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El invencible

A medida que se acercan las elecciones se confirma que Hugo Chávez tiene presidencia en Venezuela para rato.

21 de agosto de 2000

El comandante Hugo Chávez se encamina a una nueva victoria electoral, pero esta vez por cansancio. Seis comicios nacionales en menos de dos años son capaces de acabar con cualquiera, desde candidatos hasta electores. Sobre todo cuando se compite contra alguien tan firmemente atrincherado en las expectativas populares.

Chávez está adquiriendo el aura de los invencibles, no sólo en las encuestas sino en el imaginario popular, que se acostumbra poco a poco a verlo, como el pasado 5 de julio, uniformado a lo Perón, con Eva y todo, para presidir las celebraciones patrias. En esa fecha su similitud con el ex dictador Marcos Pérez Jiménez fue inocultable.

Las elecciones se realizan para cumplir lo dispuesto en la nueva Constitución Bolivariana, escrita a la medida de Chávez. Y la campaña, tras la suspensión de las elecciones del 28 de mayo, fue el escenario del fracaso del opositor, Francisco Arias Cárdenas, por penetrar los sectores populares que favorecen a Chávez y por superar su carisma.

Según dijo a SEMANA Nelson Villasmil, directivo de la encuestadora Mercanálisis, “es muy difícil que Chávez pierda las elecciones. De su 50 por ciento en mayo tiene ahora 48 por ciento de las preferencias y es su techo, mientras que Arias ha bajado de 37 por ciento en mayo a 31 por ciento en julio”.

Varios factores han incidido en la baja del entusiasmo de los votantes. Las encuestas reflejan que lo único que ha crecido es el 16 por ciento de indecisos y la masa de abstención, que podría ser más del 55 por ciento que se registró en el referéndum de diciembre pasado.

Y es que los contribuyentes ya están cansados de tantas elecciones seguidas en menos de dos años, las cuales le han costado más de 500 millones de dólares al erario público. La del domingo 30 es la sexta desde la de noviembre de 1998 y la séptima campaña con la megaelección suspendida del 28 de mayo, sin contar con la de septiembre próximo, cuando se van a elegir los concejales municipales y las juntas parroquiales.

Además del aburrimiento de ir otra vez a las urnas para ratificar a un ganador anunciado la elección del domingo se realizará en medio de las vacaciones escolares, justo cuando hay gran movilización de veraneantes dentro y fuera del país. Arias Cárdenas es tan poco atractivo que pocos creen que la clase media deje de lado sus planes de vacaciones para votar por él.



En descenso

Según parece Chávez va a ganar en un ambiente de abstención y en medio de un fuerte descenso de su popularidad, que ha caído en 30 por ciento. El descontento social ha crecido en la misma medida que la pobreza, la delincuencia y el desempleo en sus 18 meses de gestión. Por eso no hay que esperar que se repita lo de los cinco comicios transcurridos con Chávez, quien ha contado siempre con unos tres millones de votos duros, que es un tercio de los 11 millones de electores. “Los indecisos y la abstención favorecen a Chávez porque ha mantenido un discurso de que no ha podido mandar todavía y sus errores aún se los atribuye a los 40 años anteriores y que necesitará unos 20 años más”, explica Villasmil.

Los votantes perciben que la costosa (500 millones de dólares) y ruidosa “revolución bolivariana” del polémico mandatario ha dado magros beneficios: empobrecimiento e inseguridad social (los asesinatos se han duplicado a 100 muertes los fines de semana) en medio de los más altos ingresos petroleros de 24.000 millones de dólares.

Lo paradójico lo explica el médico siquiatra Pedro Delgado Machado: “Sorprende observar los niveles de apatía, sumisión, y aceptación de nuestra sociedad. Estamos en un país corto de memoria. La emoción sustituye la capacidad crítica. Debemos votar de nuevo porque, de no hacerlo, dejamos las cosas como están, para olvidar de nuevo”.



Los votantes

Los votantes de Chávez aun mantienen la ilusión de que su candidato presidencial mejorará el país pese a estar hundidos en la pobreza. Una anciana de boina roja dijo a SEMANA mientras rebuscaba entre las sardinas que iba a comprar en una pescadería: “Voy a votar por Chávez porque ha sido el único en subir las pensiones a 144.000 bolívares (200 dólares el salario básico)”. El panadero de la urbanización La Florida es otro voto fiel chavista: “Votaré por el presidente porque es nacionalista”, dijo, aunque reconoció que las ventas están por el suelo y tiene que arañar como todo el mundo.

Salvador Portes, músico de 52 años, resumió el sentir popular en un mitin del mandatario: “Chávez es la verdad de lo que está sucediendo. Es cierto que hay más pobreza, pero es causa de gobiernos anteriores y sólo él puede sacarnos de la miseria. Pero no lo dejan. Si lo apoyaran los empresarios sería otra cosa”.

En la otra acera, los votantes de Arias argumentan más. Pedro Graterol, economista y militar retirado de 45 años, dice: “Conozco bien a Chávez. Es un megalómano. Se cree dueño de la verdad. Arias siempre ha sido sereno, culto y adaptado a la sociedad civil. Con él es un retorno al gobierno civil”. Oswaldo López, técnico mercantil de 53 años, votará por Arias porque “Chávez quiere más poder del que tiene ahora para él solo. No es posible que nos quiera convertir en otra Cuba. No ha hecho nada en año y medio . Sólo robar”.

Los venezolanos esperan sus elecciones polarizados pero apáticos. En un ambiente como ese no basta, como Arias Cárdenas, con ser compañero de armas y de golpes de Chávez. Este ha sabido capitalizar sus enfrentamientos con todos, incluida la Iglesia Católica, para galvanizar las ilusiones de sus conciudadanos más pobres y proyectar una imagen de características históricas. El domingo 30 de julio, según todos los pronósticos, el proyecto bolivariano de Hugo Chávez seguirá adelante. Y el presidente podrá seguir vistiéndose de pasado.