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EUREKA

Los gobiernos europeos diseñan un plan integral de defensa del continente en caso de guerra

10 de junio de 1985

Eureka. Esta vez la palabra la pronunció el presidente francés y no como su predecesor anunciando un gran descubrimiento. Todo lo contrario. Preocupado como muchos europeos por la defensa del Viejo Continente y después de revisar papeles e inventarios, Francois Mitterrand hizo la famosa exclamación, que básicamente quiere decir "No hay nada". Y en verdad, en materia de defensa Europa no cuenta con nada que le permita sentirse en igualdad de condiciones frente a norteamericanos y soviéticos. A juicio de sus dirigentes, el continente que ha sido ya epicentro de dos guerras mundiales, se encontraría en una muy poco envidiable situación, en la eventualidad de un tercer conflicto: como un sánduche entre las dos superpotencias.
Esta certidumbre inquietante la removió en los últimos meses la iniciativa de defensa espacial o "guerra de las estrellas" del presidente Reagan.
El tono perentorio de los norteamericanos, su poca disimulada confianza en la docilidad europea, sus nada diplomáticos movimientos ante las firmas europeas involucradas en la industria nuclear, resultaron en un molesto cosquilleo que vino a perturbar a los gobernantes de este lado del Atlántico y despertó ese sentimiento de indefensión que movió a los cancilleres a estructurar un plan que lleva ese nombre: Eureka.
Por el momento Eureka es sólo un primer paso, el primer indicio de conciencia del continente sobre la necesidad de enarbolar un plan en bloque para dialogar de igual a igual con sus aliados norteamericanos. Oficialmente Eureka no tiene nada que ver con la "guerra de las estrellas" de Reagan.
La propuesta de los franceses gira en torno de la investigación y la tecnología civiles que deja de lado, por el momento, posibles usos militares de dicha tecnología.
El acento en lo "civil" no es gratuito. La imposibilidad de una defensa exclusivamente europea, que cuenta aún con demasiados obstáculos políticos, habria condenado al naufragio cualquier proyecto de tono diferente. De todas maneras, Europa se siente en este momento obligada a pensar seriamente en su propia defensa. El calendario y los principales puntos de Eureka son prueba de ello.
La propuesta francesa se dirigió no solamente a los diez miembros de la Comunidad Europea sino también a España y a Portugal. La carta del ministro del Exterior francés Roland Dumas, a sus homólogos europeos apareció días después de haber sido acordado por los Estados Unidos, y de manera bastante torpe, el plazo de dos meses para que los diversos miembros de la Comunidad dieran sus respuestas al plan de defensa espacial. Ante el rechinar de dientes que semejante actitud produjo, el gobierno norteamericano decidió tachar la palabra "terminante" y señaló que, eso sí, no esperaba una respuesta en bloque.
Es precisamente esa respuesta en bloque lo que constituye la piedra angular de Eureka. El canciller oestealemán Helmut Khol, dijo en Bonn (Alemania Federal y Francia dan la impresión de estar impulsando conjuntamente el proyecto) que aprobaba abiertamente la propuesta francesa de "lanzar sin demora una estrecha cooperación europea en el plano de la tecnología del futuro".
"Comparto", dijo el canciller, "la apreciación del gobierno france's según la cual la respuesta de Europa a la iniciativa norteamericana de defensa estratégica (IDS) no puede consistir en una política de resignación o en un rechazo no coordinado". Y añadió: "Una participación de los países europeos sería la ocasión histórica para Europa de hacer valer sus intereses políticos, estratégicos y tecnológicos de manera unida. De esta forma el lDS podría constituir una verdadera aportunidad para la OTAN y para Europa".
Bien ubicada entonces desde el punto de vista de fechas, Eureka toca además, los seis puntos cardinales sobre los cuales el proyecto norteamericano de defensa espera desembolsar cerca de 26 mil millones de dólares en 5 años: optrónica (híbrido de óptica y electronica que cubre el estudio que va desde los espejos hasta los lentes pasando por transistores moduladores y amplificadores para computadores), grandes computadores, laser de potencia y condensadores de partículas inteligencia artificial (formas y lenguajes de informática destinados a hacer más "inteligentes" las máquinas y a facilitar el diálogo hombrecomputador), y microelectrónica rápida, o el desarrollo de circuitos electrónicos varias veces más capaces que los existentes actualmente y cuyas posibilidades de aplicación van de las telecomunicaciones a la "guerra de las estrellas", pasando por sistemas de armamento de todo género, radares y varias otras maravillas civiles y militares.
Pero la preocupación europea va más allá de consideraciones quisquillosas sobre proyectos de defensa futuristas que podrían dejarla eventualmente inerme. La cosa es para ya, para antes de poner a prueba el IDS, ese sueño de Reagan que en el mejor de los casos habrá de desarrollarse durante por lo menos cinco mandatos norteamericanos.
Atrasada frente a Japón o a los Estados Unidos en materia de telecomunicaciones e informática en general.
Europa no puede ver con buenos ojos el desarrollo de un proyecto que la relegaría aún más a la triste condición de socio--conejo de indias--dependiente y que podría arrasar su capital humano y tecnológico. Desde antes de contar con las respuestas de los respectivos gobiernos, agencias norteamericanas especializadas del tipo de la NASA, han contactado alrededor de 70 grupos industriales y bancarios de la Comunidad, con tentadoras ofertas de cooperación en distintas partes del proyecto IDS. Y "tentar" con 26 mil millones de dólares es definitivamente fácil. Más dificil será para los países europeos ofrecer alternativas más atractivas y frenar la fuga de cerebros que se les viene encima.
A finales de marzo pasado, durante el congreso de la Comunidad en Bruselas, los paises miembros parecieron, no obstante, darle poca importancia al asunto. Negaron una propuesta de elevar el porcentaje del gasto de la Comunidad en investigación del 3 al 6%. De ahi la importancia y la vulnerabilidad del llamado de atención de Eureka acogido en estos días con mejores ojos. No obstante, el proyecto sigue siendo visto por muchos nada más que como un "sueño" de autonomía europea, enfrentado al "sueño" de defensa norteamericano.
"Sueños" ambos bien costosos por cierto y pagaderos desde ya en caros dólares corrientes. Pero el debate está abierto y sobre la mesa están nada menos que las políticas de defensa investigación y desarrollo tecnológicos del siglo XXI. -
María Clara Rueda, corresponsal de SEMANA en París -