Home

Mundo

Artículo

FINAL AGRIDULCE

El episodio de la embajada deteriora las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua.

26 de abril de 1993

CATORCE DIAS DURO LA toma de la embajada de Nicaragua en Costa Rica. Fueron dos semanas en las que se vieron auténti cas locuras, como la complacencia -si no complicidad- del embajador nicaraguense Alfonso Robelo.
Pero todas las locuras se quedarían cortas ante la actitud del gobierno de Costa Rica en la finalización del secuestro. Los captores, pertenecientes a un supuesto "Comando Yolaina", desistieron fácilmente de sus pretensiones políticas al aceptar 250 mil dólares por dejar la embajada. Como si ello no fuera suficiente para demostrar que se trataba de delincuentes comunes, las autoridades costarricenses los dejaron, con armas y todo, en un punto no identificado de la frontera nicaraguense. El líder del secuestro, José Manuel Urbina Lara, permaneció durante 17 horas en Costa Rica, sin rehenes y desarmado, antes de partir para República Dominicana, sin que fuera detenido por las autoridades.
La actitud del gobierno de Rafael Angel Calderón, que lindó con el respaldo a los sediciosos, produjo rechazo no solo en la capital nicaraguense sino en la oposición interna, que la calificó como "un acto irresponsable y violatorio de la neutralidad tradicional costarricense". El único efecto tangible del hecho fue el deterioro acelerado de las relaciones entre los dos países.