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Ninguno de los 10 candidatos republicanos presentes en el primer debate llena el perfil de gran líder conservador

ESTADOS UNIDOS

A la deriva

Un mormón, un veterano de guerra y un ex alcalde siguen siendo los favoritos republicanos para la candidatura a la Presidencia. Pero ninguno satisface a las bases del partido.

12 de mayo de 2007

Los más significativo del primer debate entre los precandidatos presidenciales republicanos, hace poco más de una semana, fue el sitio donde tuvo lugar: la biblioteca Ronald Reagan en California. Detrás de una discusión tranquila, donde cerraron filas al pedir la victoria en Irak (en contraste con la retirada que exigen los demócratas) se esconde el mal momento del partido de gobierno, donde añoran el liderazgo conservador de Reagan. Y es que la noche no parece terminar para los republicanos. A la impopularidad de George W. Bush, el desastroso balance de Irak y la debacle en las elecciones legislativas de noviembre pasado, donde los demócratas recuperaron el control de ambas Cámaras, ahora se suma una errática carrera para la nominación presidencial. Ninguno de los candidatos favoritos parece satisfacer a las bases del partido.

Si en las toldas demócratas varios candidatos han cobrado visibilidad por ser potenciales hitos históricos en caso de llegar a la Presidencia (la primera mujer -Hillary Clinton-, el primer negro -Barack Obama- o el primer hispano -Bill Richardson-), los favoritos republicanos no se quedan atrás. Mitt Romney sería el primer presidente mormón. John McCain, el primer veterano de Vietnam y el inquilino más viejo en la Casa Blanca. Y Rudy Giuliani, no sólo el primero en ir directamente de una alcaldía al Ejecutivo, sino el primer estadounidense de ascendencia italiana en lograrlo.

Giuliani es el predilecto en los sondeos. El ex alcalde de Nueva York saltó a la fama por su manejo de la crisis por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pero muchos consideran que no es una buena apuesta a largo plazo. Su vida privada, que en campaña se vuelve pública, no corresponde al ideal de los republicanos. Sus tres matrimonios pesan como plomo. A eso se suma que tiene posiciones liberales sobre el aborto y los derechos de los homosexuales, como evidenció el debate, dos temas sensibles para los votantes conservadores.

En las encuestas le sigue McCain. Héroe de guerra, el senador por Arizona sufrió en carne propia las torturas en Vietnam y es conocido por haber patrocinado medidas contra la tortura que se convirtieron en una piedra en el zapato para la administración Bush, que se esforzó en explotar limbos jurídicos para capturar sospechosos de terrorismo. Desde el comienzo criticó la estrategia en Irak y ha sido un abanderado de las reformas a las reglas de financiamiento de campañas. Con esos antecedentes, no es extraño que lo consideren un disidente, su principal talón de Aquiles.

Su edad también despierta dudas, pues tendrá 72 años cuando llegue a la Casa Blanca y no falta quien considere que su tiempo pasó. La gran paradoja de la campaña es que McCain, que se hizo fama de renegado por oponerse a Bush, ahora está inevitablemente ligado a la guerra. Es el republicano que más abiertamente ha apoyado el incremento de tropas, una posición impopular en estos momentos. Pero, a pesar de su caída en las encuestas, podría resurgir de las cenizas y posicionarse como un halcón sin asumir la culpa por los errores en Irak que ha criticado desde el comienzo. En el tema de la recaudación, que es vital para un candidato en Estados Unidos, también está rezagado. En los tres primeros meses de 2007 sólo recogió 12,5 millones, mientras Giuliani alcanzó los 15.

Pero el campeón republicano en recaudación fue Romney, quien alcanzó más de 20 millones. El ex gobernador de Massachussets es reconocido por su gestión en los Olímpicos de Invierno de 2002 en Salt Lake City. No sólo los salvó de una inminente bancarrota, sino que dejó ganancias. Después, como gobernador, adquirió notoriedad por un exitoso sistema de salud. Además es físicamente atractivo. Sin embargo, tiene en su contra el hecho de ser mormón en un partido donde pesa mucho la derecha religiosa. Y aunque Romney ha hecho todo lo posible por posicionarse como el campeón de los conservadores, muchos dudan de su sinceridad, y ha caído en los sondeos. "En este momento, el señor Romney necesita atención y simpatizantes más que dinero, ironizó recientemente 'The Economist'. Quizá debería pensar en enviar un dólar a cada votante registrado".

Ninguno satisface del todo a un amplio sector del partido, y una serie de aspirantes pretende pescar en río revuelto. "No se dejen engañar por gente que viene ahora a ustedes y les dice que son conservadores. Les puedo asegurar que Rudy McRomney no es conservador, y él sabe que no es conservador", dijo hace poco en un ingenioso juego de palabras con los nombres de los tres favoritos Jim Gilmore, ex gobernador de Virginia, frente e una multitud en Iowa. De momento, su aspiración no parece con muchas posibilidades y en el debate no fue brillante.

En un partido donde tradicionalmente hay un claro favorito desde el comienzo, ninguno de los 10 candidatos que participaron en el debate ha despegado del todo. "La carrera presidencial de los republicanos se puede resumir así: tres fuertes competidores y el hambre por alguien más", aseguraba The Washington Post. La ansiedad comienza a apoderarse de las toldas republicanas a medida que sus rivales exhiben mejores números en recaudación. Mientras los demócratas reunieron unos 78 millones, los republicanos apenas sobrepasaron los 50. "Hay un vacío. Esta es la primera elección desde 1960 sin un claro contendiente conservador en el terreno. McCain es visto como un disidente, Giuliani no es convincente por sus posturas en temas sociales y nadie está convencido de que Romney sea el conservador que proclama ser. Los votantes están a la caza de un nuevo Ronald Reagan", dijo a SEMANA el estratega y encuestador republicano David Johnson, de Strategic Vision.

Y es en medio de la nostalgia por mejores tiempos cuando han emergido los nombres de aspirantes que, de momento, observan desde la barrera. Uno es Newt Gingrich, el congresista que lideró la revolución republicana que tomó el control de la Cámara de Representantes en 1994 y lideró el proceso de destitución contra Bill Clinton por su affair con Monica Lewinsky (mientras él mismo tenía una amante, según confesó recientemente).

Pero quien mayor sensación ha causado es el ex senador por Tennessee Fred Thompson. Nadie mejor que él para evocar la figura de Reagan. A diferencia de los favoritos, no es el primero en nada, pero, al igual que el ex presidente, Thompson tiene una carrera como actor secundario. En la televisión y el cine ha representado papeles como presidente de Estados Unidos, director de la CIA, y, durante los últimos cuatro años, como el fiscal de distrito Arthur Branch en la popular serie Law & Order. Con el solo hecho de anunciar que estaba considerando lanzarse comenzó a figurar en las encuestas con cifras de dos dígitos, superando al recaudador Romney. Los analistas coinciden en que todo está servido para el ascenso de un cuarto candidato. "Es muy probable que si se candidatiza, llene el campo conservador", asegura Johnson. Thompson parece el más opcionado para recuperar el extraviado entusiasmo. Entre los republicanos nada está decidido aún.