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El retorno

Berlusconi podría regresar al poder en Italia a pesar de sus escándalos.

4 de junio de 2001

El fenomeno de Alan Garcia en el Perú no es el único de resurrección política. En Italia el magnate Silvio Berlusconi protagoniza algo parecido, aunque mucho más complejo. ‘Il Cavaliere’, como le llaman sus coterráneos, se proyecta como ganador en las elecciones del domingo a pesar de su pobre desempeño de siete meses como primer ministro en 1994 y de sus problemas judiciales. Berlusconi se presenta por la alianza de centro-derecha Casa de las Libertades, enfrentado a Francesco Rutelli, ex alcalde de Roma y representa a la coalición del Olivo, del actual primer ministro Giuliano Amato. Ambos proponen disminuir impuestos, mejores servicios públicos, seguir las privatizaciones, reforzar las medidas contra el delito y la inmigración ilegal. Por eso la campaña se ha reducido a una batalla de imágenes. Berlusconi proyecta la del self-made man y Rutelli la del carismático político profesional. Algo que los italianos han dado en llamar “el rico contra el bello”. Aunque las encuestas muestran una consistente ventaja de 4 por ciento para el hombre de negocios el margen de 20 por ciento de indecisos es la esperanza de Rutelli. Lo que hace controversiales estas elecciones es que Berlusconi es el hombre más rico de Italia, con más de 10.000 millones de dólares agrupados en su megaholding, Fininvest. Su grupo abarca tres cadenas de televisión. También es dueño del mayor grupo editorial de Italia, Mondadori, así como del diario Il Giornale. Su grupo Mediolanum le otorga una tajada de las actividades financieras y de seguros, así como de propiedad raíz. Y el club de fútbol AC Milan es la joya de su corona. Eso para muchos es suficiente para que Berlusconi no deba ser el próximo primer ministro de Italia. Algunos, como el escritor Antonio Tabucchi, han denunciado el peligro de “totalitarismo”. Pero otros van mucho más allá. El prestigioso semanario británico The Economist publicó un artículo de carátula que cayó como una bomba. El informe detalla los ocho procesos que se siguen en Italia contra Berlusconi (más uno en España). De esos procesos sólo uno, por donaciones políticas ilegales, ya terminó con un fallo en firme, pero sin condena por prescripción. También narra la historia de su red de compañías, que nació en los 60 con la construcción de Milano 2, una ciudadela de 3.500 apartamentos que dio origen a la creación de una estación de televisión por cable que se convirtió en cadena nacional. Según The Economist, en la financiación de esos negocios está involucrada la participación corrupta de la banca oficial y un complejo carrusel de compañías en Suiza. La publicación sostiene que Berlusconi jamás ha aclarado el origen del capital de sus 22 holding que controlan Fininvest. La revista examina además las vinculaciones con Bettino Craxi, el primer ministro que murió tras ser sentenciado in absentia por corrupción, durante cuyo gobierno se aprobó un régimen de televisión a la medida de los intereses de Berlusconi. Y menciona los sobornos de jueces y los vínculos con la Cosa Nostra, que incluyen la confesión de uno de los mafiosos arrepentidos, los pentiti, de Sicilia, quien aseguró que Berlusconi es cómplice del asesinato del juez Paolo Borsellino en 1992. El artículo termina con una descalificación sin dudas: “La elección de Berlusconi marcaría un día oscuro para la democracia italiana”. En Italia el artículo sorprendió más por lo abierto de los ataques que por el contenido,. Lo cierto es que la ventaja de Berlusconi no se había visto afectada por la reputación del ex primer ministro. Una encuesta del Corriere della Sera encontró que 39 por ciento de los electores son indiferentes al conflicto de intereses y el 23 por ciento cree que sus habilidades le ayudarán. Sin embargo otros medios se identificaron con The Economist. A The Financial Times se sumó Le Monde, que dijo que “votar por Berlusconi estaría en contradicción con los valores de la Comunidad Europea”, y denunció su alianza con la “posfascista” Alianza Nacional, de Gianfranco Fini, la Liga Norte de Umberto Bossi y con Flama Tricolor, “un partido racista y fascista”. El Mundo agregó las irregularidades de la compra de Telecinco en España. El magnate se limitó a rechazar las acusaciones y a anunciar demandas. Hasta ahora su estrategia ha sido sencilla. Para su campaña los procesos judiciales son producto de una conspiración de jueces, periodistas y políticos de izquierda. En cuanto a sus “prácticas” de negocios, sostienen sus voceros, ¿quién no ha sobornado a un funcionario? Sobre las alianzas con grupos de derecha señalan que sus adversarios tienen entre sus integrantes a antiguos comunistas. Y acerca de Fininvest, alegan que el magnate cedió el control en 1994, aunque no niegan que sigue siendo beneficiario real de las acciones. Tanto el Olivo como el movimiento de Berlusconi, Forza Italia, surgieron del colapso de los socialistas y los demócratas cristianos, que sucumbieron por su corrupción. Pero a tiempo que el gobierno de Berlusconi duró siete meses en 1994, el Olivo asumió desde 1996 con Romano Prodi, seguido por Massimo D’Alema y Giuliano Amato y puede presentar logros importantes. Prodi controló los déficits del país hasta calificar para la entrada al sistema euro. Fueron privatizadas empresas por 75.000 millones de dólares, la inflación se redujo a la mitad y la economía alcanzó ratas de crecimiento saludables. Mientras se acercan las elecciones el ambiente se calienta. El terrorismo ha hecho su aparición con unas ‘Brigadas Rojas’ que parecen herederas de las de los años 70. Y aunque los italianos no parecen darle mucha importancia a las denuncias en Europa ya se habla de que si Berlusconi gana habrá sanciones por sus vínculos fascistas, al estilo de las aplicadas en Austria ante el ascenso neonazi. Los italianos, tal vez sin saberlo, tienen entre manos una decisión que podría tener grandes consecuencias para la Unión Europea.