Home

Mundo

Artículo

oriente medio

El corazón de las tinieblas

Con la publicación de las fotografías de las torturas a los prisioneros iraquíes, se cae el mito de Estados Unidos como liberador de Irak.

9 de mayo de 2004

"Los liberadores son peores que los dictadores. Este es el golpe que le rompió la espalda al camello de Estados Unidos", dijo Abel Bari Atwan, editor del diario árabe Al Quds Arabi. Se refería a la aparición de las fotografías de las torturas a prisioneros iraquíes por el ejército estadounidense en la prisión de Abu Ghraib. Se trata de la cárcel en la que el dictador Saddam Hussein torturaba a los opositores a su régimen, del cual fueron 'liberados' los iraquíes por la invasión liderada por el presidente estadounidense, George W. Bush. Con el escándalo de Abu Ghraib, Bush quedó ante los ojos de los iraquíes como un farsante y se derrumbó lo que quedaba de la imagen de los estadounidenses como salvadores del pueblo Iraquí. El 30 de abril Bush acababa de declarar que gracias a la salida de Hussein ya no había "cámaras de tortura, tumbas masivas o cuartos de violación en Irak". En varias fotografías los prisioneros aparecen desnudos y apilados en pirámides humanas. En otras se ven obligados a simular (¿o practicar?) sexo oral y a asumir posiciones obscenas. Hay varias tomas de iraquíes desnudos y encapuchados y soldados muertos de la risa al lado de ellos. En una de ellas una sonriente soldado señala el pene de uno de los prisioneros y hace una seña de OK. Otra muestra a un prisionero con una capucha parado encima de una caja y amarrado a cables eléctricos. También está el cadáver de un hombre molido a golpes y conservado en bolsas con hielo, otra de un hombre amarrado con una soga al cuello como un perro y una más de un hombre aprisionado entre dos catres y un soldado sentado encima de él. Las fotos salieron al aire en el programa 60 minutes de la cadena CBS y luego en la revista The New Yorker. Fueron tomadas por los mismos soldados, al parecer para amenazar a nuevos detenidos con los horrores que sufrirían si no colaboraban, y hacen parte de las pruebas de una investigación militar. En el informe de 53 páginas del mayor general Antonio M. Taguba se enumeran los hechos más escalofriantes, como "romper tubos de neón y echarles el líquido fosfórico a los detenidos; echarles agua fría cuando se encontraban desnudos; golpearlos con el palo de una escoba y una silla; amenazarlos con violaciones; dejar que un guardia de la policía militar le cosiera la herida a un detenido; sodomizar a un detenido con un tubo de neón y posiblemente con una escoba; usar perros para asustar e intimidar a los prisioneros y en una ocasión hacer que mordieran a un detenido". En efecto, otras fotografías que no salieron al aire muestran a un iraquí con cables eléctricos en sus genitales y a un perro del ejército mordiendo a un recluso desnudo. El informe de Taguba, amparado además en las declaraciones de varios testigos y los acusados, indica que las torturas no fueron hechos aislados sino el producto de órdenes superiores y de varios errores estratégicos e irregularidades de la administración estadounidense en Irak. Taguba acusa a la inteligencia militar y a un par de agencias de contratistas que interrogaban a los prisioneros de ordenar a los guardias de Abu Ghraib que ayudaran a suavizarlos para que confesaran más fácil. En las conclusiones del informe recomienda que se amoneste y castigue al coronel Thomas Pappas, comandante de las brigadas de inteligencia militar; al coronel Steven Jordan, antiguo director del centro de interrogaciones, y que se despida al contratista civil Steven Stephanowitcz de la agencia Caci. En la cultura islámica la desnudez es un tabú enorme y el homosexualismo está prohibido por la ley . Según Atwan, el tipo de tortura utilizada es "la peor atrocidad, pues afecta el honor y orgullo de los musulmanes. Es mejor matarnos que abusar sexualmente de nosotros". Ese es uno de los argumentos de los abogados de los soldados acusados de las torturas. Para ellos la humillación sexual es una forma sofisticada de tortura. Dicen que eso no se les hubiera ocurrido a unos muchachos campesinos del sur de Virginia, y que correspondía a órdenes de la inteligencia militar. El asunto de los contratistas plantea varios interrogantes: ¿A quién responden estos civiles si violan las leyes en un país extranjero? ¿Por qué se encargaban de realizar los interrogatorios militares? El informe también apunta a fallas estructurales que permitieron los abusos. Según la investigación, Abu Ghraib estaba llena por encima de sus capacidades; muchos de los detenidos eran civiles iraquíes cogidos al azar en redadas y que no representaban ninguna amenaza para la sociedad, y los guardias no tenían