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CON CLARO FAVORITISMO BILL CLINTON ANTE LA CONFUSION REPUBLICANA, COMIENZA EN FORMA LA TEMPORADA ELECTORAL DE ESTADOS UNIDOS.

11 de marzo de 1996

A finales de 1994, el presidente estadounidense Bill Clinton parecía un cadáver político. Su partido demócrata acababa de perder su mayoría congresional, su proyecto de extender la seguridad social a todos los ciudadanos había fracasado y los republicanos, con el nuevopresidente de la Cámara, Newt Gingrich, lanzaban con arrogancia su 'Contrato con Estados Unidos'. Según esa flamante filosofía, era necesario balancear el presupuesto nacional para eliminar el déficit. Ello significaba recortar el tamaño y la influencia del gobierno, incluida buena parte de los programas sociales, y dejarlo todo a las leyes del mercado. Los postulados de Gingrich sonaron bien al comienzo, pero a la larga se encontraron con una oposición demócrata bien cimentada y con un presidente firme. Y el público, que había recibido bien la idea de un gobierno más eficiente, comenzó a inquietarse cuando se enteró de que el ajuste representaría sacrificios a nivel personal. Por eso los republicanos se encontraron en un callejón sin salida cuando bloquearon el presupuesto para chantajear al presidente, lo que llevó al espectáculo del gobierno del país más poderoso del mundo, cerrado por falta de dinero para pagar sus gastos más elementales.Según indican los medidores de la opinión pública, eso era más de lo que la mayoría de los norteamericanos estaba dispuesta a tolerar, y el beneficiado final fue Clinton. Y es que en medio del tire y afloje, el propio Clinton logró dejar a los republicanos sin banderas al adoptar a su manera la propuesta del gobierno pequeño y eficiente, aceptando recortes que sus asesores hubieran considerado imposibles, pero manteniéndose firme en temas como la seguridad social, la protección del ambiente y las ayudas educativas. Como consecuencia, hoy son los republicanos quienes luchan por una identidad que los convierta en alternativa de poder. Pero la confusión que los afecta se expresa a la perfección en el extraño populismo del candidato sorpresa, el multimillonario Steve Forbes, quien no propone a los pobres quitarles dinero a los ricos, sino todo lo contrario. Forbes basa su campaña en la idea _hasta ahora sorprendentemente popular_ de crear un impuesto único que reemplazaría al gradualizado sobre la renta, lo que beneficiaría de inmediato a los ricos mientras dejaría a los pobres a la espera de un eventual mejoramiento a largo plazo de la economía. Propuestas como esa se basan en que los votantes anglosajones aceptan la filosofía calvinista del esfuerzo personal como único camino hacia la prosperidad. Pero se trata de planteamientos muy vulnerables. Eso, combinado con el desencanto con la 'revolución republicana' y el relativo buen desempeño de la economía, hacen pensar a muchos _y las encuestas lo reflejan así_ que Clinton parece encaminarse a la reelección. El presidente, aunque parezca increíble, no tiene contendores en el bando demócrata, y se enfrenta a un grupo poco convincente de republicanos. Los siguientes son los principales protagonistas en este nuevo escenario electoral norteamericano. Bill ClintonEl presidente logró en los últimos dos años revertir la percepción de que es un conciliador incapaz de sostenerse en sus principios. No sólo lo logró en cuanto a la disputa con los republicanos, sino también en el campo internacional cuando, luego de un vergonzoso episodio, consiguió apuntalar el sistema electoral haitiano. Y cuando por fin se decidió a enviar tropas para detener la guerra civil de Bosnia-Herzegovina. Clinton tiene a su favor el rumbo de la economía y en contra el incómodo asunto del escándalo Whitewater, que ha afectado la imagen de su esposa Hillary, pero las encuestas para las cruciales primarias republicanas de New Hampshire indican que ninguno de los contendientes de ese partido podría ganarle. Sin embargo, un año es mucho tiempo en política y el presidente todavía se debate con un precario apoyo popular, que se refleja en la última encuesta del diario The New York Times y la cadena CNN, según la cual el 44 por ciento de los encuestados tiene una opinión favorable, contra un 37 desfavorable. Y en cualquier caso Clinton tiene