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El vitrinazo de Castro

Durante la posesión de Rodrigo Borja, Fidel Castro no sólo cautivó a los quiteños, sino que le hizo serias propuestas a Virgilio Barco.

12 de septiembre de 1988

El espectáculo comenzó desde su llegada. El pasado miércoles, cuando arribó a Quito para asistir a la posesión del nuevo presidente ecuatoriano, Rodrigo Borja, Fidel Castro se convirtió en el centro de atraccion y habría de copar el interés de la prensa internacional, durante el tiempo que duró su estadía en la capital ecuatoriana. Con su tradicional vestido verde oliva --que sólo se quitó para asistir a los actos de transmisión del mando, a los que llegó con el uniforme de gala--, su barba entrecana y su habitual locuacidad, el líder cubano se anotó todo un éxito de taquilla la semana pasada.
Castro recorrió las calles quiteñas, visitó al pintor Oswaldo Guayasamín habló con la gente, habló con los periodistas, en fin, se robó el show e hizo opacar el acto central que motivó su visita, la posesión de Rodrigo Borja. Y no era para menos. En los casi 30 años que lleva la revolución cubana, esta era la segunda vez que el líder cubano visitaba América Latina, el continente que tanto ha pretendido reivindicar. La primera fue hace 17 años, cuando viajó a Chile para entrevistarse con el presidente Salvador Allende.
Pero lo más importante de la visita de Castro a Ecuador, fue la serie de entrevistas que sostuvo con otros mandatarios del continente. Fuera de su encuentro con Borja, el líder cubano se entrevistó con el presidente argentino Raúl Alfonsín, con el costarricense Oscar Arias con el nicaraguense Daniel Ortega con el presidente de Portugal Mario Soares, y con el presidente colombiano Virgilio Barco.
El pasado jueves, en el céntrico Hotel Colón, tuvo lugar la primera reunión entre un mandatario cubano y uno colombiano en los últimos 30 años. En la reunion, fuera de los dos mandatarios y de los asistentes de Castro, también estuvieron el canciller Julio Londoño y los senadores liberales Luis Carlos Galán, Eduardo Mestre y Ernesto Samper. Luego de los saludos de rigor, los dos lideres se dedicaron a tratar asuntos de importancia a nivel latinoamericano. Según pudo establecerlo SEMANA, Fidel Castro le hizo dos importantes propuestas al Presidente colombiano. La primera de ellas consiste en que Barco lidere la creación de un foro latinoamericano de presidentes, que vendría a ampliar la cobertura del llamado "Grupo de los Ocho". La idea surgió a raíz de que, recientemente, Ecuador pidió ser aceptado en el grupo. Según Castro, el hecho de un grupo reducido puede parecer antipático y excluyente, lo que quedaría solucionado con un foro de presidentes, a nivel continental que podría delegarle la dirección al Grupo de los Ocho. La propuesta de Castro iba tan en serio que, para no dejar dudas sobre sus intenciones, le dijo a Barco: "A mí me tocaría sentarme al lado de Pinochet, pero estoy dispuesto a hacerlo a cambio de presentarnos unidos ante el mundo".
La segunda propuesta del Presidente cubano estuvo centrada en el tema del narcotráfico. Castro le pidió a Barco encabezar un nuevo planteamiento frente al tráfico de drogas, según el cual, se trata de un problema creado por los Estados Unidos, por culpa del consumo existente en ese país. De acuerdo con lo expresado por Castro, el narcotráfico es un problema nuevo en Latinoamérica porque "nosotros no lo teníamos y ellos lo crearon con el consumo". Como era de esperarse, ambos líderes se mostraron cautelosos frente a una posible reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países y prefirieron no tocar el tema, dedicándose a tratar asuntos mucho más globales.
El encuentro se cerró con un intercambio de agradecimientos, en el que Fidel le agradeció al gobierno colombiano su reciente intervención para que una comisión de Derechos Humanos de la ONU visitara la Isla y comprobara que allí no se violan los derechos humanos. Por su parte, Barco le agradeció al mandatario caribeño su intervención para que se lograra la liberación de Alvaro Gómez Hurtado. Finalmente, y ya cuando estaban a punto de abandonar el recinto, la delegación colombiana expresó sus felicitaciones a Castro, quien estaba festejando su cumpleaños número 63.
En todo caso, lo que más llamó la atención de las celebraciones quiteñas fue el descomunal éxito, no sólo de Fidel Castro sino también de su colega nicaraguense, Daniel Ortega. Fue evidente el sentimiento de simpatía que despertaron en las multitudes, así como fue evidente que George Shultz, secretario de Estado de los Estados Unidos, pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su reciente atentado en Bolivia.--