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Sagrada visita

Todos esperaban a Francisco en la basílica de la Natividad de Belén.

31 de mayo de 2014

Todos esperaban a Francisco en la basílica de la Natividad de Belén. Pero antes de llegar, el papa se bajó de su vehículo descapotado para cumplir una cita aún más importante: la paz. El sumo pontífice se acercó a la pared construida por Israel para separar a Cisjordania, y como cualquier habitante, rezó en silencio y apoyó su cabeza en la fría muralla. En su visita por Tierra Santa, el papa logró el compromiso de los presidentes palestino e israelí, Mahmud Abbas y Shimón Peres de acudir al Vaticano para rezar por el fin del conflicto. “Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento” señaló. Su paso por Jerusalén se dio en un momento crítico, pues para las comunidades ultraortodoxas, la celebración de la misa final en el Cenáculo, lugar de la última cena y la tumba del rey David, revive los rumores de que Israel estaría negociando con el Vaticano la cesión de parte de este espacio. Sin embargo, las autoridades israelíes lo niegan. El embajador de Israel ante la Santa Sede, Zion Evrony, dijo que “contrariamente a los rumores, no hay ninguna intención de transferir al Vaticano la soberanía del Cenáculo.” Francisco culminó su visita el pasado lunes y en su avión de regreso a Roma habló del matrimonio para los curas y dijo, con toda tranquilidad que “al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta”.