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Eutanasia en la droguería

En Bruselas se vende un kit para administrar una muerte 'piadosa' a los enfermos terminales. La polémica no se hizo esperar.

24 de abril de 2005

La venta en las farmacias de Bélgica de un kit para practicar la eutanasia ha

desencadenado una fuerte polémica en el ámbito europeo, pese a que Bélgica despenalizó la eutanasia en 2002. La Iglesia y los sectores conservadores dicen que esto es "una vergüenza" y han revivido las protestas de los últimos años contra la eutanasia.

El "kit della dolce morte", como le dicen ahora en Italia, cuesta 45 euros, está disponible desde mediados de abril en más de 250 droguerías de toda Bélgica y contiene 10 medicamentos, jeringas y sondas para practicar el suicidio asistido a enfermos terminales que tengan un "sufrimiento físico o síquico constante e insoportable", de acuerdo con las leyes belgas. Sólo los médicos pueden adquirirlo y para ello deben cumplir requisitos legales, entre los cuales está entregar a la droguería un certificado médico sobre las condiciones de salud y deseos del enfermo, y luego devolver a la farmacia, para que sean destruidas, las drogas y el instrumental que no hayan utilizado.

Según cifras oficiales, el 40 por ciento de las 259 eutanasias efectuadas desde que entró en vigor la ley en Bélgica se han realizado en las casas de los enfermos, y la idea de vender el kit en las droguerías surgió por petición de la asociación de médicos Leif (Levenseinde Informatie Forum, que agrupa a más de 200 galenos belgas promotores de la eutanasia) ante la enorme dificultad que tenían para reunir las drogas y los utensilios necesarios para practicar a domicilio la muerte asistida. "En los hospitales este tipo de material está al alcance de los profesionales, pero en vista de que ha aumentado el deseo de los enfermos de morir en sus casas necesitábamos un sistema eficiente y controlado para llevar alivio a los enfermos terminales y sus familias de acuerdo con la ley belga", dijo a SEMANA Luc Deliens, miembro de Leif.

La compañía suiza Multipharma, que posee la mayor red de farmacias de Bélgica, ha sido la primera empresa que se lanzó a preparar y vender el kit, cuyo producto principal es Pentothal, un potente sedante usado en las anestesias. "En un 90 por ciento de los casos, administrado en dosis masivas, el Pentothal causa la muerte rápidamente", explicó a SEMANA el representante de Multipharma en Bruselas, Paul Perdieus. Pero si esto no funciona, el kit incluye el Norcuron, un paralizante neuromuscular utilizado en anestesia hospitalaria. "Cuando una segunda etapa resulta necesaria, este es un medio de ayuda para terminar el acto eutanásico", dijo Perdieus.

Los sectores conservadores alegan que el kit podría ser utilizado por cualquier persona, pero Multipharma y el gremio de las farmacias han rechazado este argumento defendiendo su "profesionalismo" y "cumplimiento de la ley". Sin embargo las organizaciones católicas, el episcopado belga y el obispo auxiliar de Bruselas, Josef De Kesel, se han pronunciado en contra del kit. Temen que la eutanasia se generalice en Bélgica al ponerse en las droguerías "tan al alcance de la población" y han exigido la derogación de la ley de muerte asistida.

"Ningún Estado puede garantizar un total control sobre las farmacias, ni impedir que se presenten robos en ellas o corrupción de sus empleados, con lo cual este kit se convierte en un verdadero peligro para la ciudadanía", dijo a SEMANA Roland Lemye, vicepresidente del Comité Permanente de Médicos Europeos contra la Eutanasia (Cpme), con sede en Bruselas y que agrupa a más de 500 profesionales de la UE que condenan esta práctica por considerarla contraria a la ética médica.

Pero la eutanasia cuenta con el apoyo del Partido Liberal Flamenco (VLD), que gobierna con el primer ministro Guy Verhofstadt, quien presentó al Parlamento a fines del año pasado una reforma para permitir la eutanasia infantil. El VLD fue el impulsor de la ley de eutanasia aprobada en septiembre de 2002, y los defensores del kit della dolce morte se apoyan en el último estudio de consumo, en el que las farmacias inspiran la confianza del 98 por ciento de los belgas, y en una investigación de la Universidad de Utrecht (Holanda) que asegura que las familias superan más rápidamente la muerte por eutanasia de los enfermos terminales.