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EL DISCRETO ENCANTO DEL CONCUBINATO

La derecha y la izquierda francesas se resignan cada día más a compartir el lecho del poder

24 de febrero de 1986

Algunos aseguran que es una manera naif de hacer política. Otros replican que esas cosas responden al fino humor de los franceses. De cualquier modo, los coloridos carteles del lobo que aparecieron en estos días en París para anunciar el comienzo de la campaña del Partido Socialista de cara a las elecciones legislativas del próximo 16 de marzo, reflejan un espíritu descomplicado. El de alguien que sabe que si bien no va a ganar la mayoría del electorado, sí va a continuar siendo la primera maquinaria política del país.
Cuando las cosas son así, el mensaje visual puede ir antes que los discursos. Los carteles jocosos (y costosos) que en diciembre ya asomaban, culminaron esta vez en uno muy divertido. El del lobo. Un lobo más cómico que feroz que, no obstante, exhibe una potente dentadura. Encima de la testa, la frase sonriente: "Dime, preciosa derecha, ¿por qué tienes los dientes tan largos?". Semanas atrás el mensaje era más "dramático": "Socorro, vuelve la derecha".
La estrategia,al parecer, funcionó.
En los sondeos realizados últimamente el Partido Socialista subió tres puntos. Las preferencias electorales que seis meses atrás otorgaban un 24% al partido de gobierno, hoy son de 27%.
También la figura del presidente Francois Mitterrand mejoró, según el "barómetro mensual" del Journal du Dimanche. Efectuada del 26 de diciembre al 7 de enero, la encuesta dice que el 36% de los franceses (en lugar del 34% anterior) se declara satisfecho con el jefe de Estado.
Claro que ese repunte tiene que ver y mucho, con los éxitos que el gobierno está teniendo en materia económica. L'expansion, una serísima publicación especializada, reconoce que las perspectivas para este año son buenas: un crecimiento del 2.2%, inflación del 3.8% anual y un excedente en la balanza de pagos de más de 45 mil millones de francos. "La economía francesa conocerá este año una fase de auténtico restablecimienlo", concluye. Los empresarios tambien lo reconocen. El 70% de ellos admite que sus negocios han mejorado, hasta el punto de que dos mil patronos eligieron al ministro socialista de Finanzas, Pierre Beregovoy, como el mejor economista de 1985 .
Pero los franceses son los que van a votar y a "castigar" de todas maneras al gobierno socialista, a pesar de que la mayoría de ellos --como dijera el primer ministro Laurent Fabius en estos días por televisión--aprueba cada una de las principales decisiones del gobierno de Mitterrand en estos cuatro años, según los sondeos imparciales.
Los responsables de la campaña socialista no se ilusionan entonces con obtener una victoria el 16 de marzo. Saben que ello no es realista ahora. Su objetivo es diferente: lograr que el PS supere la barrera del 30% de los votos, lo cual le permitiría seguir siendo el más grande partido francés. Para llegar a esa cifra han acordado realizar, en los dos meses que les queda, 30 mil reuniones o mitines explicativos en recintos cerrados y un no menos denso programa de intervenciones en televisión. El blanco de esa actividad será la masa de indecisos y el electorado comunista.
El Partido Comunista, que afirma tener un potencial electoral del 20% rechazó el concepto de voto "útil" de; secretario general del PS, "Lionel Jospin se equivoca de período", dice Georges Marchais, dirigente del PCF.
"No es voto útil votar socialista, pues es votar por una alianza con la derecha, por la colaboración, por la cooperación con la derecha". Con todo, los sondeos indican que el PCF sólo obtendrá un 10% de los votos, o menos.
La oposición conservadora espera controlar el 60% de la Asamblea Nacional futura. Fustiga al gobierno por los 600 mil nuevos desempleados que deja la administración socialista y aduce que los éxitos económicos de ésta se deben a que Mitterrand dio un viraje en sus planes iniciales. Fabius respondía a esto recordando que el costo social de las reformas en Francia ha sido menor que en otros países con gobiernos conservadores, como Inglaterra, y que al lado de ese "trabajo sucio" que se vio precisada a hacer la izquierda, el gobierno ha reducido la jornada laboral a 38 horas semanales, ha mejorado el aparato escolar, los trabajadores han adquirido nuevos derechos, las vacaciones han llegado a ser de cinco semanas, y se han disminuido la edad de jubilación.
Pese a todo, las perspectivas son claras: el presidente Mitterrand tendrá que nombrar un Primer Ministro de derecha y continuar asi hasta el fin de su mandato en 1988. Es lo que en Francia llaman la "cohabitación ¿Cómo compatibilizar las funciones del Presidente socialista con un Primer Ministro conservador? ¿Esto acarreará la crisis del régimen presidencialista y abrirá de hecho un espacio a un régimen parlamentario en Francia? He ahí el problema. Por lo pronto el ex presidente Giscard D'Estaing se muestra dispuesto a "cohabitar" con Mitterrand, lo que es rechazado por Raymond Barre, ex primer ministro centrista, quien propone en forma tajante la renuncia de Mitterrand después del 16 de marzo y la convocatoria a nuevas elecciones presidenciales. Los más realistas plantean que la cohabitación es inevitable y que la salida será que el Presidente se aferre a los poderes constitucionales propios de su cargo y que el Primer Ministro haga otro tanto, una vez se llegue a un acuerdo mínimo sobre las líneas de acción gubernamental. Los optimistas, sin embargo, insisten en que aún hay tiempo para derrotar a la derecha. Su divisa es una desgarrada frase de Fabius: "Si la derecha gana las elecciones será el desorden y el conflicto entre las instituciones ". --