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Pervez Musharaf, presidente de Pakistán, y Hamid Karzai, de Afganistán, cenaron el miércoles con George W. Bush. Karzai acusa a su vecino de convertir la zona fronteriza en refugio de talibanes

Estados Unidos

Doble desastre

La comprobación oficial de las mentiras que justificaron invadir a Irak, y el fracaso político-militar en este país y en Afganistán, podrían ser fatales en noviembre para el partido de gobierno.

30 de septiembre de 2006

Afirmar que la guerra de Irak ha empeorado el problema del terrorismo mundial es llover sobre mojado. Pero una cosa es que lo asegure un columnista, un candidato de oposición, y otra que lo haga un documento que reúne la opinión de las 16 agencias de inteligencia del gobierno estadounidense, precisamente a poco más de un mes de las elecciones legislativas.

De ahí el revuelo que causó en Estados Unidos el National Inteligence Estimate, Informe Nacional de Inteligencia (NIE, por su sigla en inglés), sobre las 'amenazas terroristas globales', revelado parcialmente la semana pasada después de haber sido filtrado a la prensa. El documento pone en evidencia el cinismo del presidente George W. Bush, quien ha reiterado que su país está ganando la guerra contra el terrorismo y está más seguro que nunca desde el 11 de septiembre de 2001.

Si en Irak llueve...

En un memo de 2003 el secretario de Defensa Donald Rumsfeld ya había resumido la pregunta fundamental para evaluar la ofensiva de Washington: "¿Estamos capturando, matando o disuadiendo diariamente más terroristas que los que las 'madrassas' (escuelas coránicas) y los clérigos radicales están reclutando, entrenando y desplegando contra nosotros?". La respuesta, a juzgar por el NIE, es negativa. El documento asegura que "la yihad iraquí está conformando una nueva generación de líderes terroristas", y la invasión "se ha convertido en la causa célebre de los yihadistas, y ha alimentado un profundo resentimiento hacia la presencia de Estados Unidos en Oriente Medio y atraído apoyos para el movimiento yihadista global". La publicación coincidió con otro informe, encargado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que también asegura que la guerra de Irak ha servido a Al Qaeda como centro para reclutar y entrenar combatientes. Tal como lo aseguró un analista citado por The New York Times, " la conclusión es que no tenemos suficientes balas para los enemigos que estamos creando".

Las consecuencias políticas pueden ser determinantes frente a las elecciones del 7 de noviembre, cuando los republicanos podrían perder las mayorías en ambas cámaras del Congreso. Y si los demócratas retoman el control, sin duda habría más enfrentamientos con el ejecutivo e investigaciones más agresivas. El ya conflictivo segundo período podría convertirse en una pesadilla para Bush. De ahí que el texano se quejara de que las filtraciones habrían tenido motivaciones políticas.

Desde hace algún tiempo Bush estaba tratando de evitar hablar específicamente sobre Irak y centrar su discurso en la guerra global contra el terrorismo, pero el vínculo que él mismo creó para argumentar el ataque a Saddam Hussein no es tan fácil de deshacer. Se supone que tradicionalmente los republicanos son más fuertes en los temas de seguridad nacional, pero la publicación del NIE cambió el libreto del partido de gobierno y sirvió para que los demócratas se lanzaran a la ofensiva. El informe les dio la munición que les hacía falta al desbaratar el argumento de que la guerra de Irak, en el fondo, se trataba de hacer de Estados Unidos un lugar más seguro.

En una campaña cada vez más virulenta, nadie ha quedado a salvo y los republicanos han lanzado una estrategia para que la responsabilidad de los atentados contra el Pentágono y las Torres Gemelas recaiga sobre los hombros de Bill Clinton, la figura emblemática del partido Demócrata. En una entrevista con la cadena conservadora Fox News el ex presidente perdió la compostura cuando le preguntaron por qué no había hecho un mayor esfuerzo por atrapar a Ben Laden. Un colérico Clinton se defendió argumentando que por lo menos lo había intentado, mientras que la administración Bush no había hecho nada por capturarlo en sus primeros ocho meses de gobierno, antes de los atentados. Y contraatacó recordando que para Bush, la caza de Ben Laden y la guerra en Afganistán dejaron de ser una prioridad por cuenta de la guerra en Irak.

En Afganistán no escampa

La tensa cena de Bush el miércoles con los presidentes de Pakistán, Pervez Musharaf, y Afganistán, Hamid Karzai, recordó que el otro gran frente de la guerra contra el terrorismo también está en crisis. Hace poco el texano aseguraba que Afganistán era un modelo de transformación al haber pasado de ser un Estado fallido y un santuario terrorista a un respetable miembro de la comunidad internacional con exitosas elecciones presidenciales y legislativas.

Afganistán se ha vendido como una victoria, pero la compleja tarea de la posguerra nunca concluyó y la realidad actual deja poco espacio para el optimismo. El débil gobierno de Karzai ha dejado un vacío de poder que los talibanes, financiados por el creciente tráfico de opio, están llenando como ya lo habían hecho en el pasado. Un nuevo Estado fallido, sin ley ni orden, está emergiendo en la frontera entre Pakistán y Afganistán, mientras los dos gobiernos se cruzan acusaciones. En su última portada Newsweek bautizó esta región como "Yahidistán".

Como en Irak, la declaración de victoria contra el antiguo régimen afgano fue prematura. Las tropas de la Otan se han encontrado con una creciente espiral de violencia jalonada por la 'iraquización' de la insurgencia afgana con tácticas que incluyen carro bombas que estallan al paso de las caravanas, ataques suicidas y destrucción de infraestructura. Desde 2002, los ataques anuales contra las fuerzas multinacionales han pasado de 45 a cerca de 200 el año pasado y las bajas, de 60 a más de 300. La falta de progreso desanimó a los afganos y facilitó el reclutamiento, nuevamente, de islamistas radicales. La que era sobre el papel una misión pacificadora se enfrentó a un escenario de combate frontal.

La situación se explica en gran medida, por la falta de inversión. El ex enviado especial de Bush a Kabul Jim Dobbins, quien también ha estado en Bosnia, Kosovo, Haití y Somalia, le dijo a Newsweek que era "el esfuerzo de reconstrucción nacional con más bajos recursos de la historia".

Antes del ataque de Estados Unidos a Afganistán como retaliación a los atentados contra las Torres Gemelas, ese país era considerado un santuario para los terroristas. Los campos de entrenamiento fueron desmantelados y los talibanes, forzados a dejar el poder. Pero el éxito inicial se convirtió en falsas promesas. El retroceso es evidente. La dinámica que permitió germinar el terrorismo previo a los ataques del 11 de septiembre de 2001 se está repitiendo no sólo en Afganistán, sino también en Irak. De ahí que los más críticos interpreten el NIE como la prueba de que el gran fracaso de la guerra contra el terrorismo es que ahora existen dos afganistanes en lugar de uno.