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El ‘cholo’ de Harvard

En las elecciones del domingo en Perú no hay nada escrito. Pero el candidato Alejandro Toledo ya se convirtió en la estrella.

1 de mayo de 2000

No hay trago más amargo que el de la propia medicina. Y esa es la que el presidente peruano Alberto Fujimori ha tenido que apurar en las últimas semanas debido al crecimiento en las encuestas del candidato Alejandro Toledo, del partido Perú Posible. El ascenso de Toledo sólo puede compararse en la historia electoral de su país con el que llevó al propio Fujimori al solio presidencial en 1990 cuando el ‘Chinito’ demolió al escritor Mario Vargas Llosa aunque cuatro semanas antes de las elecciones aparecía en el rubro de ‘otros’ en las encuestas.

Con las elecciones del 9 de abril a la vuelta de la esquina Toledo se perfila como el único de los nueve candidatos capaz de desbancar a Fujimori, quien aspira a una segunda reelección, la cual es calificada por muchos de inconstitucional. Sus posibilidades se cifran sobre todo en que haya que ir a una segunda vuelta si ninguno de los aspirantes consigue la mitad más uno de los votos. En ese caso la mayoría de las encuestas sostienen que Fujimori podría ser derrotado, aunque por un escaso margen. Si ello sucediera los peruanos estarían a punto de presenciar el final de una era. La era de Fujimori.

Alejandro Toledo, quien no representa un viraje radical en términos macroeconómicos, ha conseguido colocarse en posición ganadora con una combinación de historia personal, aprendizaje de sus errores y estrategia acertada. El primer punto está constituido por sus antecedentes, que lo convierten en un ejemplo para la inmensa mayoría de la población. Nació hace 54 años en Cabana, provincia de Ancash, en un hogar de extrema humildad. Como él mismo cuenta, sus padres tuvieron 16 hijos, de los cuales siete murieron por enfermedades controlables. Toledo bajó muy niño a la ciudad de Chimboto, donde con grandes dificultades consiguió terminar su educación media, incluso trabajando como lustrabotas. Fue entonces cuando todo cambió.

El joven Toledo, apoyado en excelentes calificaciones académicas, fue el escogido para una beca de estudios de economía en la Universidad de San Francisco. El cholo lustrabotas se convirtió en el titular de dos maestrías y de un doctorado en economía de recursos humanos de la Universidad de Stanford. Desde entonces en adelante el cielo se convirtió en su límite. Fue funcionario consultor de la ONU, del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Y entre 1991 y 1994 fue investigador asociado en economía del Harvard Institute for International Development.

Casado con la antropóloga belga Eliane Karp, quien habla nueve idiomas, entre ellos el quechua, para Toledo era casi inevitable aspirar a la presidencia de su país. Pero su primer intento, en 1995, resultó en un tremendo fracaso. En ese momento Fujimori, que aspiraba a su primera reelección, cabalgaba en una popularidad incontrastable nacida de la derrota del grupo terrorista Sendero Luminoso y sus éxitos en el tema económico. Nadie que atacara directamente a Fujimori tenía alguna posibilidad, y Toledo apenas alcanzó un 3 por ciento de los sufragios.

Pero el candidato supo aprender de sus errores de la campaña anterior y ahora se ha abstenido de atacar al presidente en sus temas más fuertes, como el económico, y mientras éste aspira a la reelección con los mismos argumentos de 1995, Toledo se presenta como una alternativa no traumática. Para muchos observadores él mejora en cada manifestación, se enorgullece de su raza, ha perfeccionado un lenguaje campechano que encanta a los manifestantes y una teatralidad que consigue comunicar su mensaje. Y su estrategia de prudente espera resultó exitosa. El politólogo Fernando Tuesta Soldevilla se la explicó a SEMANA: “Existe un grueso sector de la población que no quiere ver más a Fujimori y que osciló hasta ahora entre los otros candidatos opcionados, Alberto Andrade y Luis Castañeda. Pero en los últimos meses éstos y el presidente se desgarraron en ataques entre sí, lo cual vino a favorecer en últimas a Toledo, quien no quiso comprometerse en una guerra verbal. Cuando éste se convirtió en el único factible el electorado indeciso pero antifujimorista corrió hacia él”.

Pero en un ambiente electoral tan enrarecido muchos dudan de que Fujimori esté en disposición de entregar el poder tan fácilmente. Muchas han sido las denuncias internacionales de falta de equilibrio en el proceso, de bloqueo de medios, de utilización del poder para favorecer a Fujimori e incluso de fraude en la consecución de las firmas necesarias para su candidatura. Como dijo a SEMANA el periodista Alvaro Gastañaduy, “las instituciones están completamente fujimorizadas para favorecer la reelección. Y en esas condiciones para cualquiera triunfar es muy difícil.”