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EL CONGRESO DIJO NO

Votación anti-contras en la Cámara, otro round para Daniel Ortega

7 de marzo de 1988

A 11 meses de su salida definitiva de la Casa Blanca, Ronald Reagan debe haber medido con amargura la distancia que media entre aquellos tiempos dorados en que se lo consideraba el gran comunicador y la cruel realidad de la semana pasada cuando las tres principales cadenas de televisión de EE.UU.-CBS, ABC y NBC-se negaron a transmitir su discurso en favor de la ayuda a los contras, señalando que "no era noticia" porque no contenía "nada nuevo".

El episodio, ocurrido 24 horas antes de que el pedido presidencial de ayuda a los antisandinistas fuera derrotado en la Cámara de Representantes, es casi tan significativo como el revés sufrido en el Congreso. Y es que, efectivamente, no había argumentación nueva sino la reiteración nomomaníaca de que los sandinistas son comunistas y ponen en peligro la seguridad del país más poderoso de la tierra.

En cambio, el enemigo número uno de Reagan, el presidente nicaraguense Daniel Ortega, supo modificar su discurso con gran flexibilidad y evidentes reflejos políticos, llegando incluso a una gran concesión: el diálogo directo entre Managua y los contras para acordar el cese del fuego. Sin duda esta y otras concesiones del gobierno sandinista influyeron para lograr ese escaso margen de 8 votos (219 a 211) que sepultó el pedido de 36.8 millones de dólares para los elementos contrarrevolucionarios.

Algunos analistas de izquierda sostenían antes de la votación que el gobierno nicaraguense estaba yendo muy lejos en su "flexibilidad" y que se arriesgaba a ser desestabilizado internamente por las fuerzas opositoras armadas o desarmadas.

Ahora, a la luz de esta victoria política y diplomática, deben estar revisando ese análisis aunque no todo son rosas en el camino y el presidente Ortega lo admitió al recordar con crudo realismo que "la guerra continúa".
El poder político de Reagan para tratar de poner en pie sus políticas de agresión a Nicaragua, sigue cada vez más pronunciadamente la linea de declive que empezó con el escándalo del contragate.

Un acuerdo previo de ambas Cámaras del Congreso de la Unión había determinado que la votación adversa en una sola de ellas bastaría para enterrar el proyecto de la Casa Blanca. Por eso careció de relevancia la votación "simbólica" que efectuó el Senado 24 horas después que se pronunciaran los diputados y en la que los partidarios del plan de Reagan se impusieron por 51 votos a 48.

Con todo, aunque carezca de validez legal, el muestreo senatorial encierra significados políticos que no conviene soslayar. El primero es que Reagan ganó por 3 votos pero ganó, lo que significa que hubo senadores demócratás que votaron por su propuesta. El segundo es que el tema nicaraguense divide prácticamente en 2 al poder legislativo norteamericano y sigue siendo el rubro más polémico de la política exterior.

Allí, en ese Congreso dividido y más específicamente en la bancada demócrata, deberá elaborarse ahora una propuesta alternativa de ayuda humanitaria que podrá seguir siendo como hasta ahora la tapadera de un apoyo militar embozado o una verdadera asistencia social a los contras que dejen las armas, supervisada por organismos neutrales como la Cruz Roja o el alto comisionado de las Naciones Unidas para refugiados (ACNUR).

En cualquier caso, Managua ha vuelto a ganar tiempo y se ubica en una situación inmejorable para dentro de unos días cuando se reanuden, en Guatemala las pláticas con los contras.

La dirigencia antisandinista, que en San José acudió presionando en favor de reformas constitucionales que implican, de hecho, la retirada de los sandinistas del poder, llegara ahora a la segunda ronda profundamente desmoralizada por el resultado adverso en la Cámara de Representantes.

Y la desmoralización puede acentuar una división que ya se insinúa en las filas contrarrevolucionarias. El ala dura, representada por el ex coronel Enrique Bermúdez de la vieja guardia de Somoza y el ex representante de la Coca-cola, Adolfo Calero Porto Carrero, ya se manifestó sin ambages al hablar de una "derrota de la democracia" y un "triunfo de los comunistas ".

El sector menos combativo y más politico, en el que sobresalen Alfonso Robelo, Arturo Cruz y Alfredo Cesar, puede sentirse, en cambio, cada vez más inclinado a trocar la conspiración por la amnistia y un cierto espacio politico dentro de Nicaragua.

El propio Robelo renunció el viernes a su cargo en la dirigencia contra.

Es que la conspiración, cuando se realiza sin espacio político, no reditúa grandes dividendos. Un ejemplo palmario de la exactitud de esta vieja máxima lo proporcionaba el caso del desertor sandinista Roger Miranda Bengoechea, antiguo hombre de confianza de Humberto Ortega, el jefe del Ejército sandinista. La administración norteamericana, que pagara a Miranda 800 mil dólares por sus servicios, le ha sacado poco juego a esa inversión.

Y no porque Miranda no tuviera secretos importantes que revelar, sino porque sus "revelaciones"-tendientes a demostrar que Nicaragua se estaba armando hasta los dientes con el apoyo soviético-no tuvieron sobre los legisladores el efecto que pretendía la Casa Blanca. Los videos del desertor fueron arrollados por la ofensiva política diplomática de los sandinistas que alcanzó su pico máximo en la reciente gira europea de Daniel Ortega.

El presidente nicaraguense logró ser recibido por el Papa y logró también que el Vaticano mantenga al arzobispo Miguel Obando y Bravo en su rol de mediador sustrayéndolo de ese modo de su ubicación anterior como opositor declarado del gobierno sandinista. Con gran manejo de "cintura" para apelar a una metáfora o boxistica, Ortega revivió en las capitales del viejo mundo aquellos tiempos que precedieron a la caída de Somoza en que existia diálogo abierto y fluido entre el Frente Sandinista y la Social Democracia Europea.

Ortega consiguió que España y Suecia se sumen a la comisión internacional para supervisar el cese del fuego que propone Managua. La propuesta sandinista, que ofrece también sitiales a representantes de los dos partidos políticos norteamericanos incluye otro elemento que vuelve a poner en evidencia una voluntad negociadora, la garantía de que los contras no tendrán que desarmarse automáticamente en cuanto se decrete el silencio de los fusiles, pudiendo permanecer armados en ciertas áreas restringidas hasta que se los pueda ir incorporando paulatinamente a la vida civil en Nicaragua o en otros paises que otorguen un refugio.

La astuta proposición, dicen, fue del agrado del presidente español Felipe González y contribuyó, junto con otras inciativas, a que Nicaragua ampliase sustancialmente su espacio político-diplomático en Europa.

No obstante pese a los festejos tumultuosos, que hubo en Managua el miércoles 3 por la noche, cuando se conoció el resultado de la votación en el Congreso norteamericano, estos singulares revolucionarios que sostienen a nivel constitucional el pluralismo político y la economía mixta no se engañan: saben que en Estados Unidos viene un dificil proceso electoral en el que pocos querran aparecer como agresores de un pequeño país, pero nadie tampoco está dispuesto a que le digan "por su blandura perdimos Nicaragua como antes se perdió Cuba".

Atentos y vigilantes, saben que este round se ganó, pero por punto.
Miguel Bonasso, corresponsal de SEMANA en Mexico.--