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De izquierda a derecha: Ollanta Humala (exmilitar), Alejandro Toledo (expresidente), Keiko Fujimori (hija de Alberto Fujimori) y Pedro Pablo Kuczynski.

ELECCIONES

En Perú, todo puede pasar

La volatilidad del voto peruano vuelve difícil hacer cábalas sobre las elecciones que se celebrarán el próximo domingo. Lo cierto es que habrá segunda vuelta, en la que se reacomodarán las fuerzas. Análisis de Margarita Batlle*.

8 de abril de 2011

El próximo domingo Perú elegirá un nuevo presidente; en la séptima elección de este tipo realizada desde el retorno a la democracia en 1980. La sucesión de elecciones no ha garantizado la profundización de la democracia peruana sino que, por el contrario, ha demostrado la configuración de una alta volatilidad electoral, donde los partidos mueren de una elección a otra o, como en el caso del expresidente Alberto Fujimori y del actual aspirante Ollanta Humala, los candidatos deciden crear sus propios partidos para cada proceso electoral.
 
El peruano es un sistema de partidos caracterizado por una fragmentación alta, en el que son varios partidos los que logran representación en el Congreso. La proliferación de candidaturas independientes y nuevos partidos, en detrimento de los tradicionales, tanto a nivel nacional como regional o local, son la regla desde principios de los 90.
 
Candidatos: ¿quién es quién?
 
Ollanta Humala se encuentra a la cabeza en las intenciones de voto si se promedian los resultados arrojados por las últimas encuestas con el 26,7 por ciento. En lo que se ha caratulado como un triple empate técnico, se ubican Alejandro Toledo (20 por ciento), Keiko Fujimori (18,9 por ciento) y Pedro Pablo Kuczynski (17 por ciento), seguidos, aunque no muy de cerca, por Luis Castañeda (12,6 por ciento), cuya intención de voto ha descendido progresivamente en el último tiempo.
 
Si bien, tanto sus trayectorias políticas como sus discursos de campaña son en gran medida diferentes, ninguno de estos candidatos acaba de aparecer en el escenario político peruano, sino que ya se les puede considerar de trayectoria, al menos por su protagonismo de los últimos años.
 
Ollanta Humala es un exmilitar y fue candidato presidencial en 2006, donde por medio de una coalición entre Unión por el Perú (UPP) y el Partido Nacionalista Peruano (PNP) ganó la primera vuelta presidencial y perdió en la segunda frente a García. Por su parte, Luis Castañeda, de profesión abogado y candidato por Renovación Nacional, también fue candidato presidencial en otra oportunidad, concretamente en las elecciones de 2000. Además, Castañeda fue alcalde de la ciudad de Lima en el periodo 2003-2010.
 
Otro viejo conocido es Alejandro Toledo, quien fue presidente del Perú entre 2001-2006 y hoy se presenta por su mismo partido, ‘Somos Perú’. Pedro Pablo Kuczinsky fue ministro de Economía y Presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Toledo y hoy se enfrenta a él al presentarse con el apoyo de una coalición de partidos de derecha, denominada Alianza por el Gran Cambio.
 
La única mujer en la contienda es Keiko Fujimori, hija del expresidente Fujimori. Keiko se desempeñó como primera dama durante 1994 y 2000. En las elecciones legislativas de 2006 logró la votación más alta en la historia del país, por el partido Alianza por el Futuro. Para estas elecciones es candidata por Fuerza 2000.
 
Los temas
 
La campaña ha girado en torno a la capacidad o no de los candidatos de continuar lo logrado por el gobierno de García. En ese sentido, Ollanta Humala pareciera configurarse como una amenaza al continuismo a quien sus contendores asemejan a Chávez y relacionan con ideales de país más cercanos a los de Bolivia, Nicaragua y, por supuesto, Venezuela. En días pasados, conmemorando el autogolpe realizado por Fujimori en 1992, los candidatos se pronunciaron y Keiko defendió dicha acción así como al gobierno de su padre, lo cual despertó polémica.
 
Otro tema que despierta debate ha sido la propuesta de introducir la pena de muerte para los violadores de niños menores de 7 años, hecha por Keiko, así como algunas cuestiones relacionadas con la estatización que sobrevuelan el discurso de Humala. Toledo promete aumentar el salario mínimo, Kuczynski ha sido criticado por su cercanía con Estados Unidos y Castañeda por su cercanía con el asesor J.J. Rendón, además de algunas irregularidades acaecidas durante su gestión como alcalde de Lima.
 
