Por: Agencia Anadolu
Se suponía que eran enfermedades erradicadas pero volvieron a Venezuela, aparentemente para quedarse. Los casos de difteria, sarampión, malaria e incluso de tuberculosis han aumentado, incluso cobrando la vida de algunos pacientes.
“En Venezuela han ido apareciendo enfermedades que tienen que ver con la miseria, el hambre, la falta de controles sanitarios, la falta de aplicaciones de vacunas en los momentos necesarios”, le aseguró el diputado y nefrólogo venezolano, Winston Flores, a la Agencia Anadolu.
El caso más reciente está muy fresco. Un niño de ocho años de edad falleció en la mañana de este lunes, en un hospital de Caracas, tras padecer una miocarditis, la principal causa de mortalidad por difteria. La Clínica Mayo, de los Estados Unidos, define esta enfermedad como una infección aguda de la nariz y la garganta “que se puede prevenir fácilmente con una vacuna”.
El problema, según le contó Flores a Anadolu, radica en este último punto: “Cuando tú no colocas las vacunas y tienes una generación que va creciendo sin vacunas, vas a tener una población enferma de todos estos tipos de epidemias endémicas porque no hiciste lo primero, que es el control de la vacunación”.
El esquema de inmunización para niños en Venezuela, actualizado al mes de julio de 2017, y publicado en el portal de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (SVPP), contempla que la vacuna antidifteria, tétanos y pertusis debe ser aplicada entre los dos y seis meses de vida, con refuerzo entre los 15 y 18 meses, o entre los cuatro y nueve años.
Según revela el diagnóstico de ingreso al hospital del niño que falleció en Caracas este lunes, este fue recibido como un “caso sospechoso de difteria” ya que tuvo “inmunizaciones incompletas”.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, en Venezuela, para los años 2010 y 2011, cuando el niño estaba en edad de recibir la primera dosis y el refuerzo, se registró el menor porcentaje de inmunizaciones que ha habido en los últimos diez años (78% de la población menor de un año). En 2016, últimas cifras disponibles, la cobertura fue de 84%.
Sin embargo, según los estándares de la OMS, una cobertura es buena cuando 95% de la población está protegida. En Venezuela, desde la década de los 80, la cobertura nunca ha superado el 87% de la población de un año.
La OMS estima que la incidencia de la malaria pasó de 29,7 por cada 1.000 venezolanos en riesgo, en el año 2000, a 68,4 en 2015. Esto convierte a Venezuela en el país con mayor número de incidencias de esta enfermedad en las Américas. Está 58 puntos por encima del promedio regional y 28 por encima del siguiente de la lista, que es Guyana.
Las cifras de la OMS también muestran que la incidencia de tuberculosis ha aumentado ligeramente desde 2010, cuando se ubicó en 28 por cada 100.000 personas, hasta 2016, cuando se ubicó en 32. En este caso, Venezuela también está por encima del promedio regional, aunque solo por dos puntos.
Según cifras extraoficiales que maneja el diputado Flores, tan solo en la región central de Venezuela, que comprende los estados Carabobo, Aragua, Caracas y Vargas, hasta septiembre de 2017 se registraron más de 2.000 casos de tuberculosis, la que él denomina “la enfermedad de la pobreza”.
Luego de casi dos años de falta de información, el Ministerio de Salud venezolano publicó en mayo de 2017 los boletines epidemiológicos del año 2016, y unos que adeudaba de 2015, y demostró que la situación era más preocupante de lo que ya advertía la OMS.
Las cifras oficiales confirmaron la reaparición, en abril de 2016, de la difteria, luego de 24 años de haber sido erradicada. Se reportaron 324 casos ese año.
En cuanto a la malaria, una enfermedad que había sido erradicada en el país en la década de los 60, las estadísticas mostraron un preocupante aumento de 76,4% en los casos, tan solo entre 2015 y 2016.
Poca información, otro mal
Desde entonces volvió la opacidad en cuanto a datos oficiales. Según le dijo Flores a la Agencia Anadolu, allí radica otro de los problemas: “No hay control epidemiológico, ni informes de data epidemiológica que te den a ti una estructura organizativa de planificación de cómo hacer los cercos epidemiológicos”.
Precisamente por no hacer esos cercos, el diputado denuncia que enfermedades como la malaria han migrado del estado minero de Bolívar, ubicado al sur del país, hasta la capital, que está en el centro. Incluso ha migrado a zonas de la frontera con Colombia, en los estados Táchira y Zulia. Este martes, precisamente, la AN tiene contemplado debatir la situación de la crisis humanitaria en la frontera venezolana.