la obligación de superar el 43 por ciento que, si bien fue suficiente para ganar las elecciones de 1992, (disputadas entre tres candidatos) es menor que la votación obtenida por el derrotado demócrata Michael Dukakis en 1988.Steve ForbesSteve Forbes fue el último en entrar en la competencia republicana, pero lo hizo pisando fuerte: en la primera semana gastó 20 millones de dólares de su propio dinero en comerciales de televisión, lo que le aseguró una recordación popular de la que carecía por completo. Su plataforma se basa en eliminar burocracia y en la idea del impuesto único que ha tomado vuelo, sobre todo, por el resentimiento de los norteamericanos contra el Internal Revenue Service (la administración de Impuestos). Pero eso no garantiza que, cuando hagan cuentas y se enteren de que perderian sus deducciones más considerables y que los ricos pagarían lo mismo que los pobres, ese vuelo entre en barrena. Además, nadie garantiza que sus comerciales se traduzcan en votos a la hora de la verdad, ni que los ataques de sus adversarios, quienes sostienen que quiere comprarse la Casa Blanca, no hagan mella. Forbes tiene un punto débil en su criterio sobre los homosexuales en la fuerzas armadas, donde coincide con Clinton en la política de aceptarlos siempre que no lo hagan público ni se comporten como tales. La razón es que su padre, el magnate Malcolm Forbes, fue homosexual en sus últimos años de vida. Robert DoleSu campaña es sin duda la última de alguien de la generación de la Segunda Guerra Mundial, de ahí que uno de sus slogans sea "Es tiempo para un liderazgo adulto". Demasiado adulto, dicen sus críticos, quienes señalan que está en el Congreso desde 1961 y que por su edad (72 años) no es el candidato más apropiado para guiar al país hacia el siglo XXI. Sobre todo porque en la guerra perdió el uso del brazo izquierdo y buena parte de la movilidad del derecho, y en 1991 sufrió una operación por cáncer en la próstata. Como es el político republicano tradicional por excelencia, muchos piensan que Dole es una especie de segunda versión de George Bush, un defensor del establecimiento. Y de hecho a pesar de sus años en la política, le critican su falta de claridad sobre los temas, cuando no su abierta parcialidad. Por ejemplo Dole sólo acepta el establecimiento de límites a los períodos de los congresistas a partir del próximo congreso, es decir, sin que lo afecten personalmente. Y algunos han señalado sus compromisos con grupos económicos, como la frutera Chiquita, que lo ha alineado en la disputa bananera contra Colombia y los demás exportadores latinoamericanos a Europa.Su mayor fortaleza era su prestigio como hombre ponderado y su gran organización electoral. Pero perdió el aura de invencibilidad que le acompañaba hasta la llegada de Forbes, y eso es muy grave para sus intereses.Pat BuchananComo Forbes, este comentarista de televisión puede darse el lujo de afirmar que no está contaminado pues nunca ha ejercido un cargo por elección popular. El único católico de la contienda republicana, Buchanan ha sido acusado de antisemita y homofóbico. Es un enemigo jurado de lo que él llama el 'Nuevo Orden Mundial', compuesto por los organismos de comercio internacional, como la Organización Mundial del Comercio, y por supuesto tiene en la mira al Acuerdo de Libre Comercio con Canadá y México. Critica a los defensores de la integración económica y sostiene, parafraseando la vieja frase, que "lo que es bueno para la General Motors ya no es bueno para Estados Unidos desde el momento en que la GM es una transnacional que tiene su futuro en producir sus carros en países de bajos salarios". Por lo mismo sostiene que suspendería del todo la inmigración por lo menos por cinco años, y que impondría aranceles a países a los que acusa de competencia desleal, como Japón.Aunque sus ideas suenan poco republicanas, tienen buen recibo en sectores ultraconservadores. Pero eso no le garantiza que logre superar su imagen pugnaz y poco conciliadora.Los demásLa nómina por la candidatura republicana se completa con los nombres del ex gobernador de Tennessee, Lamar Alexander y los senadores Richard Lugar, Robert Dornan y Philip Gramm, el antiguo diplomático Alan Keyes y el hombre de negocios Morry Taylor. De ellos el más mencionado es Gramm, pero sus opciones son más bien escasas.