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El hombre de Chile

Quién es el nuevo secretario general José Manuel Insulza y qué significa su elección al frente de los destinos de la organización multilateral de América.

9 de mayo de 2005

Una gran habilidad política, que le permite negociar y lograr acuerdos casi ?imposibles?, es la mayor característica del electo secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza. Próximo a cumplir 62 años, abogado y católico, con una maestría en ciencias políticas de la Universidad de Michigan, que gusta del tango, la Coca-Cola y que no se pierde el fútbol, es el primer socialista que asumirá el máximo cargo en el organismo continental. El ministro del Interior de Chile ha construido una carrera de más de 30 años en la que ha puesto sus dotes de negociador para lograr consensos por sobre sus intereses e, incluso, por sobre sus propios principios. Iniciado como dirigente universitario de la Democracia Cristina, pronto abandonó ese partido y creó con algunos ex correligionarios el Movimiento de Acción Popular Unitaria, Mapu, que apoyó al candidato de Unidad Popular, Salvador Allende, en las elecciones de 1970. Tras el golpe de 1973 se exilió en Italia y México, para regresar a Chile en 1988, cuando ingresó al Partido Socialista y se dedicó a unificar a la izquierda. Aunque ocupó cargos durante el primer gobierno de la Concertación, fue en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle cuando alcanzó puestos que lo catapultaron: de subsecretario de Relaciones Exteriores, en menos de seis meses ascendió a ministro. En este cargo lo sorprendió la detención del ex dictador Augusto Pinochet en Londres, solicitada por el juez español Baltasar Garzón. A pesar de que muchos amigos suyos fueron asesinados por la dictadura militar, Insulza vulneró el acuerdo del partido socialista de apoyar la solicitud del juez. Argumentando ?razones de Estado? para defender el derecho de Chile para enjuiciar a Pinochet, consiguió que le fuera entregado, lo que le significó el rechazo de sus correligionarios. Lo calificaron de ?traidor? y le exigieron que renunciara. En este episodio Insulza mostró su pragmatismo al satisfacer las demandas de la derecha y los militares y rechazar las críticas porque un gobierno elegido por los opositores a Pinochet lo defendiera. Si bien ese episodio debilitó su liderazgo en la izquierda, lo fortaleció entre los sectores de derecha y en el cerrado mundo militar. Con su agresividad, pragmatismo y experiencia, un articulador como Insulza es pieza clave del gobierno del presidente Ricardo Lagos, al punto que le dicen ?el panzer de La Moneda?. ¿Por qué, entonces, Lagos fue el ?generalísimo? de la campaña de Insulza para el cargo en la OEA? ¿Y lo hizo a pesar de que desde un comienzo se sabía que la postulación iba a suscitar problemas con Perú y Bolivia? Más aún, sostuvo su candidatura pese a la oposición de Estados Unidos, y después del empate inicial con el canciller mexicano desoyó el llamado a retirar ambas candidaturas, con lo que lesionó las relaciones con México. Algunos creen encontrar la explicación en que a Lagos ?Chile ya le quedó chico? , refiriéndose al sillón de las Naciones Unidas. Sin embargo, es difícil que la tarea de un político tan agresivo como Insulza sea hacer las relaciones públicas para un proyecto de Lagos. El gobernante chileno ha insistido en que se trata de un proyecto político tras el cual ha logrado convocar a los gobiernos de Brasil, Argentina, Colombia y al propio Estados Unidos, que tras las conversaciones entre Condoleezza Rice y Lagos retiró a su candidato. De lo que se trata, dice, es de reconstruir una OEA capaz de resolver por sí sola los problemas de conflictos sociales en América Latina y el Caribe. Chile se ha entusiasmado con su participación en la intervención militar en Haití y parece coincidir con Estados Unidos en que es mejor la intervención eventual de tropas latinoamericanas a que los Estados Unidos distraiga sus fuerzas en el continente. Para esa tarea se requiere un secretario general agresivo y pragmático como Insulza, a quien no le interesan las normas del protocolo y está dispuesto a soportar incluso el enojo de México, al que considera su segunda patria. Tampoco le importará enemistarse, si le parece necesario, con quienes lo apoyaron como alternativa a la imposición norteamericana, como Hugo Chávez. Una imagen de lo que será la gestión de Insulza en la OEA han sido sus palabras hacia Cuba, complementadas por la violenta reacción del presidente Fidel Castro.