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EL PAPA Y EL COMANDANTE

La reunión de Fidel Castro con Juan Pablo II corona una serie de éxitos suyos contra el bloqueo. Pero seguramente tendrá consecuencias históricas.

23 de diciembre de 1996

Fidel Castro no imaginó hace poco más de tres décadas, cuando fue excomulgado por la Iglesia Católica, que algún día un Papa le iba a servir de alivio. Sin que aún se sepan las consecuencias a largo plazo de la histórica reunión, al menos la entrevista con Juan Pablo II fue un bálsamo para el presidente cubano, al punto que al salirde la charla en esa fría y lluviosa mañana otoñal dijo a los periodistas que lo esperaban: "Yo no merecía un honor tan alto. Para mí es un milagro haber podido saludar a Su Santidad". Fidel salió tan satisfecho de la cita que incluso reivindicó con un tono de humildad que fue el Santo Padre quien deseaba escucharlo: "El Papa fue tan gentil que me dejó hablar a mí casi todo el tiempo, aunque yo no quería". Pero, ¿por qué estas expresiones tan cálidas del Comandante para con un hombre al que ha mirado con frialdad y recelo durante los últimos 18 años, los mismos que Karol Wojtyla lleva en el trono de San Pedro?Fidel tenía razones para mostrarse tan eufórico porque con el apretón de manos redondeó una faena comenzada ocho días atrás, el 11 de noviembre en Viña del Mar, Chile, cuando se cerró la VI Cumbre Iberoamericana con una rotunda condena a la ley Helms-Burton, que endurece el bloqueo a Cuba. La declaración final pidió al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, echar atrás la ley porque "viola" las normas de las Naciones Unidas, de la Organización Mundial de Comercio y del derecho internacional y "es contraria al espíritu de cooperación y amistad que debe caracterizar las relaciones de todos los miembros de la comunidad internacional".Sin embargo el presidente del gobierno español, el líder del Partido Popular _PP_, de centro derecha, José María Aznar, le dañó el rato a Fidel cuando le dijo: "No tengo nada contra Cuba, pero todo contra tu régimen". Mientras en Nueva York la Asamblea General de la ONU condenaba el bloqueo contra Cuba, Aznar repuntó en Madrid, recién bajado del avión, cuando dijo que iba a proponer a la Unión Europea _UE_ un plan contra Cuba con tres ejes: ruptura de la cooperación, cierre crediticio y diálogo con la oposición. Dicho y hecho, el jueves 14 Madrid sirvió de sede a la instalación de la Fundación Hispano Cubana, donde estuvieron dirigentes del PP, el escritor derechista Mario Vargas Llosa y líderes de oposición cubana en el exilio, como Carlos Alberto Montaner y Jorge Mas Canosa.Pero los demás socios de la UE anunciaron que no estaban tan de acuerdo con el gobierno español. Italia, por ejemplo, empezó a coquetear en Bruselas con los demás miembros para sustituir a España como interlocutor con Cuba: "No lo pretendemos, pero en realidad es España la que ha cambiado su posición", confesó un representante del gobierno italiano en esta helada ciudad.Con ese ambiente, Fidel arribó a Roma a la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura _FAO_. Fidel se movió como pez en el agua en un ambiente propicio. "Su discurso fue el más aplaudido, había más fotógrafos que cuando asistió el Papa", escribió La Repubblica sobre un discurso en el que Fidel volvió a proclamar que"son el capitalismo, el neoliberalismo, las leyes de un mercado salvaje, la deuda externa, el subdesarrollo, el intercambio desigual, los que matan a tantas persona en el mundo". Al concluir la cumbre, las suertes de Fidel y de Aznar eran contrarias. El primero anunciaba la reunión con el Papa y el segundo se defendía ante los periodistas, quienes le preguntaban si su política era dictada por Estados Unidos.Así Castro llegó a la histórica entrevista. En la reunión, Juan Pablo II aceptó viajar a Cuba el próximo año, el único país de América que no ha visitado durante su misión evangelizadora. Pero, ¿qué país encontrará el Papa? Desde el punto de vista religioso, en la isla hay apenas 200 sacerdotes para 11 millones de habitantes y según encuestas oficiales sólo un 15 por ciento de la población tiene filiación religiosa (católica y protestante, principalmente) pero en la mayoría reina la santería afrocristiana. Sin embargo la Iglesia ha ganado terreno en los últimos años y desde sus púlpitos aboga por la reconciliación con el exilio, se critica la omnipresencia oficial y se denuncia la falta de libertades. Existe un antecedente histórico: el 8 de septiembre de 1993 la Conferencia Episcopal Cubana dio a conocer la pastoral 'El amor todo lo espera', en la cual pidió cambios políticos.Pero más allá de este ambiente, la visita del Papa fue interpretada como "una voz de alarma para el régimen" por quienes ven una semejanza de la reunión de la semana pasada con la que Juan Pablo II tuvo en 1989 con el entonces secretario general del Pcus, Mijail Gorbachov, y que para muchos fue el punto de partida de la caída de la URSS y su bloque comunista.El precedente, si embargo, no asustó a Fidel, quien aprovechó la presencia en el Vaticano para utilizar un ejemplo religioso para defender la vigencia de la revolución: "Hoy somos más fuertes y resistiremos, como los cristianos en la antigua Roma también resistieron hasta que fueron reconocidos". Es cierto que Castro ganó un reconocimiento fundamental y una legitimidad insospechada para defenderse de sus enemigos. Pero el Papa Wojtyla es un hombre firmemente convencido de su misión en la Tierra y no es alguien que acostumbre dar puntada sin dedal. Su acercamiento al presidente cubano representa un refuerzo para quienes piensan que el cambio debe darse en Cuba por cuenta de los propios cubanos y una bofetada a quienes creen, como el gobierno norteamericano y los opositores de Miami, que el medio para la transición a la era post-Fidel es la presión internacional sobre un pueblo que, por una u otra razón, está con su líder. Lo único que debe descartarse es que la reunión entre el Papa del fin del milenio y uno de los últimos dirigentes del comunismo pueda pasar sin consecuencias de trascendencia histórica.