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ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Duarte hace frente a difícil situación política con el regreso de los líderes de oposición.

28 de diciembre de 1987


Nadie se sorprendió con la noticia. Cuando el presidente de El Salvador, José Napoleón Duarte, leyó la semana pasada a los periodistas la declaración de un testigo que involucraba al antiguo mayor del ejército y hoy líder ultraderechista, Roberto D'Abuisson, en la muerte de monseñor Arnulfo Romero en 1980, sólo se corroboraba lo que todo el mundo sabía desde hacía tiempo.

Tampoco fue una sorpresa el que el anuncio fuera hecho, precisamente, cuando regresaban al país los dirigentes del FDR (Frente Democrático Revolucionario), Guillermo Ungo y Rubén Zamora quienes, después de recibir la bendición del Presidente costarricense y Premio Nobel de la Paz Oscar Arias, decidieron poner fin a su exilio de 7 años para integrarse a la vida política de su país y a las negociaciones de paz con el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), del cual son aliados.

Ungo y Zamora llegaron con una propuesta de "convergencia democrática", para reiniciar los diálogos que se rompieron en octubre pasado, cuando cayó asesinado el dirigente de los Derechos Humanos, Ernesto Anaya, supuestamente a manos de los "escuadrones de la muerte" con los que se vincula a D'Abuisson.
Los diálogos deberán reanudarse el próximo 5 de diciembre en México de acuerdo con los lineamientos del plan Esquipulas II.

El regreso de los líderes de la coalición de izquierda ha puesto a Duarte en una difícil situación. Por un lado, la reanudación del diálogo con la guerrilla dentro del marco de Esquipulas, puede no ser vista con buenos ojos por Washington, que aporta millonarias sumas y asesoría militar para la lucha anti-guerrillera y tiene su propia concepción sobre el proceso pacificador centroamericano. De otra parte, están las elecciones parlamentarias que se celebrarán en marzo próximo y que, sin duda, son la meta de Ungo y Zamora. El malestar que esta situación le ha creado al actual Presidente es tal que, si en un comienzo recibió de buen grado la noticia del retorno de los líderes de izquierda, sus declaraciones posteriores han estado acompañadas de amenazas de arresto y, finalmente, de una negativa a negociar con la guerrilla mientras no abandone las armas, y Ungo y Zamora se acojan a una amnistía que no tienen por que aceptar, ya que su alianza con el FMLN, del que son voceros políticos, no los ha puesto por fuera de la ley.

Mientras tanto, monseñor Arturo Rivera y Damas, encargado de llevar al gobierno la propuesta de diálogo del Frente Democrático Revolucionario, celebró "que se hayan encontrado los culpables del asesinato de monseñor Romero", pero señaló la posibilidad de que se incrementaran las acciones de los "escuadrones de la muerte". Por su parte, D'Abuisson negó no sólo su vinculación con los "escuadrones de la muerte", sino ser el autor intelectual del asesinato de monseñor Romero.

Para el dirigente del partido ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), las acusaciones en su contra son sólo una patraña para "encubrir al coronel Reynaldo López Nuila", actual viceministro de Orden Público quien, en la época del atentado, se desempeñaba como director de la Policía Nacional y quien, según D'Abuisson, es el verdadero autor del crimen.

Por ahora, sólo resta esperar los frutos de la gestión de monseñor Rivera ante el gobierno de Duarte, para que se restablezca el diálogo y se ponga punto final a una guerra civil de más de 7 años.--