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El pobre viejecito

En la era de la guerra contra el terrorismo, la liberación de Luis Posada Carriles es una curiosa incongruencia.

29 de agosto de 2004

La presidenta panameña Mireya Moscoso decidió terminar su mandato en medio de una controversia internacional. En el centro está el cubano-venezolano L uis Posada Carriles, preso en Panamá desde 2000 por intentar volar un auditorio repleto de estudiantes en el que el presidente cubano Fidel Castro iba a dictar una conferencia con ocasión de la Cumbre Iberoamericana. Moscoso adujo "razones humanitarias" para indultar a Luis Posada Carriles y sus tres cómplices, Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón y Guillermo Novo Sampol.

El gobierno de La Habana venía advirtiendo al de Panamá acerca de la ola de rumores que corrían entre la comunidad cubano-norteamericana de Miami sobre la inminente liberación de Posada Carriles, de 76 años. Pero la presidenta Moscoso no pareció impresionada ni por las denuncias de presiones indebidas de Washington ni por el recuento del prontuario de Carriles. En cambio, rechazó los mensajes de La Habana como intromisión en los asuntos internos. No valieron los llamados del presidente electo Martín Torrijos. Los otros indultados salieron del aeropuerto de Tocumen rumbo a Miami mientras se dijo que Posada que se quedaría en Centroamérica. Lo único seguro es que el gobierno de El Salvador anunció medidas para evitar que aterrizara en su suelo.

¿Quién es este hombre cuya suerte es capaz de producir la ruptura de relaciones de dos países caribeños? En los últimos tiempos Posada Carriles ha intentado proyectar una imagen de anciano venerable con declaraciones en las que reniega del terrorismo. Pero sus antecedentes hablan por sí solos de un héroe para muchos cubanos de Miami pero con una larga lista de actos terroristas documentados por las autoridades de varios países. Por si quedara duda, Posada no tuvo inconveniente en confesar sus actos en su autobiografía y en entrevistas, de las cuales la más célebre es la que entregó a Larry Rohter y Anne Louise Bardach, de The New York Times, que dio lugar a dos artículos publicados en julio de 1998.

Posada Carriles nació en 1928 en Cienfuegos, y cuando sobrevino la revolución cubana en 1959 era agente viajero de la Firestone en América Latina. Exiliado en Estados Unidos, pronto se vinculó a los grupos anticastristas que organizaron la fallida invasión de Playa Girón o Bahía Cochinos. Con el tiempo Posada consolidó sus vínculos con la CIA, que lo consideraba un oper ativo valioso en América Latina. En 1967 se trasladó a Venezuela, donde trabajó con la policía política Disip y se nacionalizó. En 1976 un aparato de Cubana de Aviación estalló en un vuelo que salió de Venezuela a Barbados con 73 personas a bordo y pronto las sospechas recayeron sobre Posada. Fue detenido junto con los autores materiales y su compañero Orlando Bosch, quien reside hoy tranquilamente en Florida.

Pasó nueve años preso en Venezuela hasta que se fugó cuando, según dijo a The New York Times, sus amigos de la Fundación Nacional Cubano Americana pagaron cuantiosos sobornos. Contó que disfrazado de cura y como pasajero clandestino de un pesquero llegó por fin a El Salvador, donde formó parte de la operación Irán-Contras de tráfico de drogas liderada por Oliver North para financiar armas para la 'contra' nicaragüense.

Desde El Salvador, como demostró una Investigación del Miami Herald, se convirtió en intermediario entre las facciones ultraderechistas de Miami y los salvadoreños que ejecutaron atentados contra hoteles de La Habana en 1997, en los cuales murió un turista italiano, varios quedaron heridos y se afectó gravemente la industria turística de la isla.

Vivió el que parece ser su último episodio de terrorismo ya como un anciano de 72 años en 2000, cuando fue capturado mientras pretendía volar el auditorio en el que Fidel Castro se iba a dirigir a dos centenares de estudiantes panameños. Nada explica el acto de 'humanidad' de la Presidenta saliente, sobre todo si se tiene en cuenta que la legislación de ese país sólo permite el indulto presidencial cuando hay una sentencia en firme. Los críticos de la señora apuntan a que en la Casa Blanca están de nuevo los viejos amigos de la era del Irán-Contras y que, de nuevo, se movieron los largos brazos de la Fundación Nacional Cubano Americana. No sería la primera vez que sacaran de aprietos a su viejo aliado.