Volatilidad e incertidumbre
 
La alta volatilidad del voto característica de las elecciones peruanas vuelve difícil vaticinar lo que sucederá el próximo domingo. Si bien la última encuesta publicada ubicaría a Ollanta Humala y Alejandro Toledo en la segunda vuelta, esto puede cambiar en las próximas horas y pareciera ser que cualquier cosa puede pasar.

1- El sistema electoral contempla la segunda vuelta si quien obtenga la votación más alta no alcanza la mayoría absoluta de los votos. Esto puede influir en que los ciudadanos no ejerzan un voto estratégico y lo hagan por candidatos sin opción de ganar, lo cual fragmenta el voto y no le da el suficiente apoyo a ninguno de los candidatos.
 
2- Todavía una gran parte del electorado se encuentra indecisa y otro gran porcentaje, dicen los encuestadores, es un voto blando que puede cambiar en cualquier momento. Sobre todo, después del debate del pasado domingo.
 
3- Pareciera ser que mucho depende de los liderazgos, las visitas y las apariciones públicas que tengan lugar en estos últimos días, más que de aspectos más estructurales como podrían ser los programas de gobierno y las etiquetas partidistas.

4- En Perú la tradición antipartido inaugurada por Fujimori continúa aportando votos a las agrupaciones que la utilizan en su discurso. Los resultados alcanzados por la candidatura de Ollanta Humala en las elecciones presidenciales de 2006 así como la intención de voto que registran actualmente él y Keiko Fujimori, son una muestra de esto.

5- En este momento, puede que el apoyo del partido en el poder, el APRA, sea fundamental. Los diferentes candidatos, especialmente Toledo y PPK, se disputan el apoyo de la colectividad que, si bien ha fracasado en presentar un candidato propio, ocupó la Presidencia en estos últimos cinco años y pareciera ser uno de los pocos partidos tradicionales que aún “sobrevive” en el país, con militantes, recursos y votos.

Lo que sí es seguro es que habrá segunda vuelta y deberán reacomodarse nuevamente los partidos, los candidatos y, por supuesto, las preferencias. Los dos candidatos que pasen a esta segunda instancia deberán construir alianzas y consensos para asegurarse la victoria, ya que ganar la primera vuelta no garantiza nada.
 
Vargas Llosa en 1990 superó a Fujimori en la primera vuelta y éste último se consagró presidente en la segunda y, más recientemente, en las elecciones de 2006, el ganador de la primera vuelta (Humala) perdió contra Alan García en la segunda. En esa oportunidad, los votos de quien se ubicó tercera en la primera vuelta, Lourdes Flores, fueron decisivos.
 
Un poco de historia

En el año 1980 se celebraron las primeras elecciones del retorno a la democracia con el triunfo de Belaúnde Therry, del tradicional partido Acción Popular. Este periodo estuvo signado por la violencia, la inestabilidad económica y el aumento de la pobreza y la exclusión. En este contexto Alan García y el APRA asumen la Presidencia, con un contundente fracaso en términos económicos que significó la pérdida de confianza por parte de los ciudadanos, no solamente en su figura, sino también en la del partido.
 
En un país polarizado e inmerso en una crisis social y económica aguda, en 1990 Alberto Fujimori alcanzó la Presidencia. Se inauguró un periodo que dejó su huella en el modo de concebir y ejercer política, donde el autoritarismo y un fuerte sentimiento antipolítico eran la regla. Entre 1992 y 2000 se configuró un régimen con rasgos autoritarios a pesar de la celebración de elecciones periódicas, asentado, esencialmente, en el éxito económico y la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso, cuyo máximo líder fue apresado durante este gobierno.
 
El sistema de partidos peruano colapsó a partir de la polarización entre el “fujimorismo”, por un lado, y una oposición sin margen de acción ni iniciativa, por el otro. Así, luego del escándalo de corrupción que terminó con la salida del país y posterior renuncia de Fujimori, en 2001, se celebraron nuevas elecciones, en las cuales Alejandro Toledo, hoy candidato, fue electo presidente. A su turno, Alan García lo sucedió tras las elecciones de 2006. Falta ver quién será, ahora, su reemplazo en una carrera en la que no hay nada escrito.
 
* Margarita Batlle es docente investigadora de la Universidad Externado de Colombia.