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EL IRA ATACA DE NUEVO

11 muertos y 73 heridos dejó un nuevo atentado de los terroristas irlandeses.

14 de diciembre de 1987

En este mundo de la revolución tecnológica, uno le puede echar algunas veces la culpa de ciertos hechos a un aparato que no funciona, pero no siempre. Esa, asi de sencilla, es la lección que aprendió la semana pasada el ejército republicano irlandés, IRA, después de su más reciente atentado, ocurrido en Irlanda del Norte. Debido a un supuesto "problema" con una señal de radio que acabó detonando una bomba a destiempo, 11 civiles murieron y otros 73 quedaron heridos, cuando asistían a una ceremonia en el pueblito de Enniskillen, con el fin de honrar la memoria de los caídos en combate. Lo sucedido llevó la popularidad del IRA a su punto más bajo en años e hizo pronosticar a algunos que el fin de la guerrilla independentista está cerca.
Semejante juicio está relacionado con varios golpes que ha sufrido la agrupación, en los cuales ha dejado la imagen de ser una simple orgamzación terrorista. En lo que va corrido de este año, 8 de sus militantes murieron en una balancera con las fuerzas de seguridad británicas, un bote panameño lleno de armas fue interceptado por los franceses y un rico dentista que estaba secuestrado fue rescatado en Dublín (no sin que antes sus captores le cortaran algunos dedos, para enviárselos como souvenir a la familia del cautivo y acelerar el pago exigido).
No obstante, si esos mazasos fueron impopulares, nada se le compara a la reacción que suscitaron los muertos y heridos de Enniskillen. La cosa fue tan grave que el IRA se tomó 24 horas para reconocer que la bomba era propia y que la culpa del "lamentable" accidente era del ejército británico. Según el IRA, el artefacto debía ser detonado por radio cuando las tropas británicas estuvieran alrededor del sitio donde ocurrio la explosión y la anticipación de la detonación solo podía ser explicada porque supuestamente se habrían utilizado scanners para interceptar las frecuencias del grupo terrorista. La versión, como era de suponer, fue desmentida por las autoridades quienes dijeron que no hubo tal barrida de frecuencias radiales.
Independientemente de las justificaciones, el hecho fue lo suficientemente horrendo para llevar a ex partidarios del IRA a condenar el suceso. El presidente del Sinn Fein, brazo político de los separatistas, Mr. Gerry Adams, presentó sus condolencias a los familiares de las víctimas y sostuvo que "no deseo justificar la explosión del domingo. Lamento profundamente que hubiera tenido lugar".
Esa misma frase debió ser empleada por los integrantes del grupo terrorista, pero por otras razones. A pesar de que ya en 1983 con ocasión del atentado contra la gran tienda londinense, Harrod's, ya el IRA había pedido excusas, el retroceso en esta ocasión vino en un momento definitivo. Por una parte, está el problema del éxito en el terreno militar. Los planes más recientes de ataques contra personalidades políticas (inclusive uno para asesinar a Margareth Thatcher) han fallado y aún los bombazos corrientes, también. Incluso al día siguiente de Enniskillen una camioneta cargada con más de una tonelada de dinamita que, supuestamente, se dirigía al centro de Belfast con su contenido, fue detenida por la policía.
Ya con esa ventaja, el gobierno británico, que controla Irlanda del Norte, está aprovechando el momento para obtener una mayor cooperación de la República de Irlanda, al sur, en su lucha contra el terrorismo. Especialmente se desea una regulación especial que permita extraditar los miembros del IRA entre uno y otro país .
Entre tanto, el gran desafío es el de impedir que los antiindependentistas del norte empiecen a tomarse la justicia en sus propias manos. El hecho de que los muertos de Enniskillen hayan sido todos de fe protestante ha revivido la tensión con los católicos que componen cerca de un 35% de la población de Irlanda del Norte.
Esa impresión fue confirmada el pasado 11 de noviembre en Belfast, cuando se llevaron a cabo las exequias de 6 de las víctimas de la tragedia. Después de un desfile de protesta en el que participaron unas doce mil personas, según estimativos de la prensa, algunas personas se fueron a las zonas católicas de la ciudad a hostilizar a la gente de esa minoria. Tal como están las cosas, el atentado del IRA está siendo pagado no sólo por la organización terrorista, sino por la misma gente a la que en algún momento pensó darle la independencia.