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DURO DE VENCER

El triunfo de Labastida en las primarias del PRI hace pensar que está lejos el día en que el <BR>partido hegemónico salga del poder en México.

13 de diciembre de 1999

Hace apenas cuatro semanas nadie daba cinco centavos en México por la permanencia en el
poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La agrupación hegemónica más antigua del mundo
parecía en camino de la derrota en las elecciones del próximo 2 de julio, no sólo por las disputas
internas y las sucesivas derrotas en algunas gobernaciones clave, que presagiaban un deterioro insuperable,
sino porque los partidos de oposición parecían a punto de lograr una alianza capaz de superarla limpiamente
en las urnas. Ese panorama ha cambiado radicalmente. Por una parte, los hechos demostraron que la
coalición opositora no era viable por las diferencias ideológicas y por las aspiraciones personalistas de los
líderes involucrados. Vicente Fox, del centroderechista Partido Acción Nacional (PAN), y Cuauhtémoc
Cárdenas, del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), no pudieron ponerse de
acuerdo ni en la forma de escoger el candidato único ni en su aproximación conjunta a los temas
nacionales. Y por la otra, pocos contaban con la increíble capacidad del PRI de reinventarse una y otra vez.
En una medida sin precedentes el presidente Ernesto Zedillo cumplió su palabra de eliminar el 'dedazo', el
sistema hermético por el cual el mandatario de turno escogía, por sí y ante sí, el candidato a sucederlo. Las
elecciones primarias celebradas el 8 de noviembre fueron capaces de contrarrestar, al menos en
apariencia, las acusaciones que señalaban al PRI de antidemocrático. La votación fue copiosa y entusiasta y,
al final, ganó Francisco Labastida, el candidato que las encuestas señalaban como favorito.Cambio
engañosoPero ese panorama de apertura es engañoso. Labastida era también el candidato del presidente
Zedillo, por lo que los opositores no dudaron en señalar que, lejos de democratizarse, el PRI produjo el
'dedazo' más caro de la historia, en referencia a los 3,3 millones de dólares gastados en la organización de
las primarias. Y, por otra parte, el apabullante triunfo sobre su más cercano rival, Roberto Madrazo Pintado,
pareció confirmar que la maquinaria del PRI, si bien vieja y gastada, sigue funcionando como el primer
día.Aparte de eso, como dijo a SEMANA un analista mexicano que pidió reservar su nombre, "Labastida es
un hombre que ha cimentado su carrera más en la lealtad al partido, en el que lleva 37 años de militancia,
que en su capacidad para la audacia y el cambio. Labastida es la quintaesencia del PRI".Esas
circunstancias, unidas a las críticas sobre irregularidades, hacen a muchos pensar que el que se operó en el
PRI es un típico cambio lampedusiano, según el cual es "necesario que todo cambie para que nada cambie".