Home

Mundo

Artículo

Estados Unidos

Duro rival

John Kerry es el hombre que apunta a disputar la próxima presidencia de los Estados Unidos con George W. Bush.

8 de febrero de 2004

John Forbes Kerry, un estadounidense de 60 años con aires de lord inglés, podría convertirse en el hombre más poderoso del mundo. Hasta el momento, Kerry está a la cabeza de la carrera por la candidatura demócrata, y se perfila como el más opcionado para enfrentarse al presidente George W. Bush en noviembre.

Kerry era hasta hace muy poco un desconocido y la prensa prefería citar las diatribas furibundas que hacía el entonces puntero Howard Dean. Sin embargo, en los últimos 20 días el cuatro veces senador por el estado de Massachusetts se ha robado la atención de los medios y de los demócratas ansiosos de derrocar a Bush.

Kerry es percibido como un hombre inteligente y atractivo, y tiene la gran ventaja de ser un héroe de la guerra de Vietnam. Mientras que Bush, el presidente guerrerista, usó sus influencias cuando prestó servicio para evitar este conflicto.

Kerry no corresponde al típico all american boy. Desde pequeño, mientras otros niños comían hamburguesa, su padre le enseñaba política exterior en el comedor de su casa. No fue popular durante sus años de colegio y más adelante, cuando estudiaba en una escuela episcopal, ya era demócrata e idolatraba a John F. Kennedy. De hecho, sus iniciales son iguales, y ya hay muchos que lo apodan el nuevo JFK. Pero esta no es la única afinidad entre los dos políticos: Para

empezar tienen un gran parecido físico. Además, en caso de que Kerry llegase a ser presidente de Estados Unidos, sería el único senador en ejercicio después de Kennedy en llegar a la oficina oval.

Como su contrincante Bush, Kerry estudió en la Universidad de Yale. Allí no sólo se conocieron, sino que también formaron parte de una de las más famosas y elitistas sociedades secretas: Skull and Bones, conocida porque en sus rituales de iniciación los participantes deben luchar desnudos y recitar toda su vida sexual dentro de un ataúd. Aunque aún no ha salido ningún libro escandaloso con fotos de los rivales desnudos en el fango, lo más probable es que ambos hayan tenido que pasar por estos rituales. Y por supuesto no falta el sarcástico que dice que esas peleas fueron la mejor preparación para la vida de políticos.

Pero a diferencia de Bush, después de graduado, Kerry entró a la Marina. Fue en 1966, en plena guerra de Vietnam, una experiencia que lo marcaría de por vida. Por su valor en combate, Kerry resultó condecorado, y este mérito le ha servido mucho en la campaña. Tras su victoria en cinco de los siete estados que celebraron primarias el martes de la semana pasada afirmó: "Cómo puede Bush hablar de guerra, él que no sabe lo que ella significa". En cambio Kerry, piensan sus seguidores, no sólo entiende el significado sino que se destacó como pocos en una.

Sin embargo, algunos de sus opositores le reclaman no ser completamente sincero en el tema bélico. Tras la guerra fue cofundador del grupo Veteranos de Vietnam, y protestó contra el presidente Johnson porque creía que sus decisiones no tenían en cuenta la vida de los soldados en batalla. En señal de condena, los veteranos lanzaron sus medallas de guerra en los escalones del Capitolio, pero Kerry no se quiso despegar de sus preciadas medallas y se limitó a lanzar unas cintas sin mucho valor. El hecho fue percibido como traición a la causa y produjo críticas que han revivido ahora.

Paso a paso

Pero traidor o no, Kerry lleva la delantera. De los 2.162 delegados que necesita para conseguir la mayoría en la Convención Demócrata, el martes ya había conseguido 200 en siete de los 51 estados. Howard Dean, que iba de segundo, no había alcanzado sino 130.

De todas maneras, el camino hacia la presidencia no es fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que los republicanos no descansarán hasta ver disminuida la fuerza de Kerry, y aprovecharán con seguridad su fama de pedante, su supuesta pomposidad. Para sus defensores, este "carácter fuerte" ha hecho que sus críticos lo relacionen con un globo de aire que se va llenando de ego pero que tarde o temprano explotará.

Aun así, todo está por verse. Kerry tenía una actitud que muchos en Estados Unidos calificaban de "europea". Sin embargo, a causa de las críticas de medios en Europa como Der Spiegel acerca de su falta de carisma, los electores estadounidenses molestos le sumaron puntos en casa. Ahora sus asesores de imagen tratan de mostrarlo como un norteamericano cualquiera. Resaltan por ejemplo su pasión por su motocicleta Harley-Davidson, por la carne roja y el hockey sobre hielo.

La posición de Kerry frente a ciertos puntos de la política de Bush ha sido clara. No comulga con la unilateralidad que se ha manejado en los temas de guerra y posguerra con Irak, aunque apoyó la invasión; defiende, al contrario del actual Presidente, que el orden mundial se establezca en instituciones internacionales y critica el manejo que se le ha dado a la economía.

Kerry ha tomado ventaja de varias falencias en la política de Bush, especialmente el hecho de que Estados Unidos tenga actualmente la peor tasa de desempleo de los últimos años y un récord en déficit fiscal. Kerry ha hecho énfasis en que no va a romper la fe que tiene la gente en la seguridad social, ni va a abandonar a las personas que luchan por ganar un salario decente, y que luchará por crear nuevos puestos de trabajo.

Pero una cosa es clara: las posibilidades de que Bush sea derrotado tienen menos que ver con la personalidad de su contendor que con el desempeño de la economía y la estabilidad de Irak. Si estos factores se mantienen dentro de lo esperado, pocos dudan de la reelección de Bush. Pero si no le son favorables, el carisma del contendor adquirirá importancia. Y todo indica que el de Kerry le garantizaría por lo menos una buena pelea.