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EN SUS MARCAS, LISTOS...

Con la proclamación de Daniel Ortega como candidato, parece completa la carrera presidencial en Nicaragua.

30 de octubre de 1989


Pocos procesos electorales han despertado tanto interés como el que concluirá el 25 de febrero de 1990 en Nicaragua. No es para menos, pues se trata de un régimen considerado "totalitario", que pone a prueba su poder frente a fuerzas opositoras de gran poder económico y político.

Por eso la noticia de que el actual Presidente había sido escogido como candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional, aunque era esperada, le dio la vuelta al mundo. Como para confirmar que su propósito es llevar a la Revolución Sandinista hasta sus últimas posibilidades, el FSLN escogió también como compañero de fórmula al actual vicepresidente, el escritor Sergio Ramírez. "Nosotros estamos cumpliendo con todos los requisitos de ley y demostrando la voluntad política de la Revolución, del Frente Sandinista, de echar a andar, con todas las de la ley, como se dice, este proceso electoral", dijo Ortega al final de la ceremonia de inscripción de la candidatura. Los candidatos habían sido escogidos el domingo anterior por la convención sandinista, que reunió en la capital, Managua, a 1.750 delegados de todo el país.

Pero, a pesar del ambiente festivo que caracterizó el lanzamiento, la verdad es que el horizonte de las elecciones del próximo 25 de febrero está cubierto por nubes de tormenta. Por un lado, está la presencia recalcitrante de los guerrilleros de la contra, cuya desmovilización no ha sido posible, a pesar de los esfuerzos diplomáticos de Managua y de la declinante ayuda norteamericana. Bayardo Arce, vicecoordinador de la comisión ejecutiva del FSLN, dijo en la misma ocasión que su movimiento presentará a los observadores internacionales una "información muy sustentada" de los sitios del país donde fuerzas de la resistencia nicaraguense "están amenazando a la población para que no vote por el frente sandinista". Se refirió así a versiones no confirmadas por los observadores internacionales según las cuales esas fuerzas amenazan de muerte a 105 pobladores para que voten a favor de la Unión Nacional de Oposición, UNO, la coalición opositora, cuya candidata es la señora Chamorro.

Con la proclamación de la candidatura oficialista, parece completa la nómina de aspirantes a la presidencia de la república. El rosario de inscripciones había comenzado el 28 de agosto, cuando Bonifacio Miranda y Carlos Leyton se convirtieron oficialmente en la fórmula del opositor Partido Revolucionario de los Trabajadores, de tendencia trotskista. Tras él, siguieron los inscritos por el Partido Social Cristiano, el Conservador Demócrata y el Unionista Centroamericano, de oposición.

Todos ellos, junto con la señora Chamorro, han comenzado una campaña que promete toda clase de incidencias. La primera ya ha sido planteada por el interés del gobierno norteamericano de financiar, a través de fundaciones de derecho privado, la campaña de Violeta Chamorro. El gobierno de Bush ha solicitado oficialmente a las autoridades electorales información sobre los requisitos para financiar legalmente a partidos opositores, una ayuda que necesariamente deberá canalizar el 50% de su importe total hacia el Fondo para la Democracia, controlado por el poder electoral.

Pero eso no parecio desanimar a los norteamericanos. La administración del presidente George Bush solicitó al Congreso un paquete de ayudas por US$9 millones. En su propuesta, el gobierno busca disponer de US$5 millones para "apoyar el proceso democrático, incluidas las actividades de registro de votantes y el control de resultados, pero no para campañas políticas". De los US$4 millones restantes, por lo menos la mitad iría a manos de la Chamorro.
Las consecuencias de la ayuda norteamericana no son muy previsibles, pero lo cierto es que, para muchos observadores, podría ser más un inconveniente que una ventaja para la oposición. Para ellos, el argumento de la intromisión en asuntos internos, así sea por conductos legales, puede ser hábilmente usado por los sandinistas. Tal vez por esa consideración el gobierno de Managua no ha dejado conocer hasta ahora ninguna protesta. Por lo que parece, ese golpe aún puede esperar.--