Home

Mundo

Artículo

El encanto de "Sego"

En contra de la vieja guardia de su partido, Ségolène Royal podría convertirse en la candidata socialista a la presidencia gala.

14 de octubre de 2006

Contra viento y marea, Ségolène Royal es la fuerza renovadora de la política francesa. Una bocanada de aire fresco en un ambiente dominado tradicionalmente por los hombres. La fotogénica presidenta de la región de Poitou-Charentes, de 53 años, es el político más popular del país, a pesar de que su 'estatura presidencial' sea constantemente debatida, y aspira a la investidura del Partido Socialista (PS) para las elecciones presidenciales de 2007. Todos los sondeos la muestran como la mejor contrincante posible para el anunciado duelo con el principal aspirante de la derecha, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy.

La mayor oposición a la que podría convertirse en la primera presidenta de la República proviene de su propio partido. La vieja guardia del socialismo francés, los llamados elefantes, ha intentado cerrarle el paso. Cualquiera antes que Ségolène, parece ser la consigna. Lionel Jospin, el ex primer ministro que en 2002 perdió la posibilidad de llegar a la segunda vuelta frente al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, parecía liderar la ofensiva, pero finalmente declinó su candidatura ante la falta de consenso. Sus únicos dos rivales son el ex primer ministro Laurent Fabius y el ex ministro de Economía Dominique Strauss-Kahn, pero no le hacen cosquillas en los sondeos. Los ataques de corte machista no han faltado durante la campaña, donde se han escuchado frases como "la elección presidencial no es un concurso de belleza", "¿ya se lo ha preguntado a su marido?" y "¿quién va a cuidar de los niños?". Pero los dardos parecen aumentar su simpatía entre los electores. Ante la pregunta de si sus compatriotas están preparados para una presidenta, 'Sego', como le apodan, afirma que los franceses son feministas, pero los políticos de su país son misóginos.

Sus críticos aseguran que le falta sustancia. "Es atractiva en la superficie, pero todavía no sabemos qué hay en su interior. Ella representa la mediatización de la política francesa", dijo a SEMANA Arnauld Miguet, experto en política francesa, de la London School of Economics.

Altiva y obstinada, 'Sego' es hija y nieta de militares franceses. Nació en Dakar, la capital de Senegal, cuando todavía era una colonia. Estudió en la Escuela Nacional de la Administración (ENA), la fábrica de elites de la República Francesa, donde conoció a François Hollande, el primer secretario del PS y padre de sus cuatro hijos. Paradójicamente, su triunfo podría significar el fin político de su compañero, que también hacía parte del sonajero presidencial al principio de la campaña.

Fue elegida diputada en 1988 y después fue ministra de Medio Ambiente, Educación Escolar y Familia e Infancia en los gobiernos socialistas antes de arrebatar al primer ministro conservador Jean-Pierre Raffarin su feudo electoral de Poitu-Charentes. Pero su gran golpe de imagen llegó en enero. Mientras los elefantes del partido visitaban la tumba de François Mitterrand en el décimo aniversario de su muerte, Ségolène, considerada una 'ahijada' del ex presidente, decidió viajar a Chile para apoyar la candidatura de Michelle Bachelet. Eran dos políticas socialistas, hijas de militares con opciones de poder. Los paralelos abundaron en la prensa e inició su carrera ascendente hacia el Eliseo.

Ségolène no es una socialista doctrinaria y está llena de contrastes. Los valores militares y la disciplina hacen parte de su personalidad. Ha atacado por flexible la jornada de 35 horas semanales, uno de los pilares de su partido, pero se opone a las iniciativas para liberalizar las leyes laborales y contratar y despedir empleados con mayor facilidad. Aborda con frecuencia el tema de la seguridad ciudadana, que considera "un bastión abandonado a la extrema derecha", y también la defensa de la familia, que tradicionalmente no es una causa de la izquierda. Por todo eso la tachan de puritana, pero fue ella quien autorizó el uso de la píldora del día después en las escuelas francesas.

En el plano internacional se declara admiradora de algunas de las políticas del primer ministro británico Tony Blair, una posición impopular en su país. Defendió el sí a la Constitución europea, que salió derrotado en el referendo francés, y el jueves presentó sus 'siete propuestas para Europa', que incluyen la reorientación de la política agraria común. También habló de una "Europa de paz" que reanude sus ayudas a la Autoridad Nacional Palestina.

Muchos analistas aseguran que Ségolène representa para los franceses lo mismo que José Luis Rodríguez Zapatero para los españoles y Blair para los británicos. Es decir, una renovación de la vieja izquierda. Para otros, es simplemente una muestra más de una tendencia en la que la búsqueda del centro del espectro político y la dictadura de las encuestas desdibujan la ideología de los partidos.