Las lecciones del vuelo MH 370

Durante más de tres semanas, el mundo asistió en directo al desarrollo del mayor misterio de la aviación. Pese a los esfuerzos de más de dos docenas de países y al uso de la mejor tecnología, no se tenía la menor idea del paradero de un moderno Boeing 777 de la compañía Malaysian Airlines. Con los días, el área de búsqueda pasó de cubrir algunos miles de kilómetros cuadrados a abarcar descomunales secciones del océano Índico, que iban desde las estribaciones del Tíbet hasta los confines del océano Antártico. Algo así como la superficie de la Rusia asiática.

Cuando muchos pensaban que nunca más se sabría del avión, a comienzos de la semana pasada se anunció que se contaba con indicios serios sobre su paradero. La paulatina aparición de cientos de objetos dispersos a varios miles de kilómetros al suroeste de Australia –en la región hacia la cual apuntaban los análisis satelitales– llevó a las autoridades a “asumir, más allá de cualquier duda razonable, que ninguna de las personas a bordo sobrevivió”, según la expresión usada por Najib Tun Razak, el primer ministro de Malasia.

Aunque ya se sabe cómo terminó el vuelo MH 370, las razones por las que se internó en una región situada a miles de kilómetros de cualquier pista de aterrizaje siguen siendo misteriosas. Solo cuando se encuentre la caja negra se podrá establecer si se trató de un fallo mecánico o eléctrico, un secuestro, un acto de sabotaje o una acción intencional de la tripulación. Por ahora, este caso deja lecciones que permitirán incrementar la seguridad del transporte aéreo. SEMANA explica qué elementos aeronáuticos podrán mejorarse con base en lo que hasta ahora se ha aprendido en esta tragedia. (Ver imagen)