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DEL ABOGADO AL SOMBRERO

Los cancilleres de Contadora intentan resucitar el Grupo.

17 de febrero de 1986

Un aura angelical ha descendido sobre las cabezas de los cancilleres del Grupo de Contadora. La toma de posesión presidencial de Vinicio Cerezo Arévalo, que reunió en la capital guatemalteca a los ministros de Relaciones Exteriores centroamericanos, a los del Grupo de Contadora (México, Panamá, Colombia y Venezuela), y a los del llamado Grupo de Apoyo (Perú, Argentina, Uruguay y Brasil), sirvió de marco a una improvisada "cumbre" de dignatarios que terminó inyectando nuevo dinamismo a la trajinada gestión diplomática que acaba de cumplir tres años (Contadora fue fundada el 8 y 9 de enero de 1983). En esa "cumbre", los cancilleres de Contadora hicieron públicas las resoluciones de la reunión de Caraballeda, celebrada el 11 de enero bajo el impulso del presidente venezolano, Jaime Lusinchi.
En líneas generales, este documento plantea continuar los trabajos del Grupo de Contadora, propone el cese del apoyo exterior a las fuerzas irregulares que operan en la región, y a los movimientos insurreccionales en todos los países del itsmo, exige la suspensión de las maniobras militares internacionales, y finalmente plantea la reducción progresiva, hasta su eliminación, de las instalaciones militares extranjeras y de los asesores militares propios de las mismas.
En otras palabras, busca afectar la ayuda norteamericana a los "contras" nicaraguenses, asi como el respaldo que Cuba y Nicaragua pueden estar brindando a los rebeldes salvadoreños. Además, reemprende la presión contra la presencia militar de Estados Unidos en Honduras y El Salvador y predica lo mismo contra los asesores cubanos en Nicaragua.
Por otra parte, los presidentes José Ascona, electo de Honduras, Napoleón Duarte de El Salvador, Vinicio Cerezo de Guatemala, Arturo del Valle de Panamá, y Daniel Ortega, de Nicaragua, acordaron volver a reunirse en Guatemala próximamente para fortalecer el espíritu negociador que los embargó durante la ceremonia presidencial.
Daniel Ortega, la víspera de la reunión de Caraballeda, envió un mensaje a los presidentes de las naciones que integran los grupos de Contadora y de Apoyo, en el que propuso -echando marcha atrás ante la exigencia del 7 de diciembre pasado de "congelar" hasta mayo la gestión- negociar un tratado de paz en la región que recoja los principios fundamentales del derecho internacional, tales como respeto a la no intervención, la no injerencia en los asuntos internos de otros países y la no utilización de la amenaza y de la fuerza. La carta también habla de impulsar el funcionamiento de mecanismos como las "comisiones mixtas" para favorecer "la confianza y el entendimiento" entre los países.
Ortega insistió en la necesidad de vincular a Estados Unidos a las negociaciones de paz para comprometerlo ante la comunidad internacional a no intervenir en Centroamérica.
El vicepresidente George Bush, invitado a la posesión de Cerezo, puso la nota amarga al contestar a lo anterior ratificando que su gobierno continuará apoyando a los "contras" de Nicaragua, y un día después de la "cumbre" de Contadora, se reveló que la administración Reagan piensa pedir al Congreso ayuda militar de 25 a 50 millones de dólares para la guerrilla antisandinista.