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El sueño sigue vigente

Se cumplen 25 años de la muerte de Robert Kennedy y Martin Luther King Jr.

5 de julio de 1993

HACE 25 AÑOS DOS FECHAS y dos hechos marcaron el destino norteamericano y mundial. El 4 de abril de 1968, en el motel Lorraine, en Memphis, Tennessee, un francotirador asesinó al líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr. Sesenta y un días después, el senador Robert Francis Kennedy recibió del jordano Sirhan Sirhan el mismo castigo en el hotel Ambassador de Los Angeles. Estaba celebrando su éxito. Acababa de ganar las primarias demócratas del estado de California y su camino hacia la candidatura y la presidencia parecía abierto.
Esos hechos conmovieron a un mundo que estaba en ebullición. En el caso King, el asesino resultó ser un ex convicto blanco llamado James Earl Ray. La nueva lucha emprendida por el pastor, la "campaña por los pobres" debió ser retomada por sus seguidores.
El caso Kennedy concluyó con la condena de Sirhan Sirhan, un refugiado jordano que había llegado a Los Angeles hacía 11 años. La razón que adujo era el apoyo del senador a la posición de Israel ante los arabes. Sin embargo, el público norteamericano no quedó conforme pues numerosas evidencias mostraban que el asesino había actuado en complicidad con alguien más. Kennedy recibió tres disparos de atrás hacia adelante, pero los testigos afirman que el agresor le disparó de frente.
La visión que el tenía para su país, expresada en 1962 en su libro "Leales amigos y temibles enemigos", le había costado la vida. Para el pueblo norteamericano -que apenas se recuperaba de la pérdida del presidente Kennedy cinco años atrás- estas muertes significaron un golpe violento.
La muerte del presidente Kennedy, en Dallas, en 1963, había sido el primer llamado de atención. Fiel a su tradición familiar, Bob decidió enfrentarse en 1968 al senador Eugene McCarthy por la candidatura presidencial demócrata. Ya antes, como Fiscal General, había defendido los derechos civiles de los negros y los pobres. Además, había expresado su desacuerdo con la guerra de Vietnam. Con su muerte las esperanzas de muchos electores liberales de lograr cambios importantes se desvanecieron.
King dijo con ocasión del asesinato del presidente que "estoy convencido que él vive, mientras se mantengan vigentes sus planteamientos". No podía imaginar que estas mismas palabras expresarían sus seguidores y los de Bob algunos años más tarde.El pastor Martin Luther King Jr., formado en la tradición de la iglesia protestante negra, reafirmó su conciencia social mediante la educación formal y la experiencia. Quienes lo trataron afirmaban que "tenía a Dios de su parte". En efecto, aparte de su oratoria, el defensor de los derechos civiles supo combinar la fortaleza moral con la espiritual para combatir el segregacionismo racial. Su política de no violencia, inspirada en el líder indio Gandhi, aprovechó los medios de comunicación para colocar en el primer plano el problema del racismo en los Estados Unidos.
La no violencia, en sus propias palabras era "la respuesta a los cruciales problemas políticos y morales de nuestro tiempo; la necesidad de que el hombre venza a la opresión y a la violencia sin recurrir a ellas". Su esquema de pacifismo "activo" partía del establecimiento de una injusticia. Cuando ello se verificaba, se debían desobedecer las leyes injustas (desobediencia civil) y tomar acciones directas como las marchas de paz.
El FBI (Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos) los puso en la mira. J. Edgar Hoover, director del organismo en ese tiempo, se dio mañas para involucrar a King y a Kennedy en conspiraciones comunistas. Aunque nunca logró probarlo, sí reunió elementos para plantear la infidelidad matrimonial de ambos personajes y manipular sus actuaciones. Sin embargo, como un comentarista de la época expresó "era tiempo de héroes y no de santos", y esto era suficiente argumento para la opinión pública norteamericana.
Por eso, no es extraño que el presidente Bill Clinton haya manifestado en un discurso de campaña "estas dos muertes han cambiado muchas cosas para mi generación, para mi país. Y si ellos estvieran viviendo, pienso que estos últimos 20 años podrían haher sido muy diferentes para Estados Unidos, mucho mejores...". No le falta razón, porque los problemas de intolerancia racial y pobreza absoluta se han multiplicado en los últimos años en el que fuera el país más rico del planeta. Los disturbios que incendiaron el centro de la ciudad de Los Angeles en 1990 son la mejor prueba de que la lucha de King y las ideas de Kennedy aun tendrán que reeorrer mucho camino antes de instalarse en la conciencia colectiva de los norteamerieanos. Lo que parece inevitable es que con la muerte prematura de esos dos dirigentes históricos, ese proceso probablemente se haya retardado en forma irremediable.