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Simpático y extrovertido, Herman Cain tiene el don de la palabra. Después de ser un exitoso empresario, se volvió pastor de su Iglesia bautista en Atlanta y animador en una estación de radio conservadora. Ahí pulió su oratoria.

ESTADOS UNIDOS

El anti Obama

La sorpresa de los precandidatos republicanos es Herman Cain, un empresario negro. Pero un escándalo sexual lo podría sacar de la carrera.

5 de noviembre de 2011

Desde hace unas semanas, Herman Cain era la mayor amenaza para quienes aspiran a ganar la candidatura republicana para la Casa Blanca en 2012. En efecto, el empresario de pizzas había logrado superar su falta de experiencia política con simpatía y carisma para lograr algo que parecía impensable: que un hombre negro se posicionara en el primer lugar, al lado de un peso pesado como Mitt Romney y por encima de figuras como Michele Bachmann y Rick Perry.

Sin embargo, desde el 30 de octubre ese sorprendente éxito parece en peligro, pues a Cain ya le salió el consabido escándalo sexual, tan habitual en las campañas políticas norteamericanas. El asunto estalló cuando el portal Politico reveló que en los años noventa, cuando Cain era presidente de la Asociación Nacional de Restaurantes, varias mujeres se quejaron de sus comentarios sexuales inapropiados, y una de ellas habló de que la habría invitado a su apartamento con fines no tan claros. Sin embargo, el supuesto acoso no llegó a los estrados pues las víctimas acordaron con los abogados de la entidad que no denunciarían al empresario a cambio de una indemnización, que en el caso de una de ellas ascendió a 35.000 dólares.

Cain negó inicialmente los hechos, a los que calificó de mentira. Luego aceptó que podrían haber tenido lugar, aunque sostuvo que si hubo acuerdos, él no sabía el monto. Y por último, aceptó que hubo dinero de por medio, pero que fue una indemnización por despido, pues las acusaciones nunca fueron probadas. Afirmando que la voluntad popular estaba con él, como lo prueban las encuestas, y que ha recaudado más de un millón de dólares para su campaña, advirtió que no se dejará sacar de la carrera por un montaje que, según su campaña, fue orquestado por los asesores de Perry.

Sin embargo, a lo largo de la semana, el portal insistió en su denuncia y publicó más detalles, lo que puso a tambalear la candidatura de Cain, sobre todo ante lo que los analistas percibieron como la ausencia en su bando de asesores para manejar la situación.

Y es que, precisamente, no tener un aparato electoral ha sido una de las banderas de este empresario de 65 años, quien ha logrado superar sus limitaciones gracias, sobre todo, a su estilo extrovertido, propuestas simples y una vida que prueba que el "sueño americano" es posible.

Cain nació en Georgia en época de la segregación. Su madre era empleada doméstica y su padre, chofer, y a punta de becas se graduó de Matemáticas e Ingeniería de Sistemas y poco a poco entró al mundo de los negocios. Después de pasar por Coca-Cola y Burger King, en 1986 le llegó su oportunidad. Le pidieron salvar la cadena de comida rápida Godfather's Pizza, la sacó de la quiebra y la convirtió en una de las marcas más importantes. Cain compró la empresa y cumplió el sueño de cualquier estadounidense: ser dueño de su propio emporio.

Es un aspirante con personalidad, que marca la diferencia frente al resto de los candidatos. Y, sobre todo, es afroamericano, lo que lo convierte en una especie de anti Obama para seducir al electorado negro, que vota por el Partido Demócrata. Es el pastor de su Iglesia bautista, se opone al matrimonio homosexual y al aborto, incluso en casos de incesto o de violación. Aplaudió la Ley de Arizona, que equipara a los inmigrantes ilegales con delincuentes. Propuso, con ironía, construir en la frontera con México una muralla de 20 metros de altura, con alambre de púas, electricidad y fosos con cocodrilos. Les dijo a los indignados de Wall Street "no culpen a los bancos de no tener trabajo y plata, cúlpense a ustedes mismos". Un discurso ultraconservador que convence hasta a los más acérrimos seguidores del Tea Party.

A ellos poco les importa que sus propuestas suenen descabelladas, como el "9-9-9", tres impuestos de 9 por ciento sobre el consumo, los beneficios de las empresas y los ingresos. Muchos economistas dicen que es una rebaja para los más ricos y una carga extra para los pobres. Tampoco les molesta que no sepa de geopolítica, como cuando dijo que no sabía dónde queda Uzbekistán, pues "eso no sirve para crear empleos".

Ahora que Cain es favorito, está en la mira de todos, y la gran pregunta es qué tanto logrará el escándalo descarrilar su campaña. En Estados Unidos, más que el delito en sí, lo que más molesta al electorado es que el candidato mienta. De modo que muy probablemente en las próximas semanas se sabrá si sus problemas lo detienen o si será finalmente el anti Obama con el que sueñan los republicanos.