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EL REGRESO DE LOS DICTADORES

Por una u otra causa los gobernantes militares de América Latina permanecen, al final del siglo, en el primer plano.

13 de julio de 1998

Sus nombres son sinónimo de epocas superadas de América Latina, cuando se cometieron los mayores atropellos en nombre de la defensa de sus 'valores inmortales'. Su tiempo ya pasó 20, 30 ó 40 años atrás. Su figura se debate entre el recuerdo de las charreteras y el olvido de la historia pero sigue proyectándose sobre el panorama político del subcontinente en oleadas más o menos repentinas. Son los dictadores latinoamericanos. En los últimos tiempos, para bien o para mal, los viejos dictadores latinoamericanos han experimentado una de esas mareas de reconocimiento. El último de ellos en regresar a las primeras planas fue el general argentino Jorge Rafael Videla, acusado por apropiación ilegal de menores, un delito que parecería exótico para un militar de cualquier parte del mundo pero no para los responsables de la guerra sucia escenificada en el Cono Sur en los años 70. Allí las batallas que salvaron a la civilización no se dieron en los campos sino, entre otros escenarios, en los vientres de las madres acusadas de pertenecer a la subversión comunista.Videla fue el hombre que encabezó el golpe militar de 1976, el cual inició uno de los períodos más negros de la historia argentina. Al menos 15.000 personas murieron o desaparecieron en medio de la campaña que lanzaron los militares contra los grupos guerrilleros y cualquiera que pareciera simpatizar con ellos. Los militares establecieron centros de tortura secretos, de los que los detenidos casi nunca salían. Muchas personas perdieron la vida al ser arrojadas desde aviones al océano Atlántico.Después de la caída de la dictadura, luego del desastre de las Malvinas, el gobierno del presidente Raúl Alfonsín inició en 1985 un proceso judicial contra los responsables y Videla resultó condenado a cadena perpetua. Pero el actual mandatario, Carlos Menem, citando la necesidad del perdón y olvido, le concedió el indulto en 1990. Esta vez, sin embargo, la historia parece cerrarse sobre Videla porque el delito relacionado con los hijos de sus víctimas no estaba contemplado en el indulto. Si las cosas siguen como van, Videla podría recibir una larga condena para beneficio de su conciencia.Otros ex dictadores aparecen de la nada, como el general venezolano Marcos Pérez Jiménez, de 82 años, resucitado por la inesperada visita que le hizo, hace dos semanas, el candidato presidencial Hugo Chávez Frías en Madrid, en la residencia donde disfruta desde hace años su exilio dorado. Muchos latinoamericanos, y entre ellos no pocos de los venezolanos más jóvenes, se enteraron entonces de que Pérez Jiménez no sólo no había muerto sino que había recuperado su puesto de actor en la escena política de su país. El coronel Hugo Chávez se anotó un golpe de opinión al viajar sorpresivamente a la capital española para entrevistarse con Pérez Jiménez y ofrecerle, de ganar las elecciones de diciembre, la posibilidad de un regreso honroso. Porque lo cierto es que, aunque fuera del país el ex dictador es una figura de un pasado más bien remoto, en Venezuela sigue teniendo en ciertos medios un prestigio logrado por la inversión masiva de los dineros del boom petrolero de los años 50. Pérez es perfecto como modelo para Chávez: golpista como él, pero al mismo tiempo con aura de gobernante progresista y antipolítico. El general Alfredo Stroessner, quien entre 1954 y 1989 manejó a su patria, Paraguay, como si fuera su hacienda personal, también está de regreso al primer plano por cuenta del triunfo del candidato presidencial Raúl Cubas, del oficialista Partido Colorado. Aunque sería más ajustado decir que Stroessner, derrocado por su cuñado, el general Andrés Rodríguez, y asilado desde entonces en Brasil, no se ha marchado nunca de la política paraguaya. Las figuras más relevantes del Partido Colorado, el mismo que lo llevó a varias 'reelecciones' sucesivas, son íntimas de Stroessner, como el vicepresidente electo Alvaro Argaña, a quienes algunos consideran el hombre más poderoso de Paraguay. Sea como fuere, Cubas ha prometido repatriar a Stroessner luego de su posesión, prevista para el 15 de agosto. Cubas también ha anunciado su disposición para indultar al general Raúl Oviedo, preso por su intento de golpe de Estado contra el presidente Juan Carlos Wasmossy.En Bolivia, desde las elecciones de junio del año pasado, el presidente es el general Hugo Bánzer Suárez, quien condujo por la fuerza uno de los cuatro gobiernos más prolongados de la historia republicana del país. Golpista frustrado en enero de 1971, regresó a mediados del año para liderar lo que hoy, en su afán por dejar atrás su pasado militarista, llama "la revolución nacionalista". Retuvo el poder hasta 1978, cuando el descontento popular lo obligó a renunciar. En esos siete años 19.140 personas marcharon al exilio y al menos 200 murieron o desaparecieron por la acción del aparato represivo de la dictadura, según la Asamblea de Derechos Humanos. Y, por supuesto, sigue en acción el general Augusto Pinochet, quien desde su curul vitalicia en el Congreso chileno capotea los esfuerzos de los partidos por democratizar ese cuerpo. Pinochet parece ser el máximo paradigma de una verdad latinoamericana: los militares en el poder.