En una tarde lluviosa de verano, el 2 de junio de 1941, el doctor Henry Dicks llegó al refugio altamente custodiado del MI6 -el servicio británico de inteligencia secreta - en el condado inglés de Surrey. Había sido llamado para examinar a Rudolf Hess, quien era un prisionero británico.
Fue llevado al segundo piso y de ahí a una habitación vigilada para una reunión a solas con el hombre que estaba en la segunda línea -solo detrás de Hermann Goering- para suceder a Adolf Hitler.
Al tratar de entender a Hess y su lealtad hacia el Führer, Dicks esperaba conseguir información útil para comprender la que había sido definida como la locura colectiva del liderazgo nazi.
En los medios, Hess había aparecido como un hombre fuerte y frecuentemente salía en las imágenes al lado de Hitler.
Pero en persona se desvaneció esa ilusión.
"Bestia atormentada"
"La primera impresión es sin duda la de un sicópata esquizofrénico", escribió Dicks en su libreta de apuntes, que su familia dio a conocer públicamente hace poco.
"En comparación con las fotos en la prensa, la cara es casi la de una bestia atormentada. El rostro es bestial, mono o lobo, que fue o pudo haber sido en algún momento algo encantador cuando joven".
A medida que avanzaban sus conversaciones, a Dicks le sorprendió la admiración de Hess y de Hitler por los ingleses, a pesar de que Alemania tenía la ventaja en ese momento de la guerra.
"Creo que están tratando de asustarnos, pero en realidad están asustados de nosotros", escribió.
"Siempre nos han tenido envidia y nos han imitado en su forma de vida, su vestimenta, su corrección, etc.. Están, al menos en parte, enamorados de manera ambivalente de nosotros. Somos esa raza superior, difícil de alcanzar, que ellos quieren ser de manera tan desesperada".
En el sillón
Dicks pensó que ese afecto hacia los británicos puede haber sido la razón por la que Hess decidió hacer su viaje en solitario a Escocia el 10 de mayo de 1941, en lo que él dijo era una misión de paz.
Hitler dijo que él no tenía conocimiento de lo que Hess estaba tratando de hacer y el partido nazi lo declaró demente.
Sin embargo, algunos historiadores creen que Hess estaba tratando de implementar el deseo del Führer de hacer un pacto con los británicos para que los alemanes -que estaban a punto de invadir Rusia- no tuvieran que pelear en dos frentes.
La posibilidad de examinar a Hess le dio a Reino Unido una oportunidad para tratar de darle un sentido a las fuerzas que impulsaban a los nazis. Para entender "la raíz de esta locura", como dice el historiador Richard Overy, de la universidad de Exeter.
"Creo que se volvió importante para las personas tratar de adivinar lo que diría Hitler si estuviera en el sillón, para luego tratar de entender un poco más sobre cómo se comportaría".
Tras su llegada a Escocia, Hess estaba furioso de que lo trataran como un prisionero en vez de como un enviado de paz.
Él había pedido reunirse con un alto funcionario británico y eventualmente el gobierno decidió seguirle el juego y enviar a John Simon, el lord canciller, el 10 de junio de 1941.
Dicks tomó nota de la intensa ansiedad de Hess antes de la reunión y la atribuyó a sus sentimientos inconscientes de inferioridad con respecto a los británicos. Después de que Lord Simon rechazó las propuestas de Hess, Dicks se preocupó de que su paciente se descontrolara.
Su preocupación terminaría volviéndose realidad.
"Reeducación"
Días después, Hess se lanzaría sobre la barandilla de unas escaleras en el edificio donde estaba detenido. Pidió ver a Dicks muy temprano en la mañana y luego se abalanzó sobre él, saltando sobre la barandilla y rompiéndose la pierna, de acuerdo con el siquiatra.
Hess sobrevivió, y su comportamiento errático siguió fascinando a sus captores británicos. Se cree que Hess llegó a tener un puesto tan alto en el partido nazi por su devoción firme por Hitler.
Dicks y sus colegas siquiatras querían crear una estrategia para "desnazificar" a la población alemana. En su última nota antes de entregar el caso de Hess a un colega, el 15 de julio de 1941, Dicks habló de "reeducación".
"De sus declaraciones a varios oficiales, como consta en informes del (oficial de inteligencia) mayor Foley, parece claro que su admiración inconsciente por Inglaterra está saliendo a relucir más", escribió.
"Esto debe atribuirse a la decisión sabia de permitirle acceso a las noticias inglesas y a ciertos periódicos como una base para charlas educativas con el mayor Foley y otros oficiales. Esta educación ha tenido mucho que ver con la desaparición de sus delirios".
Jessica Reinisch, de la universidad de Londres, dice que la creencia de Dicks de que podría intentar convencer a Hess de que se liberara de su obsesión por Hitler era una visión optimista para la época.
La opinión general entre los expertos era que había poca esperanza para el futuro, porque la mente alemana era irrevocablemente autoritaria, paranoica y militarista.
"Dicks utiliza su experiencia con Hess, así como con otros prisioneros de guerra alemanes en Reino Unido, para decir que lo que aprendió en esos episodios puede aplicarse directamente al problema de "desnazificar" a los alemanes y también seleccionar candidatos apropiados para puestos importantes en la nueva administración alemana", dice Reinisch.
Algunos doctores británicos querían entender la imagen general sobre cómo tratar la adoración inconsciente a la autoridad que tenían los fanáticos nazis, dice Daniel Pick, de Birkbeck College, de la universidad de Londres, cuya investigación sobre el tema fue el catalizador para que se encontraran las notas nunca antes vistas de Dicks.
"Creo que utilizan a Hess con la idea de que es un nazi extremo y fanático, que se siente atraído por Hitler por razones que también tienen que ver con factores personales inconscientes, incluyendo la búsqueda de una figura con autoridad con sustituya a una figura paternal autoritaria".
"Al mismo tiempo que Hess estaba siendo analizado, los servicios secretos estadounidenses contrataron a un sicoanalista para que estudiara la mente de Hitler", añade Pick.
En 1942, mientras todavía era un prisionero británico, Hess fue trasladado al hospital militar Maindiff Court en Abergavenny, Gales, donde permaneció hasta el final de la guerra.
Luego, después de un juicio en Núremberg, durante el cual se comportó de manera errática, Hess fue sentenciado a pasar el resto de su vida tras las rejas.
Muchas personas pensaron en ese momento que él estaba mentalmente incapacitado para un juicio y el primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill, reconoció que pensaba que Hess era un caso médico más que un caso criminal.
Dicks dijo luego que nadie que había conocido a Hess podía creer que tuviera semejante poder.
"Él era patético y daba lástima, en vez de ser amenazante o desagradable", dijo Dicks en una entrevista.
"Quienes estuvimos a su alrededor siempre sentimos que era un hombre muy inseguro que había sido afectado grandemente en su juventud, y si solo hubiera habido mejores medios, si solo él no hubiera sido un prisionero de estado tan importante, podríamos haber hecho más por él".
Hess murió en la cárcel de Spandau en 1987, a los 93 años. La causa oficial de su muerte fue suicidio, pero -como es típico en la mayoría de cosas que rodean a Hess- hay muchas otras teorías, incluyendo que los Aliados lo mandaron a matar.
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historia
En la mente del lugarteniente de Hitler
Notas nunca antes vistas de un siquiatra militar revelan cómo los británicos trataron de meterse en la mente de Rudolf Hess, mano derecha de Adolf Hitler, para tratar de entender las decisiones de los nazis.
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