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El efecto Pinochet

La detención en Londres del dictador chileno gravita, para bien o para mal, sobre las elecciones del 12 de diciembre.

3 de enero de 2000

HACE CUATRO MESES EL CANDIDATO A PRESIDENTE por la Concertación de Partidos por la Democracia, Ricardo Lagos, celebraba su triunfo en las primarias; un millón y medio de chilenos le había apoyado y le habíaconvertido en seguro ganador de las elecciones presidenciales del 12 de diciembre y en el futuro primer presidente socialista tras el derrocamiento de Salvador Allende el año 1973.



En ese momento nadie apostaba por el candidato de la derecha, Joaquín Lavín, un economista doctorado en la Universidad de Chicago, con cara de niño estudioso y de escaso carisma cuya imagen sonriente aparecía en televisión mostrando los avances de la comuna más rica de Chile, donde era alcalde.



Sin embargo, a una semana de la elección las últimas encuestas muestran un empate, con lo que se abre por primera vez la posibilidad de que la derecha obtenga una elevada votación y se deja la definición para una segunda vuelta.



La muestra más clara de este cambio la expresó el propio Lagos en la primera conferencia de prensa para corresponsales extranjeros, en la cual admitió esta posibilidad: "Todo candidato es optimista y por tanto creo que voy a ganar, pero si tengo que hacer campaña hasta el 16 de enero, la haré", dijo . "No es raro que Ricardo Lagos haya bajado en las encuestas que hasta agosto le daban sobre el 50 por ciento y las últimas encuestas le dan entre un 41,5 por ciento y un 42 por ciento de aprobación ", dijo a SEMANA el analista Tomás Moulian, "él es el oficialista y como tal debe pagar los costos de un pésimo manejo de la crisis producida por la detención de Pinochet en Londres. Su candidatura recibe el castigo de quienes estuvieron contra Pinochet y ahora lo ven tratando de rescatarlo de la única posibilidad de justicia, porque si vuelve a Chile todos saben que no va a ser juzgado y para un alto porcentaje de los chilenos Pinochet sigue siendo el mismo criminal de hace un cuarto de siglo. Por eso a Lagos lo castigan".



Es indudable que el efecto Pinochet ha afectado negativamente a la candidatura de Lagos y beneficiado a Joaquín Lavín, de hecho, Jacqueline Pinochet, hija menor del general, dijo a una importante revista "Ruego a Dios que Lavín sea elegido presidente" , con lo que expresó la bendición de su padre a la candidatura de Lavín.



El apoyo que el general le brinda al candidato de derecha no es menor. En la derecha chilena todos saben que la figura del general es fundamental, al menos mientras viva. Pero no es sólo para ellos el llamado que hizo Pinochet a través de su hija, es también para los empresarios que hicieron fortunas con las privatizaciones y que hasta su detención en Londres sentían que un manto de impunidad había cubierto sus patrimonios.



Las angustias de estos empresarios, que hasta septiembre decían que Ricardo Lagos era un socialista serio y que nada debían temer, comenzaron hace un mes atrás, cuando Lavín intentó desacreditar al gobierno al mostrar a la opinión pública como supuesta falta de transparencia, que el hijo de Lagos era asesor de la cancillería con un contrato por un monto importante. Como contraataque, los diputados socialistas pidieron derogar la ley impuesta por Pinochet que prohíbe investigar los delitos económicos durante su dictadura.



A partir de ese momento las campañas se polarizaron. Lavín, en un despliegue publicitario millonario, comenzó a hacer ofertas de mejoramientos sociales a los sectores menos favorecidos y a mostrar una faceta claramente populista.



Ricardo Lagos, con menos dinero y más realismo, ha perdido votos y sólo puede argumentar que esta transformación de Lavín es populismo. "Hoy Lavín es sensible, se disfraza, se aprovecha de los efectos de una crisis económica que afecta indudablemente a los sectores más débiles, ofreciéndoles lo que les quitó la dictadura que él apoyó. En la crisis económica anterior el señor Lavín y sus asesores le quitaron el 10 por ciento a los jubilados para pagar la deuda de los empresarios".



A pesar de que los jefes de la campaña de Lavín intentan ocultar su pasado de cercanía con Pinochet, SEMANA consultó a la Fundación Pinochet sobre sus preferencias electorales. La respuesta de la jefa de prensa, Mónica Berghan fue: "Somos una fundación apolítica pero tenemos nuestra posición como personas y estamos con Lavín, porque él nos asegura que cuando el general Pinochet vuelva no va a tener más problemas".



Por ahora todos los poderes fácticos: el ejército, los empresarios y la conservatizada alta jerarquía de la Iglesia que llamó a sus fieles a votar por un presidente de su credo (Joaquín Lavín es del Opus Dei y Ricardo Lagos es agnóstico), están con el candidato de derecha.



La eventual segunda vuelta será, pues, una nueva experiencia para la aún frágil democracia que aún vive de los vaivenes del anciano general.