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Misa de apertura de la Jornada Mundial de la Juventud. | Foto: EFE

VISITA PAPAL

El mensaje del papa en un mundo revuelto

Durante su estadía en Brasil han confluido todo tipo de manifestaciones.

24 de julio de 2013

El miércoles de hace cuatro meses y tres semanas el mundo conocía a Francisco, el nuevo papa. En la elección del nombre, y en sí del propio Jorge Bergoglio, incidió de forma notable el cardenal brasileño Cláudio Hummes, quien estaba sentado a su lado en el cónclave antes del anuncio, y posteriormente, por deseo del mismo Bergoglio, lo acompañó en el balcón central de la basílica de San Pedro donde se presentó ante millones de fieles. 

Este lunes el mismo Hummes, también arzobispo emérito de Sao Paulo, se reencontró con Francisco, a quien hace poco más de un mes visitó en Roma, al igual que otros prelados de Brasil, para informarle de las protestas que se acrecentaban en el país que por estos días alberga la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
 
En ese momento el pontífice ya había redactado el discurso que pronunciará mañana ante una multitud de jóvenes provenientes de todas las naciones. Tras el diálogo con los representantes del clero en la nación carioca, Francisco cambió parte de sus palabras dirigidas al tema de la juventud, abstraído por la realidad del continente latinoamericano, que vuelve a ser sede de este encuentro 26 años después del celebrado en su natal Buenos Aires por el entonces papa Juan Pablo II. 

Precisamente las palabras de Karol Józef Wojtyla en aquel encuentro de 1988 volvieron a reactivarse ayer en la mente de numerosos jóvenes de hoy, durante la misa de apertura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en la playa de Copacabana de Río de Janeiro: “América Latina, sé tú misma, fiel a Cristo, resiste ante todos aquellos que quieren ahogar tu vocación de esperanza”. 

En su primera encíclica, presentada al comienzo de este mes bajo el nombre Lumen Fidei (La Luz de la Fe), Francisco emitió un mensaje similar: “No os dejéis robar la esperanza”. 

Un día antes de la apertura de la JMJ, en su primera intervención oficial a su llegada a Brasil, Bergoglio fue más enfático: “la juventud es la ventana por donde entra el futuro en el mundo”. 

Acto seguido decía: “Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven, cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones materiales y espirituales para su desarrollo, darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida”. 

Son frases que albergan en parte el discurso de la teología de la liberación, de la cual el mismo Juan Pablo II anotaba “es no sólo oportuna, sino útil y necesaria". Y a pesar del rechazo que tiene por parte del papa emérito Benedicto XVI, Francisco ha accedido a reunirse en algún momento con uno de los máximos representantes de esta corriente, el teólogo brasileño Leonardo Boff. 

Esta misma filosofía está implícita en el documento redactado hace alrededor de un mes por la Conferencia Episcopal de Brasil, en que declaraban su “solidaridad y apoyo a las manifestaciones —mientras sean pacíficas— que han sacado a las calles a personas de todas las edades, sobre todo jóvenes”.

De esta conferencia hace parte el cardenal Hummes, quien a su regreso del encuentro con el papa manifestó: “el mensaje de Cristo está en sintonía con esas reivindicaciones del pueblo”. 

A su llegada desde el lunes, el propio Francisco ha sido testigo de los movimientos en masa que ha generado su presencia en suelo brasileño, y a los cuales ha retribuido con una sonrisa y humildad en sus palabras. Su mensaje por tanto adquiere un tinte especial para canalizar las expresiones de una juventud que se debate entre el desempleo, la indignación ante la corrupción de las instituciones y la fe propia. 
  

Itinerario de hoy

Este día el papa se desplazará a la ciudad de Aparecida, unos 200 kilómetros al sur de Rio de Janeiro, para celebrar una misa ante aproximadamente 200.000 personas en la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, la segunda basílica más grande del mundo, después de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. 

Posteriormente, Bergoglio volverá a Río para visitar un hospital de San Francisco de Asís dirigido a jóvenes indigentes, drogadictos y alcohólicos. Medios de prensa informan que el recorrido lo hará en un carro cubierto.