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Ted Kennedy saluda a los fotógrafos al salir del hospital General de Boston, donde se le diagnosticó un tumor cerebral maligno

¿El fin de una era?

El tumor canceroso que le diagnosticaron a Ted Kennedy amenaza al último de los miembros del clan familiar más exclusivo de Estados Unidos. Esta es su historia.

24 de mayo de 2008

Pocas veces un comunicado médico había causado tanto impacto en el mundo político estadounidense. Sucedió el martes de la semana pasada, cuando el Hospital General de Massachusetts, el más importante de Boston, expidió una nota con el diagnóstico sobre la salud del senador Edward Kennedy. “Los resultados preliminares de una biopsia del cerebro han identificado un glioma maligno en el lóbulo parietal”, dijeron los doctores. Eso, en español común, significa tumor canceroso, es decir, la posibilidad inminente de perder la vida en pocos meses.

La noticia se regó como pólvora y produjo reacciones inmediatas. No podía ser de otra manera. Con 46 años en el Capitolio, Edward ‘Ted’ Kennedy es el segundo miembro más antiguo del Senado de Estados Unidos y el tercero desde la creación de ese organismo hace 219 años. Hasta hoy, el de mayor antigüedad ha sido el actual congresista demócrata Robert Byrd, de West Virginia, que lleva casi seis décadas en su curul.

Pero no sólo eso. Kennedy es un liberal de pensamiento, controvertido por algunos episodios de su vida y el último integrante del famoso clan Kennedy, uno de los grupos familiares más poderosos y más chic de Norteamérica. Por algo se la ha llamado “la familia real de los Estados Unidos”.

La salud de Ted Kennedy se deterioró hace una semana en su casa de Hyannis, un exclusivo puerto de Massachusetts, donde se encontraba con su segunda esposa, Victoria Reggie. El sábado, tras sufrir un ataque, fue trasladado al hospital de Cape Cod, muy cerca de allí. Los médicos los despacharon a Boston, donde lo recibieron el neurólogo Lee Schwamm y el médico de urgencias Larry Ronan. Le hicieron la biopsia y al día siguiente lo dieron de alta.

¿Cuánto tiempo más podrá vivir? “El tiempo promedio es de 14 a 15 meses y si el tumor no es muy grave, de tres a cuatro años”, le dijo a The Boston Globe el doctor Patrick Wen, director del Instituto de Cáncer Dana-Farber, adscrito a la Universidad de Harvard. Así las cosas, Kennedy confía a sus 76 años en dos tratamientos recientes: la inoculación de un virus que destruye los tumores, y una píldora de efectos similares a la quimioterapia. Se le ve optimista. Al salir del hospital y con un trocito de gasa detrás de la cabeza, saludó a la gente que lo aplaudió en la calle, y volvió a Hyannis a navegar en su yate Mya, de 50 pies de eslora.

Uno de los primeros en reaccionar ante el comunicado médico fue el mismísimo George W. Bush. “Estoy muy triste y elevaré mis oraciones por su recuperación”, dijo el Presidente por boca de su portavoz Dana Perino. Otros colegas de Kennedy se vieron devastados. Robert Byrd y el también senador de Massachusetts y ex candidato presidencial John Kerry hablaron con lágrimas.

Miembro de la saga
Kennedy nació en Boston el 22 de febrero de 1932, en el hogar formado por Joseph ‘Joe’ Kennedy y Rose Fitzgerald. Su padre, que descendía de una familia católica irlandesa, construyó poco a poco una fortuna envidiable. No se sabe cómo fue la cosa. Se le sindica de haber usado información privilegiada mientras trabajaba en un banco para luego apropiarse de inmuebles cuyos propietarios no podían pagar las hipotecas y se le acusa de haberse lucrado por almacenar miles de cajas de licores que puso a la venta cuando en los años 30 se levantó la prohibición al alcohol impuesta en 1919. También se cree que tuvo contactos con jefes de la mafia como Frank Costello y Sam Giancana, que lo consideraba un bandido. Sin embargo, su boda fue clave en el futuro familiar. Como Rose era hija de John Fitzgerald, alcalde de Boston, una de las ciudades más tradicionales del país, sus contactos se extendieron a todas las órbitas de la vida pública.

Ted es el menor de una casa con cuatro hijos hombres y cinco mujeres que crecieron en medio de la opulencia y el refinamiento de la alta sociedad norteamericana. Las historias de ese hogar hoy forman parte del imaginario colectivo de ese país, principalmente por la obsesión del patriarca de tener un hijo Presidente. Una ilusión que logró con el segundo de ellos, John, luego de que su primer prospecto, Joseph, el mayor, murió en la Segunda Guerra Mundial.

