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Desde la prisión

La candidatura presidencial de Barghouti, condenado de por vida, plantea nuevos riesgos a la sucesión de Arafat.

5 de diciembre de 2004

l camino a la presidencia palestina no se ve tan claro como hace una semana. Faltando tan sólo unas horas para el cierre del plazo de inscripciones para las elecciones palestinas del 9 enero, Marwan Barghouti anunció su candidatura para la presidencia, una decisión sorpresiva que cambia las perspectivas políticas de los conflictivos territorios palestinos.

Hasta hace una semana, los palestinos y el mundo tenían algo claro: la salida de Barghouti del proceso electoral dejaba el camino libre al candidato oficial de la Organización para la Liberación Palestina (OLP), Mahmud Abbas -conocido también como Abu Mazen por su nom de guerre-. Pero con la postulación de Barghouti el escenario político sufre un cambio significativo. Para los analistas, las nuevas condiciones ponen en riesgo la ya inestable política palestina, y podrían terminar dejándola en un limbo permanente.

Barghouti es el candidato del pueblo, especialmente de las 'nuevas generaciones'. Fue el líder de la segunda Intifada y su imagen de combatiente lo hace una de las figuras más fuertes entre los jóvenes palestinos. Ahora, en su rol de candidato presidencial, es la contraparte más fuerte frente a Abbas. "El mayor peligro es que de tener una campaña exitosa, Barghouti provocaría una división en Al Fatah, el partido político de Yasser Arafat", dijo a SEMANA Jean-

Robert Leguey, profesor de Oriente Medio de la St. Louis University.

Tras varias historias de encarcelamiento, desde junio de este año cumple una condena de cinco cadenas perpetuas en la cárcel israelí de Beersheva, en donde no tiene contacto con otros prisioneros, no puede recibir visitas familiares ni puede usar el teléfono. La sentencia fue dictada por un tribunal de Israel después de dos años de juicio en los que se le acusó de planear ataques contra israelíes en 2001 y 2002, en donde murieron cuatro ciudadanos israelíes y un monje ortodoxo griego. Además lo vinculan con las Brigadas Mártires de Al

Aqsa, consideradas por Israel como un grupo terrorista.

A pesar de la imagen de terrorista que tiene para muchos israelíes, otros lo consideran un líder político pragmático con el que se puede hablar. Barghouti no sólo habla con fluidez el hebreo, sino que también apoya la idea de convivencia del Estado judío y el palestino como salida al conflicto. Además, antes de ser condenado,

Barghouti tenía importantes contactos con políticos israelíes que podrían ayudar a una pronta resolución.

Al mismo tiempo, su continua defensa de la lucha palestina le ha significado una gran popularidad y confianza de los militantes palestinos. De hecho, durante el corto lapso en el que Abbas fue primer ministro, Barghouti logró convencerlos de iniciar un período de tregua.

En las calles de Cisjordania y Gaza cada vez es más evidente su popularidad. La mayoría de los jóvenes tienen una posición hostil frente a los líderes de la 'vieja guardia' como Abbas, que vivieron la mayor parte de su vida en el exilio y no han estado en prisión. Por su parte, los políticos tradicionales parecen resistir al nacimiento de una nueva generación de líderes. Ambas posiciones podrían terminar detonando una crisis interna que, en el peor de los escenarios, llevaría a la división irreparable de Al Fatah.

"Probablemente Barghouti esté buscando una victoria que le permita presionar al Estado de Israel para ponerlo en libertad", dijo Leguey. Eso plantearía un problema de difícil solución, pues el Estado israelí no podría liberarlo sin aceptar tácitamente que su encarcelamiento fue motivado más por la política que por un juicio justo. Pero no sería la primera vez que un presidente palestino hubiera estado preso por los israelíes. Al fin y al cabo Yasser Arafat vivió sitiado y virtualmente detenido en su cuartel de la Mukata los últimos tres años de su vida.