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El asesinato del líder palestino Abu Ali Mustafá reaviva la polémica sobre la política israelí de ‘eliminación selectiva’.

1 de octubre de 2001

La muerte es lo peor de la guerra. Pero una cosa es matar en combate y otra asesinar al enemigo fuera de él. Esa disyuntiva moral gravita sobre la estrategia adelantada por las autoridades israelíes en el conflicto que sostienen con los palestinos. Su expresión más reciente se dio el 27 de agosto: la muerte de Abu Ali Mustafá, jefe del Frente Popular Radical para la Liberación de Palestina (Fprlp). Este hecho se sumó a una lista de más de 50 activistas palestinos muertos por el ejército israelí bajo una práctica que el gobierno de Ariel Sharon llama “eliminación selectiva” o “autodefensa activa”.

Mustafá es el dirigente de más alto rango en morir por cuenta de la estrategia selectiva. El ejército israelí le disparó dos proyectiles desde un helicóptero cuando se encontraba en su oficina, ubicada en Cisjordania. Como en los casos anteriores, las autoridades israelíes sostuvieron que Mustafá había sido el autor intelectual de varios atentados con bomba. Su muerte, calificada de asesinato, desencadenó clamores de venganza en los palestinos y reavivó la condena internacional de los últimos meses.

El procedimiento de eliminaciones selectivas se intensificó en la estrategia israelí desde noviembre del año pasado en respuesta a la escalada terrorista que ha acompañado a la segunda Intifada palestina, que comenzó en septiembre de 2000. Israel defiende sus ataques personalizados con el argumento de que los objetivos son personas directamente involucradas en acciones terroristas. “A nosotros no nos gusta matar, dijo un general israelí en una entrevista a The Washington Post, sabemos que usar un helicóptero para matar a un líder de Hamas puede llevar a un escalamiento de la violencia por un tiempo. Pero cuando confirmamos que está involucrado en atentados tenemos que decidir y actuar”.

Los israelíes sostienen que los ataques “selectivos” están justificados por el derecho internacional en cuanto ellos se encuentran en medio de una guerra y las víctimas han sido identificadas como enemigos. Sostienen que esos procedimientos son inevitables en vista de que las autoridades palestinas rehúsan capturar y enjuiciar a los sospechosos de terrorismo. Y añaden que el asesinato selectivo ha resultado efectivo para detener los actos terroristas en el pasado.

Pero esa argumentación no ha sido bien recibida. La Unión Europea expidió un comunicado en el que “urge a Israel a detener esa práctica y respetar el derecho internacional”. Para muchos, con las ejecuciones selectivas el gobierno israelí viola la IV Convención de Ginebra en lo referente a los conflictos en territorios ocupados. Amnistía Internacional expidió un reporte en el que decía: “Los asesinatos de Estado por parte del gobierno de Israel contra los sospechosos palestinos están minando el imperio de la ley y alimentando el ciclo de violencia”. Según dijo a SEMANA el profesor Stephen Zunes, de la facultad de políticas de la Universidad de San Francisco, “estos asesinatos extrajudiciales son reconocidos por prácticamente toda la comunidad internacional como graves violaciones al derecho internacional”.

Uno de los problemas, como sostienen organizaciones de derechos humanos y una comisión de la ONU, es que los asesinatos son cada vez más arbitrarios y menos “selectivos”. El ejército no presenta pruebas de la participación de las víctimas en actos de terrorismo y les niega el derecho a un juicio. Al menos en un caso el muerto resultó ser un dirigente moderado y reconocido por su pacifismo en el propio Israel.

Además, dicen los críticos, los atentados se llevan la vida de civiles inocentes, como los dos pequeños que murieron el primero de agosto cuando el ejército israelí atacó las oficinas de Hamas. Zunes dijo a SEMANA que “existen algunos paralelos entre la política israelí y los famosos escuadrones de la muerte afiliados a algunos gobiernos latinoamericanos del pasado reciente”.

La autoridad palestina dijo que con el atentado “Israel abrió la puerta de la guerra total” y fuentes cercanas a su presidente, Yasser Arafat, hicieron responsable indirecto a Estados Unidos, que ha manifestado una posición ambigua. Mientras el Departamento de Estado ha condenado oficialmente las muertes el presidente George W. Bush culpa a las autoridades palestinas pues, según él, no detienen a los terroristas.

Lo cierto es que la postura de Estados Unidos acerca del asesinato de Estado ha sido ambigua históricamente. Aunque existe una orden ejecutiva de 1973 que prohíbe al gobierno conspirar para matar a un líder extranjero, la opinión generalizada es que no supera la autorización tácita dada por el National Security Council Act de 1949. La conclusión es que el asesinato de un enemigo extranjero es legal en Estados Unidos siempre que la orden sea dadapor el presidente y que se trate de una “necesidad de defensa” en estado de guerra.

En este último punto, a juicio de muchos, reside la mayor debilidad de la justificación israelí, pues la situación que se vive con los palestinos no puede calificarse de guerra. Sin embargo el coronel Daniel Reisner, responsable de la doctrina jurídico-militar de Israel, sostuvo en un artículo que “hemos llegado a la conclusión de que la situación actual se parece más a la guerra que a la paz. Y en consecuencia aplicamos los principios aplicables a la guerra”. Lo malo es que ese argumento también justificaría el asesinato de israelíes a manos de palestinos, los cuales estarían autorizados para asesinar soldados o colonos armados.

Y aparte de otras consideraciones morales, como sostienen algunos miembros de la Knesset, el Parlamento de Israel, la efectividad para detener el terrorismo no está demostrada.