Edward estudió en el Colegio Fessenden y en la Academia Milton, y pasó el examen de admisión en Harvard, donde se metió en un escándalo monumental. Fue expulsado de la universidad porque lo cogieron copiándose en un examen de español. Una vergüenza. Para salvar su nombre, se alistó en el Ejército norteamericano, viajó a Francia, fue nuevamente aceptado en Harvard y terminó con un título de abogado en la Universidad de Virginia. Luego, como era natural en un hijo de su casa, se metió a la política y en una manifestación conoció a su primera esposa, Virginia Joan Bennett. Tuvieron tres hijos: Kara, Edward Jr. y Patrick.

Kennedy llegó al Senado en 1962 tras ser elegido para ocupar el escaño de su hermano John, que había ganado los comicios presidenciales de 1960. Luego pasó por mil desgracias. El 22 de noviembre de 1963 vivió en carne propia el magnicidio de Dallas que cobró la vida de John. En 1964, fue objeto de una lesión en la espalda, una punzada en uno de sus pulmones y de la rotura de varias costillas, como consecuencia de la caída de la avioneta en la que viajaba con su compañero el senador Birch E. Bayh. El piloto perdió la vida. Y el 6 de junio de1968 vio cómo su hermano Robert era asesinado cuando muchos creían que iba a conquistar la Casa Blanca.
Esas desgracias, y el recuerdo de la muerte de su hermano mayor, Joe Jr. en un accidente en un bombardero en 1944, confirmaban el sino trágico de los Kennedy. Un destino que se confirmó aun más con el fallecimiento de tres sobrinos de Ted: Michael Kennedy, en un accidente mientras esquiaba; David Kennedy, por una sobredosis, y John Jr, el hijo del Presidente asesinado, en un accidente en su avioneta. Para rematar, dos hijos del senador, Kara y Edward Jr., han sobrevivido al cáncer.

Pero el episodio más dudoso, que perjudicó por siempre las posibilidades presidenciales de Ted Kennedy, se produjo en 1969, cuando manejaba un carro entre Martha’s Vineyard y la isla de Chappaquiddick. Era de noche, llovía a cántaros y él iba acompañado por Mary Jo Kopechne, que trabajaba en su campaña. Mientras cruzaban un puente, Kennedy perdió el control y el carro cayó al agua. El senador pudo salir del automóvil y salvarse, pero Kopechne pereció ahogada. El asunto se complicó porque él desapareció y sólo informó a la Policía varias horas después. Recibió una condena de dos meses de cárcel en una sentencia que fue suspendida.

En 1980 se lanzó por la candidatura demócrata para desafiar nada menos que al entonces presidente Jimmy Carter. Al igual que lo ha hecho hasta ahora Hillary Clinton con Barack Obama, no tiró la toalla en el proceso de las elecciones primarias hasta el final, y Carter le dio una paliza memorable en la convención nacional del partido en el Madison Square Garden de Nueva York.

La derrota transformó a Edward Kennedy, quien en un acto de realismo político anunció que buscaría ser reelegido al Senado y que jamás pretendería la Casa Blanca de nuevo. “Sé que esta decisión significa que nunca seré Presidente. Pero mi vida no es la búsqueda de la Presidencia. El servicio público sí lo es”, dijo, y desde entonces se volvió en lo que es hoy: “el líder de las causas de los menos afortunados”, según The Boston Globe.

Y, a decir verdad, cumplió. Kennedy, que a lo largo de su vida ha impulsado más de 2.500 normas, respaldó la histórica Ley de Derechos Civiles firmada por Lyndon Johnson en 1964, que puso fin a la discriminación racial. Ha sido partidario del aborto en determinados casos, lo cual le ha granjeado las críticas de la jerarquía católica. Se ha declarado en contra del libre porte de armas que impera en la mayor parte de Estados Unidos y ha sido uno de los poquísimos senadores a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Apoyó el diálogo de paz en Irlanda del Norte y ha hecho hasta lo imposible por sacar adelante una ley que les permita a los inmigrantes indocumentados salir de la ilegalidad. Pero la batalla política que más se recuerda en estos días fue la que libró en contra de la guerra en Irak, cuando pronunció discursos vibrantes para criticar a Bush. Según Kennedy, el voto que dio para impedir que el Presidente usara la fuerza en ese país ha sido el más importante de su vida.

Por todo eso, y por encima del glamour de su familia, de las tragedias que ha vivido y de las polémicas que ha desatado, Ted Kennedy no es simplemente el último del clan más exclusivo del país más poderoso del mundo. También, como dijo el columnista norteamericano Joan Venocchi, “ha sobrevivido en décadas la celebridad de sus hermanos y se ha convertido en una leyenda por derecho propio en Estados Unidos”.