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EL VATICANO EN "RINES"

Rumores de millonario déficit y operaciones bancarias non - sanctus opacan las finanzas vaticanas.

1 de junio de 1987

Es tan inminente la crisis financiera que amenaza con sacudir los sagrados muros de la santa madre Iglesia, que el Vaticano ha enviado sendas cartas a cada uno de sus tres mil obispos solicitándoles nuevos fondos para ayudarle a la administración eclesiástica a salir de su saldo en rojo.
Las cartas, enviadas a todos los rincones del planeta, contienen un alarmante, aunque todavía limitado, balance de las finanzas del Vaticano. La medida de recurrir a los obispos fue decidida el mes pasado luego de la reunión de un selecto grupo de quince cardenales convocados por el Papa Juan Pablo II, con el objeto de encontrarle solución a la deuda. Los cardenales anticipan que el déficit podría alcanzar los US$ 63 millones este año, casi el doble del registrado en 1984.
Estas crueles predicciones, sin embargo, exageran las dificultades financieras de la Iglesia, de acuerdo con la opinión de informados empleados bancarios y eclesiásticos. "La verdadera historia de las finanzas del Vaticano es mucho más compleja de lo que los cardenales están preparados a revelar", asegura un prelado del Vaticano.
Las cifras del presupuesto citadas por los cardenales corresponden a operaciones del Vaticano que incluyen su burocracia, su servicio exterior, su estación de radio de cobertura mundial, el periódico multilingue Observatore Romano, sus inversiones editoriales y los salarios de sus tres mil empleados.
Pero la carta enviada a los obispos omite mención detallada de los ingresos y patrimonio total del Vaticano. A pesar de que enumera las ganancias provenientes de las rentas que producen las propiedades de la Iglesia y de otras operaciones, no incluye el producto de inversiones y otras transacciones del misterioso banco vaticano, oficialmente llamado Instituto de Trabajos Religiosos.
Funcionarios del Vaticano se han negado insistentemente a discutir las propiedades del banco, así como sus inversiones y ganancias obtenidas en el curso de los años. "Pero decir que el Vaticano está quebrado, sin incluir las operaciones del banco vaticano en los cálculos", dijo una fuente que pidió no ser identificada, "es como si el Banco Mundial tratara de juzgar la economía de un país sin saber el balance de su banco central".
El Vaticano, tradicionalmente, ha mantenido en secreto las cifras de sus propiedades e inversiones. Incluso los cardenales nombrados para revisar las finanzas de la Iglesia jamás han logrado obtener balances completos de su situación financiera. Y la razón consiste en que aquellos que conocen la verdadera historia de las finanzas del Vaticano pertenecen a una lista muy limitada. Esta incluye al Papa, a su secretario de Estado, el cardenal Agustino Casaroli, a sus administradores jefes, los cardenales Guiseppe Caprio y Angelo Rossi y al administrador del banco, el controvertido obispo Paul Marcinkus, así como a sus más inmediatos asesores bancarios.
Lo anterior solo significa que el Vaticano puede estar atravesando por muy serias dificultades financieras, pero las verdaderas cifras de la crisis están diluidas entre las más altas esferas celestiales.

SANTA COMPLICIDAD
Pero los secretos de las finanzas vaticanas, gradualmente, han comenzado a salir a la luz pública. Una de las revelaciones más escandalosas se refiere al papel que el banco vaticano desempeñó en el colapso billonario del Banco Ambrosiano, en 1982 cuando estremeció al mundo la noticia de que su presidente, Roberto Calvi, después de haberse visto envuelto en toda serie de episodios fraudulentos, fue encontrado ahorcado bajo un puente de Londres.
Desde que este escándalo explotó, el banco vaticano ha luchado por presentar su relación con el Ambrosiano como inocente y casi periférica. Pero durante cinco años los investigadores han escarbado entre miles de páginas de documentos recopilados en Luxemburgo, Suiza, Italia y varios países sudamericanos. Y las conclusiones preliminares no solo demuestran las cercanas relaciones entre Calvi y el banco vaticano, sino además que las finanzas del Ambrosiano fueron utilizadas en formas que no siempre coincidieron con sus mejores intereses.
Muchas preguntas sobre lo sucedido quedarán probablemente sin respuesta. Pero los investigadores han recogido suficiente evidencia para acusar a tres altos funcionarios del banco vaticano -el arzobispo Paul Marcinkus, su presidente; Luigi Mennini, su gerente; y Pelligrino De Sroebelm su contador-, por complicidad con la bancarrota fraudulenta del Ambrosiano.
Tal acusación implica que los tres personajes, o bien sabían del fraude, o por lo menos lo sospechaban, y con todo y eso continuaron con sus operaciones comerciales. Sin la complicidad del banco vaticano, Calvi jamás habría podido hacer lo que hizo. Sin embargo, las providencias proferidas contra Marcinkus y sus asesores no han podido ejecutarse, porque el Vaticano ha optado por asumir la incómoda posición de facilitarles su condición de fugitivos de la justicia italiana. Efectivamente, los tres funcionarios han eludido su arresto protegiéndose tras los muros del Vaticano, un Estado soberano, alegando que no existe tratado de extradición con Italia.
La acusación concreta contra Marcinkus consiste en que la bancarrota fraudulenta del Ambrosiano resultó de operaciones de préstamo de grandes sumas de dinero, realizadas a través del banco vaticano, a un grupo de compañías satélites. Estas compraron acciones del Banco Ambrosiano, se hicieron mutuamente varios autopréstamos, y canalizaron los fondos a los asociados de Calvi. Aunque el Vaticano siempre ha insistido en que no se trataba de compañías satelites, las investigaciones indican que su banco era propietario de varias de ellas.
La relación entre el Ambrosiano y el banco vaticano fue ciertamente rentable para este último. Durante este "compadrazgo" de once años, el segundo actuo como intermediario de varias de las operaciones de Calvi incluyendo los préstamos a las compañías satélites. Eso le reportó comisiones, honorarios e intereses, cuyo monto jamás ha sido revelado. Como el arzobispo Marcinkus declarara ante la prensa italiana poco antes del colapso del Ambrosiano, "el banco vaticano invierte su dinero donde éste resulta más rentable".
Ahora solo parece cuestión de tiempo que las revelaciones de la durable colaboración entre el banco vaticano y el señor Calvi salgan a la luz pública, con todos sus ribetes y detalles. De ahí que si la solicitud de extradición de los tres funcionarios del banco continua siendo denegada la justicia italiana podría tomar la decisión de juzgarlos como reos ausentes.
Todo lo anterior significa que tras los viejos muros vaticanos del siglo noveno se esconden retorcidos secretos financieros. Sus cifras se mantienen diluidas en las esferas celestiales, pero no hay duda de que los detalles non sanctus de sus operaciones tienen profundas raíces en el reino terrenal.