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EL CASADO INFIEL

De de nuevo un precandidato demócrata puntero, esta vez Bill Clinton, enfrenta acusaciones de infidelidad matrimonial que podrían costarle la presidencia.

2 de marzo de 1992

LOS RUMORES SOBRE LA INFIDELIDAD DEL precandidato demócrata Bill Clinton no eran nuevos.
Pero llegaron a la primera plana de los principales diarios del país cuando Gennifer Flowers, ex empleada del Estado de Arkansas y hoy cantante de cabaret, dijo a un periódico "de supermercado" que su relación con el gobernador había traspasado los límites de la amistad y que había sido su amante durante 12 años. La Flowers dió a conocer unas grabaciones telefónicas que hizo antes de su ruptura, "cuando sintió miedo ".
La vida de Clinton ha sido un constante ascenso que le ha llevado a ser hoy por hoy el más opcionado para la candidatura de su partido. Su postura como demócrata de centro le coloca en un lugar privilegiado para derrotar a George Bush en las elecciones de noviembre. Pero todo ello parece amenazado por el escándalo. La reacción inicial fue medida en una encuesta del 24 de enero en el Estado de New Hampshire. El respaldo popular por Clinton cayo 12 puntos para quedar en 27 por ciento, empatado con el ex senador Paul Tsongas, de Massachussets.
El escándalo tiene el ingrediente previo de una demanda presentada por Larry Nichols (ex empleado del Estado de Arkansas) en busca de ser indemnizado por su destitución del cargo. En su demanda Nichols acuso al gobernador Clinton de haber tenido romances con cinco mujeres, lo que parece haber impulsado al Star a pagar 50 mil dólares por publicar su entrevista con la señora Flowers.
Pero el 25 de enero, varios días después de que saliera el Star, Nichols retiró su demanda. "Yo estaba dispuesto a destruirle", pero sus intentos de vengarse "llegaron demasiado lejos".
Nichols refirió que al publicarse la entrevista de Flowers, "varias mujeres me llamaron para preguntar si yo estaba dispuesto a pagarles para que dijeran que habían tenido un romance con Clinton". Aunque Nichols pidió perdón a las involucradas (incluida la Flowers), no quiso retractarse de sus afirmaciones sobre la supuesta infidelidad.
Arrepentido o no, el daño estaba hecho. Aunque las circunstancias y los personajes eran diferentes, el antecedente de Gary Hart se volvió inevitable. Hart, un precandidato demócrata que parecía capaz de derrotar a George Bush en las elecciones de 1988, quedó fuera de concurso con el descubrimiento de su affaire con la modelo Donna Rice. Nada indicaba que la actitud del electorado norteamericano hubiera cambiado. Clinton, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarse eliminar sin presentar combate. Y eso fue lo que hizo en una entrevista de televisión el 26 de enero.
Renegando su actitud anterior de no hacer declaraciones sobre su vida privada, Clinton escogió la peligrosa estrategia de no negar sus actos. Con su esposa Hillary a su lado reconocio conocer a la Flowers, a quien describió como una "antigua conocida de la familia", pero dijo que las afirmaciones de haber tenido un romance con ella eran "totalmente falsas". Sin embargo, en tono de confesión, dijo tambien que "he reconocido mis errores y haber causado dolor en mi matrimonio", y que estaba siendo castigado por haber salvado su familia, en la misma medida en la que los divorciados eran penalizados por haber fallado en salvar las suyas.
La falta de negativa contundente convenció a todos de la verdad de los rumores acerca de la vida de Clinton.
Pero por lo pronto, su estrategia parece haber dado resultado. En una encuesta hecha dos días después por el noticiero ABC News, el 80 por ciento de los consultados estuvo a favor de que Clinton siguiera en campaña sin importar si es infiel o no. El 73 por ciento dijo que el problema era personal, y una encuesta diferente sostuvo que Clinton había aumentado su ventaja en New Hampshire después de la entrevista.
Clinton sigue siendo el candidato para mostrar de los demócratas, y el daño que el asunto de la Flowers pueda haberle hecho no se sabe aún a ciencia cierta. Para la mayoría de los observadores "serios", Clinton tuvo el mérito de que nunca le mintió a la opinión y en "60 Minutes" logró señalar las diferencias con el caso de Gary Hart, quien siempre negó las acusaciones que se le hacían. Algunos comentaron que Clinton evidenció que la descalificación de Hart no fue su infidelidad, sino el hecho de que irrespetara al electorado al mentirle. Para otro comentaristas, la vida privada de los candidatos solo importa en la medida en que pueda afectar los asuntos públicos, lo que al contrario del, poco cuidadoso Hart, claramente, no es el caso de Clinton.
La Flowers pudo hacer mayor daño cuando reveló en sus grabaciones unos comentarios de Clinton sobre el gobernador de Nueva York, Mario Cuomo, quien antes de anunciar que no sería precandidato, era el hombre por derrotar en el campo demócrata.
Cuomo convirtió el comentario en prueba de que Clinton tiene tendencias racistas contra grupos minoritarios. Pero la falta de eco a nivel nacional pareció demostrar que el electorado norteamericano esta dejando de lado los temas personales, para que el debate se centre sobre los verdaderos problemas como la recesión económica, el desempleo, el déficit comercial y el consumo de drogas.
Eso demostraría también que la frivolidad sólo favorece en épocas de vacas gordas. Curiosamente el escándalo podría ayudar a Clinton, cuyo mayor problema era la falta de recordación a nivel nacional.