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CHILE
Chile: Hacia un ‘voto finish’
Con las encuestas empatadas y la llegada de la guerra sucia a la campaña, Chile se prepara para las elecciones más disputadas de su historia. El juego está abierto.
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Nadie esperaba los resultados de la primera ronda de las elecciones de Chile, cuando el expresidente y candidato Sebastián Piñera parecía tener el triunfo en el bolsillo. Sin embargo, los comicios del 19 de noviembre dejaron a la izquierda con vida y a Piñera y a sus seguidores en busca de una nueva estrategia para regresar a la Moneda. Desde entonces, la campaña dio un vuelco y el balotaje se anuncia particularmente reñido.
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A grandes rasgos, las encuestas, los analistas y los medios de comunicación le atinaron al orden de llegada de los candidatos, con Piñera y el izquierdista Alejandro Guillier listos para el balotaje, pero no pudieron detectar algunas variables definitivas de cara a esa segunda vuelta. Por un lado, que la actitud triunfalista de Piñera no correspondía con la realidad, lo que derivó en una votación un 10 por ciento más baja de lo que esperaba. Por el otro, que a la izquierda radical de Beatriz Sánchez le estaba yendo mucho mejor de lo pronosticado, lo que se tradujo en un número de votos que sumados a los de Alejandro Guillier superan los obtenidos por Piñera.
La reorganización de las fuerzas tomó por sorpresa a la campaña del expresidente, que adoptó una estrategia mucho más agresiva y en ocasiones sucia. Esta incluye comparar la Venezuela de Nicolás Maduro con el programa de Guillier (que las redes han materializado en el hashtag #chilezuela), acusar al gobierno de “terrorismo legislativo” por su proyecto de reforma constitucional, e insinuar fraude porque “hubo votos marcados antes que el ciudadano llegara a votar”. Esto último le valió a Piñera una airada respuesta del director del Servicio Electoral, Patricio Santamaría, que le reprochó no haber formulado “ninguna denuncia” sobre ese tema. Ante la avalancha de críticas, Piñera tuvo que recular y el martes dijo que no tenía pruebas y que había basado sus acusaciones en lo que vio en la prensa.
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Pero sus palabras tuvieron principalmente el efecto paradójico de consolidar el apoyo de Sánchez, que quedó en tercera posición, a la candidatura de Guillier. Aunque esa unión podría parecer obvia, pues ambos son de izquierda, las relaciones entre la coalición oficialista de Guillier y el partido Frente Amplio de Sánchez no son buenas, y hasta el lunes ella solo había invitado a sus adherentes a votar “contra Piñera”. Sin embargo, tras las declaraciones del expresidente le dio su pleno apoyo a Guillier, aunque dejó claro que no se trataba de una alianza ni de un acuerdo programático, sino de un simple respaldo estratégico.
Todo lo anterior no significa ni muchos menos que la izquierda tenga la continuidad en el bolsillo. Aunque la pifia del 19 de noviembre tiene a las encuestas con el Cristo de espaldas, es muy diciente que los dos sondeos posteriores a esa fecha arrojen un empate técnico entre ambos contrincantes. A una semana de las elecciones, reina la incertidumbre y algunos análisis predicen un resultado muy estrecho: según un informe elaborado después de la primera ronda por JP Morgan, la diferencia podría ser del orden de 3.000 votos. De ahí que el escenario siga abierto y que a estas alturas sea imposible predecir quién va a mandar en la Moneda desde el 11 de marzo de 2018.
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Mientras que para Guillier la clave de la victoria está en dar con un discurso que logre seducir a la mayoría de los electores del Frente Amplio, para Piñera el camino de la victoria pasa por concentrarse en los logros de su primer gobierno. Para ambos, los riesgos de ser osados superan con creces sus potenciales beneficios. Como dijo Octavio Avendaño Pavez, uno de los especialistas consultados para este artículo, “esta elección la gana quien cometa menos errores”.