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EL CHIVO EXPIATORIO

Acorralado en su juicio, Oliver North arremete contra Reagan y Bush.

15 de mayo de 1989

El juicio al coronel Oliver North no sólo reveló esta semana que el acusado había incurrido en falsedad de documentos durante seis oportunidades, sino que--y esto es algo que el tiempo se cansará seguramente de verificar--el entonces presidente Reagan y su vicepresidente, el hoy Primer Mandatario, George Bush, estuvieron más al tanto del affaire Irán-contras que lo previamente admitido por ambos.
Varios documentos oficiales dados a conocer en los últimos días por North, parecen inferir que Ronald Reagan fue el centro ordenador de todo el esfuerzo que hizo la Casa Blanca por seguir sosteniendo a los contras nicaraguenses --a pesar de que el Congreso lo había prohibido mediante la Enmienda Boland-y que George Bush fue el emisario discreto enviado por la Casa Blanca a conversar en Tegucigalpa con el presidente hondureño, Roberto Suazo Córdova, a quien Bush habría ofrecido en nombre de la administración, y con el visto bueno de su jefe, algunos incentivos de tipo financiero para su país, con el fin de que la ayuda a los contras no se suspendiera allí en la frontera.
Otro documento, entregado también por North en el juicio, mostró evidencias de que el mismo Reagan aprobó personalmente en 1986, el envío por aire de dos armas antitanque para que sus "luchadores de la libertad" pudieran hundir un barco en esa época. Y se ha confirmado hasta la saciedad que fueron numerosos los actos que llevó a cabo, e inagotable la retórica que dedicó Reagan durante esos años de la prohibición, para no abandonar a sus "baluartes de la democracia" .
Según North, desde cuando en noviembre de 1986 se descubrió la operación mediante la cual Estados Unidos había vendido armas a Irán para financiar con las ganancias a los contras antisandinistas, empezaron a destruirse todas aquellas evidencias frases y referencias top secret que involucraban la participación del Presidente y de sus subalternos de alto nivel en este affaire prohibido. De acuerdo con North, él ayudó a romper papeles y mintió descaradamente al Congreso, porque creía estar haciendo todo eso por la patria y con a bendición de su Presidente, sin darse cuenta de que lo estaban dejando absolutamente solo.
Lo más probable en efecto es que el coronel haya desaparecido ayer las mismas evidencias que hoy lo hubieran exonerado. En sus palabras, él recibió siempre órdenes directas del procurador general Edwin Meese o del asesor de Seguridad Nacional Robert McFarlane y su sucesor John Poindexter, o del director de la CIA William Casey. Fueron McFarlane y Poindexter quienes, siempre según North, rompieron frente a él sendos memorandos secretos de Reagan referentes al asunto Irán-contras, y quienes le dieron órdenes para que él se encargara de romper todos los demás. "Yo sólo les obedecí. He sido apenas un peón de brega en un ajedrez de gigantes", dijo con voz trémula esta semana, con una mezcla de rabia y desprecio contra sus superiores. "Pensé que eran hombres de honor. Y que lo que yo hacía, si bien no era legal, era correcto".
Una comisión investigadora del mismo Ejecutivo, comandada por John Tower, exoneró en su momento al presidente Reagan de toda injerencia y participación en el famoso affaire del escándalo que hoy ya no parece, a pesar de todo, mortificar tanto a nadie.
Pero lo cierto es que, tras lo revelado en el juicio de North, Bush no podrá seguir alegando que no sabía nada del negocio Irán-contras. Mientras rehúsa declarar ante la corte, "para no entorpecer el normal desarrollo del proceso", se recuerda que fue el mismo Bush quien le escribiera a North una afectuosa nota con ocasión del día de Acción de Gracias de 1985:
"Querido Ollie: De las tantas cosas que yo debo agradecerte, una es la manera como te has desempeñado bajo el fuego en situaciones tan difíciles. Tu dedicación al asunto de los rehenes y de Centroamérica es hoy causa de mi orgullo".
Blanco es, gallina lo pone... Aquí hay, como dicen, más de uno que se está haciendo el "gringo".