entrenamiento en manejo de prisioneros. Taguba hace notar que existían graves fisuras en la estructura de mando que también permitieron los abusos. Amnistía Internacional también emitió un comunicado donde cuestiona esta versión. "La tortura no es aislada. Hay una verdadera crisis de liderazgo en Irak con dobles estándares en relación con los derechos humanos". El organismo asegura que con frecuencia recibe datos de torturas y malos tratos de las fuerzas de la coalición hacia los prisioneros como "privaciones de sueño prolongadas, enmascaramiento y exposición a luces brillantes". Al enterarse de estas conclusiones varios congresistas demócratas pidieron la cabeza del secretario de Defensa estadounidense Donad Rumsfeld. Se llegó incluso a decir que el Presidente estaba furioso con él, pero Bush, tras condenar los actos de tortura confirmó su pleno apoyo a Rumsfeld en una rueda de prensa. Las fotos han escandalizado al mundo entero, pero en Estados Unidos ningún seguidor de Bush parece haber cambiado su opinión favorable por culpa de las acciones de un puñado de soldados en Irak. A la entrada del edificio de las Naciones Unidas de Beirut un grupo de mujeres islámicas protestaban mostrando las fotografías y gritando "¡Bush, asesino!". La escena se repitió en las principales ciudades del Medio Oriente. En Egipto un diario de la oposición aseguraba que los soldados estadounidenses también violaban mujeres. La humillación por las torturas y lo pornográfico de las fotografías recrudecía el sentimiento de repugnancia que muchos árabes común y corrientes sienten hacia los estadounidenses. "¿Todavía se preguntan por qué los odiamos? ¿Por qué los detestamos? Quizá deberían mirarse al espejo y entonces ellos mismos se odiarían.", decía Kadja Mousa en Siria. La respuesta de Washington En un intento desesperado Bush en persona dio un discurso en la televisión árabe. Apareció descompuesto y expresó su pesar por el abuso. Calificó los actos de abominables, "impropias de los Estados Unidos que yo conozco". Aseguró que los malvados eran sólo unos pocos y prometió que serían castigados. Al cierre de esta edición seis soldados enfrentaban cargos criminales y probablemente una corte marcial. Janis Karpinski, brigadier general que dirigía las tres principales cárceles incluida Abu Ghraib, había sido suspendido. No obstante, en el mundo árabe el mensaje no fue bien recibido. Según AbuKalib, profesor de ciencia política en la Universidad de California, las apariciones de último minuto de Bush en los medios árabes tan sólo agravan los problemas. "El mensaje de Bush profundiza la brecha entre su administración y la opinión árabe. Les dice que las torturas son una excepción y ellos creen que son sistemáticas. Les dice que están progresando y ellos conocen el sangriento desastre de Irak. Les dice que Sharon es un hombre de paz, y los árabes lo consideran un criminal de guerra. Bush dice que los Estados Unidos promueven la libertad en Irak; y los árabes saben que está obstruyendo la democracia y las elecciones en Irak. El mensaje de Bush es efectivo para una audiencia en Iowa. En el mundo árabe es un insulto". Para completar, Bush ha dado pasos muy cuestionables para enfrentar el problema. Primero, el Pentágono le ocultó al Senado la investigación militar que desde el año pasado comenzó a adelantarse. Por su parte, Bush sólo mostró su terrible indignación cuando el programa 60 minutes hizo públicas las fotografías, como si el hecho sólo fuera "abominable" una vez que dejó de ser secreto. Y el futuro no promete ser mejor. En lugar de despedir a Rumsfeld y de nombrar entes fiscalizadores de derechos humanos o una comisión independiente para prevenir abusos, y descubrir a los responsables, Bush parece dar pasos para evitar que nuevos abusos salgan a la luz pública. El más claro es que en reemplazo de la teniente Karpinski el Pentágono nombró al general Geoffrey Miller, que se desempeñaba como comandante de la prisión de Guantánamo, donde abundan las denuncias de malos tratos. Esto con seguridad acrecentará la indignación de los árabes contra la ocupación y hará más difícil la transición del poder a un gobierno autónomo iraquí, pues les dará motivos a más iraquíes para apoyar a los rebeldes. Junto al sangriento descalabro Faluja y las acusaciones de brutalidad por parte de las tropas británicas (ver recuadro), las torturas de Abu Ghraib son prueba del rotundo fracaso de lograr los ideales democráticos por los que Estados Unidos dijo haber invadido Irak. Un palestino dijo a The New York Times: "El daño ya está hecho. Los iraquíes perdieron toda confianza en las grandes ideas de la democracia y la libertad. Sin importar lo que Bush diga vieron lo contrario de lo que les prometieron. En una democracia estas cosas no pasan".