Paz, "es mejor tenerlo del lado civil, porque si hay algo bueno en este proceso es que la democracia es capaz de reciclar en su seno hasta a quienes han atentado contra ella".