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EL PRECIO DEL DEBER

Policía de origen colombiano es el centro de disturbios raciales en Miami.

27 de febrero de 1989

Era el día de Martin Luther King.
Overtown, un barrio negro que circunda el centro de Miami, estaba más agitado que lo normal.

Según la comisionada de la ciudad, Rosario Kennedy, el lunes 16 de enero varios de los habitantes de la zona que tiene un alto nivel de desempleo, habían estado ingiriendo licor.

William Lozano, un policía de la ciudad de Miami, colomboamericano educado en un colegio del barrio Quirigua y residente del Kennedy en su infancia, estaba de turno en el área haciendo un remplazo de un policía negro. A las seis de la tarde escuchó en su radiotransmisor que a poca distancia del lugar un motociclista negro con parrillero a bordo había desobedecido una orden de pare hecha por otro agente. No había terminado de recibir el mensaje cuando vio la motocicleta doblando la esquina. Lozano desefundó su arma y disparó.

La bala entró en el cráneo de Lloyd causándole la muerte y la moto fue a estrellarse contra un automóvil. El parrilero Allen Blanchard, también negro, de origen haitiano, quedó malherido y murió al día siguiente.

La noticia se regó por las calles de Overtown. Los habitantes del barrio, algunos embriagados, otros enardecidos y la mayoría curiosos, salieron a la calle y atestaron el lugar donde ocurrieron los hechos.

El cuerpo de Lloyd tendido sobre la calle y su madre llorando desconsolada, exasperaron los ánimos.

Lloyd era muy conocido en el barrio. Manejaba una estación de lavado de carros y tenía los antecedentes penales y personales de un bacán de calle. Posesión y venta de marihuana, novias simultáneas e hijos imprevistos.

Durante las siguientes 48 horas, los disturbios se extendieron a otras zonas de negros de la ciudad dejando un saldo de un hombre muerto, varios policías y ciudadanos negros heridos, almacenes de viveres saqueados y edificios consumidos por las llamas.

El miércoles se supo quién disparó a Lloyd: un policía de "origen hispano" con una hoja de vida intachable Y altas calificaciones en tiro.
Era William Lozano, 29 años, nacido en Bogotá. Hijo de Daniel Lozano natural de Pandi, Cundinamarca y Aidée, de Bogotá. Casado con Ana Cabeza, también policía de Miami y hermano; de Jairo y Winsor, agentes de Miami y Carlos, agente correccional.
Los Lozano adquirieron la nacionalidad estadounidense para trabajar en este pais. Su padre llegó hace 20 años, trabajó atendiendo una estación de gasolina en Nueva York y luego adquirió tres talleres de mecánica. A medida que consiguió solidez económica fue trayendo uno por uno a sus seis hijos. Cuatro hombres y dos mujeres.

Los últimos años en este país no han sido muy favorables para el señor Lozano. Hace cinco tuvo que abandonar sus talleres y ver cómo se venían a pique como consecuencia de un infarto.

Se trasladó por recomendaciones médicas a Miami donde la última semana ha tenido que lidiar con una mezcla de emociones no recomendadas para su corazón. El lunes se enteró de los cargos contra William y el jueves, Jairo recibió el premio como el mejor policía del año. El mismo día Carlos se graduó de agente correccional.

"Tengo confianza en que todo se va aclarar", repite el señor Lozano de 67 años a todos los periodistas que lo entrevistan.

Según su nuera Bertha, desde que supo la noticia está triste y llora todos los días.

CHIVO EXPIATORIO
A partir del momento en que la moto manejada por Lloyd aparece ante Lozano, las versiones se bifurcan.

Eddy William Johnson, un testigo de los hechos sostiene que Lozano saltó a la calle y se puso frente a la motocicleta, sacó el arma y sin hacer ningún intento para esquivar la moto disparó. Por la corta distancia, no necesitó poner en práctica su reconocida destreza de tirador en el Departamento de Policía de Miami.

Los abogados de Lozano, reconocidos como los mejores en defender policías involucrados en homicidios sostienen que el agente disparó porque la moto lo iba a arrollar.

La Fiscalía del Estado de la Florida y el Departamento de Policía, teniendo en cuenta la versión del testigo, formularon dos cargos por muerte sin premeditación.
La decisión fue tomada con una celeridad burocráticamente proporcional a la velocidad con que el agente sacó su arma y disparó.

La Fiscalia echó mano a un artículo del reglamento que permite agilizar el procedimiento y omitir la intervención de un juez, cuando hay acuerdo entre los investigadores en los cargos que se formulan.

Al delito del cual se acusa a Lozano se le agregó un agravante: "Portar arma de fuego", calificado de inaudito por sus abogados.

Representantes de las asociaciones de la comunidad colombiana que han protestado por la celeridad de la determinación, no dudan que Lozano fue la víctima ideal para distorsionar por la vía rápida una ciudad amenazada por los disturbios.

No es cubano, no es americano de nacimiento y su origen favorece las sospechas. -