Al gobierno venezolano le costó reconocer el nuevo brote de difteria, luego de la publicación de los datos, en abril de 2017. No fue sino hasta noviembre cuando el ministro de Salud venezolano, Luis López, reconoció los casos, que consideró “controlables”, y llamó al “reforzamiento” de la inmunización con 9 millones de dosis.
La Organización Panamericana de la Salud mantuvo silencio hasta el segundo semestre del año, cuando divulgó unos datos sobre la enfermedad en Venezuela, publicados por el Ministerio de Salud de Cuba. Según estos, hasta la segunda semana de junio de 2017, hubo 123 casos de difteria en Venezuela.
De acuerdo con las estadísticas cubanas sobre la enfermedad en el territorio venezolano, 78% de los casos confirmados con difteria entre 2016 y 2017 tenían el esquema de vacunación incompleto y 15% no estaban vacunados.
El integrante del Observatorio Venezolano de la Salud (OVS) y director del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV, Carlos Walter, declaró en agosto de 2017 que esto dejaba en evidencia que la epidemia pudo haber sido evitada.
Vacunas dolarizadas
Expertos en el área de la salud, como el presidente de la SVPP, Huníades Urbina, han advertido que desde 2014 se ha acentuado la escasez de vacunas en Venezuela. Una de las que ha desaparecido es la antivaricela, que hasta el momento solo está contemplada en el esquema de vacunación privado.
Desde hace un par de años, la vacuna se consigue en contadas consultas privadas del país a precios dolarizados. Lo mismo sucede con la de hepatitis A. Los médicos o instituciones dedicadas a la vacunación las importan para colocarselas a sus pacientes. En algunos casos cobran lo que les cuestan, sin ganarles nada; en otros aumentan un poco el de por sí elevado monto y hacen de esto un negocio.
El precio de la vacuna para la varicela es de unos 100 dólares, mientras que la de la hepatitis es de 90 dólares. El sueldo base de un venezolano, sin el bono de alimentación, es de menos de un dólar al mes, según la tasa de cambio no oficial. Son muy pocos los que pueden recurrir a este método, aunque algunos hacen el esfuerzo por sus hijos.
Cada año, según cálculos de Urbina, en el país nacen 600.000 niños, por lo que se estima que desde el 2014 ya hay cerca de 2 millones de niños sin recibir la inmunización contra estas y otras enfermedades. No siempre han escaseado las mismas vacunas. A veces se turnan, otras veces hacen falta en simultáneo; a veces reaparecen, y otras no.
Desde el 2004, Venezuela participa activamente en el Fondo Rotatorio de la OPS, a través del cual ha adquirido productos biológicos e insumos “que cumplen con altos estándares de calidad, al menor precio de mercado”. Aunque, como han denunciado medios locales, en ocasiones se los ha comprado más caros a países aliados como Cuba.
Según lo reseñado en el portal de la OPS, entre 2010 y 2016, el Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) realizó adquisiciones a través de este mecanismo por un monto total de 170.103.384,35 dólares, lo que representa en promedio de cerca de USD 28 millones por año.
Entre esas adquisiciones, resaltan la de 3.5 millones de dosis adicionales de vacuna DT adultos y 500 viales de antitoxina diftérica, en septiembre de 2016. Para 2017, según la OPS, Venezuela había planificado la compra de más de 20 millones de dosis de diferentes inmunobiológicos.
Sin embargo, según informó Flores a la Agencia Anadolu, Venezuela debía a la OPS, hasta septiembre de 2017, USD 11 millones. Esto, según ha denunciado la oposición venezolana, estaría acentuando el déficit de vacunas en el país.
La falta de medicamentos en el país, según expertos en el área, supera el 80%. El problema, según han explicado distintas fuentes relacionadas con la industria farmacéutica, radica en la falta de divisas para pagar a proveedores internacionales. Venezuela tiene control cambiario desde el año 2003.
Según reveló la AN hace un par de semanas, tras ratificar la declaratoria de emergencia humanitaria y mantener la exigencia al Gobierno de solicitar ayuda internacional, las empresas del sector “no están operando al 100% de su capacidad”.
Los dirigentes de oposición y distintos sectores de la sociedad, sobre todo los relacionados con la salud, han insistido en la apertura de un canal humanitario, que ayude a solventar la crisis.
“Definitivamente la única forma de ayudarnos en este aspecto es la colaboración entre todos nosotros. No hay otra manera ya, porque el régimen no quiere abrir vías para que exista resolución con respecto al tema de los medicamentos y los alimentos”, lamentó Flores, quien aseguró que, sin embargo, el mundo estaba preparado para ayudar.